Ryusui & Ukyo |Escenarios|

Ebrio y atrevido Ukyo

—Ukyo-chan deberías dejar de beber. — Gen intentó alejar el vaso del peliblanco, sin embargo, Ukyo lo agarró de nuevo y tomó todo el contenido.

Habían estado bebiendo y el arquero estaba totalmente ebrio. El bicolor nunca hubiera imaginado que el chico sonar tuviera tan poca tolerancia al alcohol. Sus mejillas estaban completamente rosadas, no era capaz de mantenerse firme y no dejaba de balbucear.

—S-sírveme o... —solicitó a duras penas a François.

—Ya ha bebido demasiado.

—Mentira, solo llevo una. —levantó su dedo índice y dejó caer su cabeza sobre la barra haciendo que esta temblara levemente por el golpe.

—Sí, una buena borrachera —el alto vio a Ryusui pasear por la popa del Perseo. Reaccionó rápidamente— ¡Ryusui-chan!

—Ryusui, ¿d-dónde? —Ukyo se reincorporó no más escuchar aquel nombre. Confundido y perdido giró su cabeza en busca del rubio. Al localizarlo se levantó, y tropezando con cada paso que daba fue hacia él. Con los brazos abiertos dejó su cuerpo caer. El rubio lo atrapó entre sus brazos.

—Cuida de él, Ryusui-chan. —pidió animadamente el bicolor.

Conocía los sentimientos del arquero por el capitán. Estaba haciéndole un gran favor, pues sabía que sin un empujón Ukyo no se declararía, además, borracho decía todo lo que pensaba sin problemas, o eso, o haría alguna estupidez.

—Ryu... hueles muy bien. —su nariz rozó con el cuello del alto provocando en el chico un escalofrío.

—Ukyo. No estás en tus cinco sentidos. —lo agarró de los hombros y lo apartó de él; el chico se aferró a su ropa como respuesta.

Se alertó al sentir la traviesa mano de Ukyo palpando su pecho.

—Me gusta tu pecho. Es grande.

—La mano quieta.

—No quiero—dijo con un puchero. Abrazó con fuerza el cuerpo del capitán —. Eres tan guapo...y sexi. Me gustas, me gustas muuuuuucho.

Rio traviesamente antes de apoyar su cabeza en el pecho de Ryusui y abrazarlo de nuevo, provocando que los latidos del rubio se aceleraran. No fue solo su cercanía la que hizo que su corazón saltara, también sus palabras. Escuchar aquello de su boca lo había hecho muy feliz.

Intentó deshacer el agarre del chico, sin embargo, al final, totalmente rendido, dejó que mantuviera su abrazo.

Respondió al abrazo y fue hasta la habitación. Debido a la oposición del bajo a moverse el alto arrastró los pies y fue empujándolo, retrasando el proceso y tardando lo que pareció una eternidad en llegar. Cuando estuvieron frente a la cama cayeron sobre ella. A Ukyo le divirtió y carcajeó.

Ryusui se levantó, Ukyo intentó imitarlo

—Ukyo a dormir. —lo volvió a empujar para tumbarlo.

—¿Me das un besito de buenas noches? — preguntó con voz aguda. Cerró sus ojos y esperó con los labios en posición el ansiado beso.

—No. Quiero dártelo cuando estés consciente. —cubrió al arquero con la manta, arropándolo.

—Dame un besito para poder dormir tranqui...—un exagerado bostezo lo interrumpió, posteriormente leves ronquidos comenzaron a escapar de entre sus labios.

Ryusui sonrió.

Antes de dejar al chico dormir y abandonar la habitación lo observó detenidamente. Apreció aquel rostro angelical que lo volvía loco.

...

—Que dolor de cabeza. —salió de la habitación masajeándose las sienes.

Su cabeza estaba a punto de explotar. Odiaba emborracharse, normalmente toleraba bien el alcohol, pero ese día se excedió, y todo por culpa de cierto mentalista.

—Buenos días, Ukyo —saludó alegremente Ryusui.

—Buenos días.

El rubio se detuvo frente a él y sonrió mostrando sus colmillos.

— Ah, por cierto, se me olvidó agradecerte por llamarme guapo. Es un halago. —la cara de Ukyo se transformó en una de terror. ¿Sus pesadillas se habían hecho realidad?

—¿Q-qué? Espera, ¿dije eso? —el alto asintió —. Lo siento si causé algún problema o si dije algo inadecuado.

—No dijiste nada más. No te preocupes.

—Eso es un alivio. —sonrió ligeramente.

No le mencionó la confesión de la pasada noche. No solo fue por el nerviosismo de Ukyo, y su notable intranquilidad. Ryusui ansiaba escuchar esas palabras de nuevo, pero estando el chico totalmente despierto. Que ese momento fuera recordado por ambos, no simplemente por una parte.

Y, si Ukyo no se lanzaba, tendría que hacerlo él.