Capítulo cinco

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Anteriormente:

-¿Naruto...?

Continuación:

-¿Se puede saber en dónde estuviste todo este tiempo? -Su mirada estaba apagada, al igual que su tono de voz, antes era raro verlo así, pero ahora es lo más normal del mundo.

-¿Se puede saber que estás haciendo tú aquí? ¿Qué acaso no debes estár en tu querido trabajo? -me miró molesto, miró a Boruto y luego una vez más a mí.

-Yo te pregunté primero - mordí mi labio y tomé la mano de mi hijo.

-¿Debería decírselo, hokague-sama? -Salí de mi casa, cerré la puerta y caminamos por las calles.

-Claro que debes, eres mi esposa y no debes de desaparecer así como así -Rodee mis ojos con ironía.

-Primero que nada: No estuve desaparecida, simplemente falté al trabajo.

-¿Ah, sí? ¿Con permiso de quién? -caminamos por la calle, Naruto venía detrás de nosotros.

-¿Debería pedirle permiso a alguien? -Tomó mi hombro con fuerza, obligando a girar para encararlo.

-¿Por qué lo hiciste? Por lo menos debiste avisar que ibas a faltar -Su mirada se ablandó un poco, aflojando su agarre.

-¿Y me hubieras dado permiso, si te lo pedía? -Lo miré algo triste, él lo notó y me soltó por completo.

-Yo me refiero a qué no supe nada de ti, ni de Boruto toda esta semana, estaba preocupado - Guardó sus manos en los bolsillos de su chaqueta avergonzado.

Lo miré unos momentos y después a nuestros alrededores, la gente que pasaba nos miraba confundidos, el hokague y su esposa estaban discutiendo a mitad de la calle.

Miré a Boruto, su mirada estaba clavada en el suelo, sus manos estaban en un puño tan apretado que sus nudillos estaban blancos.

No quiero meterlo a él, si vamos a discutir,  será entre los dos.

Suspiré y lo miré, respiré fuertemente para evitar llorar y lo miré directo a los ojos.

-¿Y desde cuándo comenzó a importarte? -mi voz se quebró y mis ojos lloraron, al igual que su corazón, su rostro reflejaba temor, culpa y tristeza.

Sus ojos se abrieron demasiado, creí que se le saldrían, me miró con sus ojos ya aguados y llenos de lágrima, tomó mis brazos y me miró llorando.

-Por favor....no digas eso, ustedes son y serán lo más importante para mí siempre -su voz estaba llena de tristeza y su cara llena de lágrimas.

Lo miré y luego a mi hijo, él también estaba lagrimeando, abrazando mi brazo con fuerza para que no lo vieran.

-Entonces demuestrelo, hokague-sama.

-Entonces demuestrelo, hokague-sama

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-Señor, ya puede pasar -Habló la enfermera, llamando la atención del rubio nervioso.

Sin decir nada, entró con rapidez al cuarto, encontrando a su esposa sobre una camilla mientras abraza al bulto en sus brazos.

-Buenos días, PAPÁ -Habló con burla la chica, sacándole una sonrisa llena de alegría.

-¿Puedo cargarlo? -Tartamudeó, acercándose con cautela a la camilla.

-Claro que puedes tonto- Tomó al bebé en sus manos, mirando como si fuera un verdadero milagro al pequeño bebé que yacía dormido.

Miraba felíz cada detalle de su pequeña y regordeta cara, sus ojos, su boquita, su nariz y los pequeños bigotes qué delataban quién era el padre.

Y sin esperar, las lágrimas se hicieron presentes, unas lágrimas llenas de gozo, alegría, calidez y ternura.

Miró a su esposa, quién miraba la escena enternecida, tomó asiento justo al lado y tomó su mano mientras seguía arrullando al bebé.

-Gracias por todo esto, _______ -Besó suavemente su mano, mirandola lleno de amor -Te prometo, qué a partir de ahora.... -tomó aire y volvió a mirar al bebé.

-Son y serán lo más importante para mí siempre.

❀𝑺𝑬𝑪𝑹𝑬𝑻𝑨𝑹𝑰𝑨❀Donde viven las historias. Descúbrelo ahora