capítulo 26

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Angie y ella caminaron silenciosamente hasta el auto de la pintora.

No podía saberlo con exactitud, pues solo iluminaba al vehículo la luz de las farolas, pero creyó ver que ya no había abolladuras o desperfectos en la pintura.

Angie no le abrió la puerta, pero aun así Brisa se deslizó dentro sin reclamar nada.

No podía pedirle nada después de todo. Estaba destrozada, después de todo, y cuando las personas están rotas olvidan abrir las puertas.

Le sorprendió ver que el interior del auto estaba completamente limpio, sin restos de pintura ni envoltorios de comida chatarra.

Jamás en su vida había visto un auto tan impecable.

Brisa: ¿Es un auto nuevo? —Preguntó a Angie mientras detallaba todo a su alrededor. No era por exagerar, pero ni siquiera recordaba el color de la tapicería del auto.

Angie solo la miró con la sonrisa más falsa jamás vista en el mundo y negó lentamente con su cabeza.

La tatuadora asintió lentamente, y de esta forma empezó un viaje silencioso que las llevó al restaurante de siempre.

Ya ninguna tenía nada que decir.

No se sentaron en la mesa del centro, ni aquella que usaban con Selene o en esa a los cercanos alrededores... Se sentaron en la mesa del fondo, allí donde eran completamente invisibles casi hasta para los meseros.

Fue sugerencia de Angie, por cierto, y no parecía querer ocupar ese lugar para hacer cosas "malas".

Angie: No tolero que me miren —Soltó con un débil susurro.

Y a Brisa se le destrozó el ya roto corazón, pues la Angie que había conocido en el pasado jamás habría dicho algo así.

Pidieron la misma comida de siempre, pero no a Jake el mesero, pues seguramente su turno había terminado.

Angie ya no comía lentamente ni tragaba cómo si la comida hubiese sido hecha por los mismísimos dioses. Ahora masticaba muy rápido y tragaba de igual forma, y ni siquiera terminó una tercera parte de lo que pidió.

Brisa: Come un poco más —Suplicó, pero Angie se cruzo de brazos y se negó.

No importó cuantas veces más suplicó Brisa, Angie no obedeció.

Brisa simplemente hizo el resto de su propia comida a un lado, pidió la cuenta y se marchó junto a Angie.

Angie: Debiste comerte eso... Te enfermaras.

Brisa: Tu también.

Angie: Yo ya no importo.

Brisa quiso gritarle en ese mismo instante que a ella si le importaba...

Pero no lo hizo.

***

Como Brisa había accedido a pasar el resto de la noche con ella, Angie decidió llevarla al departamento.

Durante el viaje ambas se permitieron hablar.

Angie: ¿Hubo otras? —Preguntó suavemente mientras el semáforo se ponía en rojo.

Brisa: No... -La tatuadora se extrañó de que Angie se viera decepcionada.

Angie: Tú mereces ser feliz, Bri—Le dijo tristemente-. Olvídame... para siempre. Por favor.

Brisa: ¿Por qué pides imposibles? —Lo era porque ella seguiría apareciendo... En su mente, en su corazón y en las exposiciones de arte.

La tatuadora de libelulas (Terminada)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora