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Mediados de diciembre, Rypton año 1821

A fines de cada año, las nubes en Rypton eran de verse todos los días. Días lluviosos y de fuertes tormentas eran recurrentes por esta temporada.

Hoy hasta altas horas de la noche, una fuerte lluvia azotó.

– Izuku, no demores tanto – advirtió Inko llamando a su hijo desde la ventana de una de las cabañas.

El pequeño se encontraba acariciando a gusto a uno de los caballos cerca del establo. Ante la llamada de su mamá dio unas últimas palabras a los animales.

– no hay rayos, no deben temer – les dijo dando una leve caricia al lomo de un recién nacido – voy a cerrar la puerta, intenten dormir –

Un relincho débil le fue devuelto como respuesta y sonrió dejando lentamente el lugar.

Una vez afuera, extendió la mano para ver que tan grave llovía y si podía alcanzar no mojarse tanto hasta llegar a la puerta de la cabaña.

Con sus zapatos rojos se apresuró a correr con todas sus fuerzas evitando los charcos acumulados en el césped. Su mamá lo alcanzó dándole un abrazo para llevarlo a la casa.

En la estrecha sala, se apuró por toallas para secarlo.

Izuku dio lastimosos quejidos por la forma en la que Inko removía la toalla por todo su cabello y rostro.

– tengo que cambiarte de ropa o vas  agarrar un resfriado – exclamó dejándolo solo para volver enseguida con ropa limpia y nueva.

–Mamá, Todoroki tenía razón, es muy hermoso el nuevo hijo de Regina –

Regina era el nombre de una de las yegua del establo.

– te refieres al potrillo nuevo ¿verdad? – Izuku asintió – lo más seguro es que cuando cumpla los cuatro años será entrenado para ser el caballo del joven Todoroki –

– es muy hermoso, el color blanco resaltará bien con cualquier traje que lleve –

– ya lo creo – compartió su mamá.

Abandonaron la sala para subir al segundo piso e ir a su habitación, no sin antes despedir la noche a cada compañera de trabajo.

–por cierto, Izuku... – una vez llegaron se metieron a la cama cubriéndose por completo con las mantas para no pasar frío.

Inko pasó su mano dando suaves caricias a la frente del pequeño.

– Qué pasa... mamá...– poco a poco empezó agarrar sueño.

La omega intentó relajarse antes de hablar del tema.

– acá, a dos días... iremos a ver a papá –

Luego de la intensa lluvia, el sol apareció en lo alto a la mañana siguiente

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Luego de la intensa lluvia, el sol apareció en lo alto a la mañana siguiente.

Las criadas tan pronto se despertaron, se apresuraron para limpiar los rastros de charcos en los pasadizos de afuera como los del tejado.

Status Et AmourDonde viven las historias. Descúbrelo ahora