Capítulo 10: Oh, Shizun

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—Bien...—con un suspiro tembloroso, Shen Jiu se mantuvo firme frente la entrada de su amado Shizun, sin saber realmente cómo poder abarcar toda la situación.

Su Shizun era una persona realmente rara, junto a sus demás hermanos marciales compartían un lazo inquebrantable, volviéndolos familia mediante un carácter establecido.

En este caso era "Le", que significa entre muchas cosas trueno. Un carácter de nombre que podía imponer respetó—y esa era la misma razón por la que Shen Jiu era incapaz de hablar con su maestro—.

Él nombre de su Shizun era Zhou Leixia, que podía traducirse de distintas maneras, pero de alguna manera siempre terminaba con el mismo resultado: "Tormenta conocedora". Algo digno del señor de Qing Jing...

"Oh, mierda... Me va a dar algo"—con un suspiro se dejo llevar por su destino, mientras con un suave movimiento de manga levantó su brazo derecho, mientras que con el izquierdo tomaba su abanico.

Los toques a la puerta de bambú fueron suaves, y a también rítmicos, era uno de los requisitos para poder hablar con su estimado maestro erudito. Él señor de Qing Jing amaba la música, y los sonidos; desde el sonido de gotas de lluvia, hasta los pasos tranquilos de sus estudiantes, sonidos que para muchos podían ser irritantes, pero para su maestro eran el mundo.

—Adelante—una suave voz se escucho desde adentro de la casita de bambú, mientras la puerta se habría con un pequeño "click".

Con cuidado de no lastimar a nadie, un hermoso hombre se asomo por la puerta, como un gesto simbólico más que nada, revelando de forma completa su eteria figura.

—Oh, pequeño Jiu- entra, que hace tiempo tengo ganas de probar tu té—él adulto no pudo evitar sonreír, revelando sus hermosos dientes blanquecinos, y un bonito oyoelo al lado de su labio izquierdo. Era realmente lindo.

Por su parte Shen Jiu no pudo evitar sonreír, para asentir minutos después contentó.

—Con su permiso Shizun, iré a preparar un poco de té—de forma habil él joven entro a la caballa, evitando pisar un par de pergaminos y papeles que adoraban el piso, una vez terminara de hablar limpiaria el lugar.

Él joven de ojos azules troto a la cocina, para hábilmente calentar un poco de agua caliente, colocando también un par de hierbas de té y jazmín en la tetera también. Sus movimientos fueron rápidos, y mientra la bebida se preparaba, de los cajones saco un par de galletas saladas, las favoritas de su maestro—a él realmente le llegaba a desagradar los sabores salados y agrios, prefería la dulce—.

Con cuidado, coloco las galletas en un pequeño plato de porcelana, para colocar todo en una pequeña bandeja de madera oscura. Una vez que terminó camino a la mesa baja de la sala principal, dándole espacio a su Shizun a sentarse a su lado, sin llegar a sentir intromisión a su espacio personal.

Era uno de los pocos hombres, con los que no llegaba a sentir algún tipo de rechazo emocional o físico.

—Dime, Shen Jiu- ¿Qué es lo que ocurre para tu visita inesperada?—él estimado hombre no pudo evitar preguntar, mientras peinaba sus largos y rizados cabellos en una pequeña cola alta.

Zhou Leixia era un hombre con una belleza única, no era un hombre convencional. Tenía una piel bronceada levemente, por los años que pasó viajando por el mundo mortal, sus cabellos eran encantadoramente rizados, mientras sus labios eran rosados como pequeñas fresas maduras, y lo más llamativo de él eran sus ojos grises que brillaban como hermosas estrellas.

Aunque era un cultivador ciego, hace tiempo había dominado una técnica que le permitia ver con los pies, incluso era un misterio para sus hermanos marciales, él hecho de que este haya logrado tal hazaña a tan corta edad—Shang Beijing se había inspirado en cierto personaje de Avatar para crear a este maestro inmortal—; y vaya que había valido la pena.

Como abejas en panal Donde viven las historias. Descúbrelo ahora