Tal vez no sea tan malo.
Se observó por decimocuarta vez en el espejo de su cuarto. Cabello un poco ondulado, rojo cobrizo, rostro repleto de pecas diminutas y prácticamente invisibles, ojos castaños como los de su madre, pequeña, menuda y un poco bajita, pero está bien, pensó Lily. Sonrió a su propio reflejo una vez más, "marca Lily Evans", como decía su padre. ¿Podía sentirse más estúpida? No, sinceramente no, se respondió.
Ya habían pasado más de tres meses desde que sus hermanos habían partido hacia Hogwarts, y hoy volverían para las vacaciones de Navidad y, por supuesto, Lily acompañaría a sus padres a esperar por su llegada. Pero esta vez Lily sentía que era un día distinto a todos los otros que había ido, ya que tenía la esperanza de encontrarse con él. Scorpius. Scorpius Hyperon Malfoy. A Lily hasta le agradaba el nombre. Y no, aunque había intentado olvidarlo, superarlo, minimizarlo... muy en el fondo siempre resurgían nuevamente aquellos sentimientos, de los que no estaba completamente segura.
Hasta en una ocasión, unas semanas atrás, un día en que había ido de visita con su madre a la casa de su tío Ron, le había pedido a éste que le contara una vez más lo pedante e idiota que era Draco Malfoy en su época escolar, y había escuchado sus insinuaciones de que su hijo sería absolutamente igual, asegurándolo al ciento por ciento. Algo que su madre y su tía Hermione habían desacreditado, diciendo ambas a "corito" (como se había burlado Ron) que "como padres no deberían fomentar la antigua rivalidad que existía entre las familias". Igualmente, dijese lo que dijese su tío ―y eso que Lily había prestado toda su atención al tema―, sabía que no lograría en ningún momento encontrar en sus genes Weasley y Potter aquel odio mutuo que supuestamente se transmitía de generación en generación.
Además de todo esto, Lily no podía asegurar de ninguna forma y bajo ningún concepto que Scorpius la odiara a ella sin motivo alguno. Porque en definitiva no la conocía. Entonces, Lily suponía que no había razones para fundamentar que él pudiese llegar a despreciarla. Tal vez sí, tal vez la familia de Scorpius se llevase definitivamente como perros y gatos con la suya (aunque era algo del pasado, porque en la actualidad no cruzaban palabra o mirada alguna), pero no tenía nada que ver con ellos, ¿o no?
Si bien Lily tenía muy en claro que James, su primo Fred, y Albus (aunque este en menor medida) seguían los ideales de su tío Ron, y que durante los tres primeros meses de clases se habían cruzado en algún enfrentamiento (ya que habían llegado cartas de Hogwarts escritas por la directora McGonagall avisando sobre castigos impuestos a sus hermanos y primos por algún que otro motivo, entre ellos Scorpius Malfoy), estaba decididamente convencida de que no tenía que suceder lo mismo con ella. Al fin de cuentas, ¿por qué odiarla sin motivo? Una cosa eran sus hermanos y primos, y otra muy distinta era ella. Además, seguramente Rose no había formado una enemistad con Malfoy. Tampoco Lily pensaba que eran los mejores amigos del mundo, pero quería creer que por lo menos se eran indiferentes.
—¡Lily! —llamó su madre medio a los gritos—. ¿Estás lista? —le preguntó elevando notablemente la voz, en clara señal de esperar una respuesta afirmativa, para el bien de su hija; y, luego de una pausa, añadió—: ¡Harry no sé qué estarás haciendo, pero deberíamos haber salido hace quince minutos!
—¡Ya bajo! —respondió Lily tras haberse observado una última vez en el espejo, para percatarse de que estaba mínimamente presentable. Ni que fuera a presentarme frente a Scorpius, igual, pensó bajando por las escaleras—. ¿Y papá? —preguntó a su madre que la miraba impaciente desde abajo.
—Estoy yendo, estoy yendo —dijo el aludido mientras aparecía frente a ellas en el salón—. No me mires así ―le dijo a Ginny cuando notó su mirada severa―. Ron no paraba de hablar por la chimenea, está enojado con Hermione porque recibió una carta de Krum.
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Scorpius y Lily
FanficUn Malfoy que podría ser un Gryffindor. Una Potter que pertenece a Slytherin. Y la aventura del primer amor, que romperá con todas las reglas.