PARTE 4

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Lo miro.

Me mira.

Reprimo una sonrisa al ver la situación que me nubla la vista.

Alessandro sostiene con su mano intacta una bolsa de hielo, que aprieta delicadamente contra los nudillos doloridos de su otra mano.

Yo sostengo entre mis manos una taza de té.

Él hace una mueca y se sienta a mi lado en el suelo.

—No entiendo cómo te puedes beber el té frío. Sinceramente, es asqueroso —replica, haciendo referencia a mi bebida.

Yo bajo mis ojos hasta el tazón y vuelvo a subirlos hasta el rostro de mi acompañante.

—Y me lo dice el chico que tiene una bolsa de verduras caducadas en el puño... Interesante.

Mi rostro brilla de satisfacción al ver como Alessandro me penetra con su mirada, intentado intimidarme. Aunque, viendo lo ridículo y chistoso que está, sus miradas amenazadoras me parecen casi tan adorables como sus intentos de acobardarme.

Entrecierra los ojos y percibo una mueca de incomodidad en su rostro al realizar dicha acción.

—No están caducadas —indaga.

—Lo que tu digas —respondo con un amago de sonrisa.

Alessandro tiene el pómulo derecho algo hinchado por el golpe que le he dado previamente. Finalmente, decidió hacerme caso y ponerse hielo en los golpes de sus nudillos y rostro. A regañadientes, obviamente.

Mi mano sigue intacta, aunque mi cara duele visiblemente. Pese a que Alessandro no tenga ni la más remota idea de cómo dar un puñetazo, su cuerpo y fuerza siguen siendo realmente grandes, por lo que si golpea, el dolor persigue en la piel.

—Entonces —digo, retomando la conversación— ¿Has estado compinchando a mi hermano para que les pusiera escusas a mis padres mientras yo estaba inconsciente?

Alessandro asiente, mirándome atentamente.

Casi se me escapa una sonrisa por las vueltas que da la vida. Porque sí, según el argumento que me ha dado Alessandro como respuesta es justo eso: lleva tres días hablando con mi hermano para que este pusiera escusas por mi ausencia a nuestros padres.

Obviamente no me lo creí cuando me lo contó. Básicamente porque si la versión de Alessandro fuese real, posiblemente yo ya estaría ingresada en un hospital dentro de un jodido internado.

Aunque mi hermano Jacob fuese la persona con la que más confíe en este planeta, sé que, sabiendo lo ocurrido, no dejaría que un chico completamente desconocido para ambos me cuidase bajo su techo.

Además, mis padres son las personas más estrictas y controladoras que existen en la faz de la tierra, por lo que es prácticamente inimaginable que mi hermano los haya conseguido engañar de manera tan rápida y sencilla.

Pero, el que ahora no haya cuatro patrullas policía debajo del edificio esperando para darnos un maldito factor sorpresa, es solo una razón para creer que lo que me dice es cierto.

Me remuevo sobre el suelo, algo incómoda con que este chico sepa tantas cosas de mí y de mi vida.

—Y... ¿qué escusa ha puesto para que mis padres no estén como locos buscándome y llamándome? —pregunto, levantando por fin mi mirada de la taza y centrándola en Alessandro.

Él me regala una sonrisa que me reconforta, al unísono que saca de su bolsillo delantero de los pantalones su móvil. Yo lo miro expectante.

Entonces, me muestra la pantalla de su teléfono y lo agita visiblemente, sonriendo de manera peculiar.

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⏰ Última actualización: Feb 23, 2022 ⏰

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