9 - COMPAÑÍA INDESEADA

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En los anhelos de Diadema estaba la idea de despertar por los primeros rayos de sol. Y aunque este sí se encontraba presente, lo que interrumpió el descanso fue un pie en medio de su cara con los dedos hurgando en la nariz.

—¿Estás muerta?

—¿Eh? —aún adormilada abrió los ojos, en cuanto pudo despabilarse y comprender la situación apartó a la intrusa de su rostro— ¡Que asco! ¿Qué te pasa? —vio que se trataba de la bruja menudita rubia que participó en el aquelarre, misma que obtuvo una puntuación perfecta— Ah... eres tú.

—Veo que no. Escucha, te están buscando. Tu madre no para de llorar.

—No voy a volver.

—¿No oíste lo que dije? Están muy preocupadas por ti.

—No me importa, no hay nada en el pueblo para lo que yo sirva. Es mejor no ser una carga.

—Tu nombre es Diadema ¿Verdad? Yo soy Trisha.

—¿Y?

—La verdad no me incumbe en lo más mínimo tu situación. Pero te aconsejo que regreses, tu madre me molesta todos los días para que salga a buscarte y así mismo con todas las que tenemos un demonio pájaro —el canario revoloteaba cerca.

—¿Todos los días...? —la bruja de sangre se mostraba distraída, ansiosa por quitarse de encima a la otra, ni siquiera la miraba.

—Hace tres o cuatro que desapareciste...

Si la atención que le prestaba ya era poca, se volvió nula cuando sus vistazos encontraron el sendero que conectaba el bosque con la aldea, su interés se volcó completamente en él. No tanto por el sendero en sí, sino que en el mismo el muchacho del día anterior se dirigía hacía la espesura. Con un inmediato impulso se marchó hacía el cazador.

—¡Oye! ¿A dónde vas? Te estoy hablando —protestó la otra mientras le siguió los pasos.

Pronto el joven desapareció de la vista y Diadema corrió para no perderle el rastro, detrás de ella Trisha hizo lo mismo al verse ignorada. Y la primera supo entonces que era urgente deshacerse de ella.

—Escúchame bien —exclamó mientras tomaba a la rubia por los hombros—. Te agradezco el esfuerzo y lo que sea, pero no voy a regresar, es mejor que ya te vayas. Diles que estoy muerta o algo así, o que simplemente no me viste. ¿Sí? Genial, adiós —sin más preámbulos y con sumo apremio dio media vuelta y se fue. Aunque Trisha no tenía intenciones de rendirse.

—¿Tú conoces a tu madre? Se vuelve un poco pesada si se lo propone —contó mientras le pisaba los talones a la desaparecida—. En serio, no me deja ni dormir, y si no es ella es ese águila suyo que... —fue interrumpida y obligada a agacharse detrás de unos arbustos— ¿Qué pasa? —preguntó extrañada, la única respuesta fue un gesto con el dedo de guardar silencio.

UN SECRETO EN EL BOSQUEDonde viven las historias. Descúbrelo ahora