- Sebastian. - dijo Alois sin soltar en ningún momento a Ciel. - Cuánto tiempo sin verte. Verdad, ¿Claude?- soltó.
- Tanto tiempo, verdad su alteza. - dijo Claude apareciendo detrás de Sebastian.
Todos los invitados miraron la escena sin saber que hacer, aterrados y preocupados por el pequeño.
- ¡No tenéis derecho a aparecer aquí si no fueron invitados! - protestó Soma acercándose.
- Príncipe, será mejor que se retire. - proclamó Agni cogiendo del hombro a su príncipe y llevándolo fuera por una de las dos entradas, en concreto, la más lejana a por dónde entró Ciel.
Mey-Rin, Bard y Finny, por su parte, alejaron a Lady Elizabeth y Madame Red quedando ya sólo en la sala Ciel, Sebastian, Claude, Alois, Grell y Agni.
Ciel no paraba de llorar, Alois hizo que éste se girara quedando casi cara a cara.
- No te preocupes Ciel, sólo quiero jugar contigo. - dijo limpiándole una de las lágrimas que le caían.
- No le toques. - protestó Sebastian entre dientes incapaz de hacer algo o recibir órdenes dada la situación mental actual de Ciel en la que era un niño pequeño.
- Tampoco es que pudieras hacer nada. - dijo Claude posicionándose al lado de Alois.
- ¡Cierto! Ahora es un pequeño niño con miedo y no puede ordenarte nada cuando, por el contrario, yo sí tengo a Claude. - relató Alois.
Sebastian observó alrededor comprobando que los invitados habían salido de la sala y quiénes se encontraban en ese momento en ese lugar.
- Agni, ve con el príncipe Soma. - le ordenó Sebastian.
- Pero Sebastian... - iba a reclamar Agni.
- Hazlo. - soltó fríamente y, posteriormente, Agni salió de la sala.
- Bueno, bueno, bueno. - soltó Grell rompiendo un silencio que había en la sala después de que saliera Agni. - Reunión de demonios, death. - Grell hizo su típico gesto en dónde cambió por completo su apariencia de sirviente a su apariencia de shinigami.
Una apariencia de cabello rojo largo en vez del café recogido en una coleta, ojos verdes, lentes negros, dientes acabados en punta y afilados, un traje simple, unos guantes blancos, una chaqueta larga roja, unos zapatos rojos y, lo más destacable, una motosierra color roja llamada deathcider.
Los presentes no podían imaginar la estupidez de Grell. Bueno, sí podían pero Grell siempre demostraba ser tan estúpida.
- Sebas-chan.- dijo lanzándose a los brazos de Sebastian para acabar de bruces contra la pared causando que su nariz sangrara. - Sebas-chan eres tan malo. - dijo en tono sexual.
Un grito ahogado salió del infante causando que Sebastian volviera a poner la atención en él que por culpa de Grell había apartado.
Cuando Sebastian fijó de nuevo la mirada, pudo ver a Alois cogiendo a Ciel, cargándolo, y este pataleando y llorando. Sebastian se sentía impotente, si la mentalidad de Ciel no cambiaba aunque fuera un poco, no podría hacer mucho en contra de Alois y no podía acercarse estando Claude y, por desgracia, Grell.
- Pobrecito. - dijo Alois apretando un poco el estómago del infante. - El pequeño se hizo pipí. - palmeó el trasero de este, que debajo del pantalón llevaba un pañal, para notarlo pesado de la humedad y comenzar a notar como si algo cayera de ahí. Alois olfateó e hizo una mueca de disgusto. - Se ha cagado encima mío. - dijo asqueado.
Grell comenzó a reír por la escena presenciada acabando en el suelo pataleando de tanto reír que ni en pie se podía poner.
Sebastian aguantó una risa por la escena pero aún preocupado por su lord. Aún observando, comenzó a notar como el pañal se filtraba causando que unas gotas se cayeran al suelo pero Alois acabara algo mojado.
- Estúpido mocoso. - dijo Alois soltando a Ciel para apartarlo lo más lejos de él. - Claude, límpiame. - dijo el arrogante Alois y Claude hizo caso a su amo.
En eso, Ciel quería que Alois lo soltara y esa fue la única manera. Intentó reprimir las ganas de llorar para aguantar ser por unos momentos grande y darle alguna orden a Sebastian. Se quitó el chupete cerciorándose de que no le vieran y observó a Sebastian.
Sebastian comprendió lo que iba a hacer su lord pero entendía que debía ayudarlo, como su papi que era. Que Ciel no debía reprimirse. Observó a Ciel levantándose el parche con los ojos acuosos y mover los labios pronunciando una orden.
"Sebastian acaba con ellos."
"Sí, mi lord." Sebastian movió los labios pronunciando las palabras acordadas en su contrato. Acató la orden de su amo y poco después Ciel volvió a su little space llorando a más no poder junto un moqueo incesable y sorbiendo los mocos.
Grell observa la escena intrigado por lo que iba a pasar porque escuchó y observó a Ciel hablando con Sebastian dándole la orden.
Sebastian se apresuró a acercarse a Alois pero fue detenido por Claude.
- Claude, ¡Acaba con él!- dijo enfadado Alois por no conseguir lo que quería.
- Sí, su alteza. - Claude se inclinó pronunciando las palabras acordadas al contrato con Alois.
Una batalla entre mayordomos demonios comenzó. Claude apartó a Alois alejándose del demonio contrario mientras una cubertería de plata acaba volando por la sala en dirección a Claude.
Sebastian miró a Claude con los dientes rechinando por no poder atinarle. Claude lanzó una patada por la derecha de abajo a arriba en diagonal. Sebastian lo esquivó moviéndose al lado izquierdo y volvió a sacar más cubertería de plata.
Entre patadas, golpes y cubertería volando ambos demonios acabaron exhaustos.
- Esto no se acaba así Ciel Phantomhive. - dijo Alois. - ¡Claude a casa! - le ordenó a Claude causando que este le cogiera en brazos y se fueran por la ventana rompiendo el vidrio.
- Que hermoso te ves todo sudado Sebas-chan. - comentó Grell acercándose a Sebastian. Este volvió a la realidad después de la lucha.
Lo primero que hizo fue apartar a Grell para ir a ver a su pequeño.
- Ya está cariño. - dijo acercándose a Ciel y cogiéndolo en brazos. - Nada malo va a pasar pequeño, todo está bien. - comenzó a mecer al niño aún si eso significaba que se mojara por qué el pañal estaba desbordado.
- No es por meterme en lo que no me llaman pero se les cayó algo. - dice señalando el suelo y moviendo sus gafas en señal de indiferencia.
Sebastian se acerca a donde señala Grell.
Era una carta cerrada con el sello de la realeza, más en concreto, de la reina Victoria. Le dio la vuelta a la carta y observó el reverso.
"Para el perro guardián de la reina"