Charlie sonrió mostrando sus impecables dientes y Jeni sintió que eso despejaba las dudas, al menos en parte.—¿Y de qué quieres hablar?—preguntó él.
—No lo sé, no había pensado en eso.
Charlie dió un gran trago a su Ursus.
—Bueno, podemos empezar por conocernos más—propuso el pelirrojo—. Eres Rumana, ¿verdad?
—Si, pero eso no es muy difícil de adivinar. El aspecto es bastante característico.
—Dicen que las mujeres rumanas son las más hermosas de Europa—comentó Charlie.
Jeni sintió que se ruborizaba, aun si el elogio no estaba dirigido especialmente a ella.
—¿Siempre quisiste cuidar dragones?—preguntó ella.
—No sé si eso específicamente, pero siempre amé las criaturas mágicas—respondió él—. ¿Cómo es tu familia?
—Está toda muerta—respondió ella, como si no tuviera importancia—. Mi mamá murió cuando yo era pequeña, y mi papá falleció hace cuatro años, unos meses después de que cumplí los 17. Nunca tuve hermanos. ¿Y tu familia?
—Tengo seis hermanos, yo soy el segundo—contestó Charlie—. El mayor viaja mucho por temas de trabajo, y los menores viven con mis padres en Inglaterra.
—Debe ser agotador crecer con tanta gente—supuso Jeni.
—Mucho, pero no lo cambiaría—dijo Charlie, y sus ojos denotaban lo orgulloso que estaba de su familia—. Nunca me sentí solo en mi niñez y siempre tuve con quien contar, aunque echaba en falta tener tiempo para pensar. Tal vez por eso me gusta pasar tanto tiempo solo ahora que soy mayor, pero siempre sé que puedo volver a mi hogar.
A Jeni le pareció que su sonrisa era especialmente cálida y acogedora, y que no le costaría nada solo quedarse allí, callada, contemplando su rostro amable y contando las pecas que lo adornaban.
—¿Qué haces, Jeni?
—Te observo. Me gusta observar a las personas.
Charlie le sonrió abiertamente e hizo una seña al tabernero.
—¿Gusta algo más?—preguntó Fane, que se acercaba a pasos cortos.
—Lo mismo que está comiendo ella—dijo apuntando al Kürtőskalác de Jeni—. Y tráigame otra Ursus, por favor.
Cuando Fane trajo lo que hubo pedido, Charlie lo tomó por el palillo y le dió una mordida.
—Es dulce—dijo tragando con fuerza—. Pensé que iba a ser salado.
—Bueno, es un postre—razonó Jeni—. Aunque también los hacen salados. Generalmente viene con más cosas encima, pero a mi me gusta solo con la masa. ¿En serio nunca lo habías probado?
Charlie, que ya iba por la mitad de su Kürtőskalác, negó con la cabeza.
—Solo he probado platillos fuertes y algunas variedades de cerveza rumana—dijo agitando su Ursus—. Normalmente solo como postres cuando visito a mis padres.
—Ah, si. Vinieron a verte hace dos años, ¿no?—dijo ella en tono casual. Charlie se atragantó.
—¿Cómo sabes eso?
—Uno de tus compañeros se lo dijo a Fane cuando no apareciste—respondió Jeni—. En ese entonces aún eras estudiante, ¿verdad? Estoy segura de que eso escuché.
—Es extraño que recuerdes eso cuando aun no nos conocíamos.
—Yo recuerdo cosas al azar sobre todo el mundo, no te espantes.
Charlie rió negando con la cabeza.
—No me espanté, se me hizo curioso nada más—aclaró—. Dime, Jeni, ¿Cuantos años tienes?
—Cumplí 21 en febrero—contestó ella.
—¡Vaya! Eres apenas unos meses menor que yo.
Jeni asintió con la cabeza. Nada que no supiera ya.
—¿Te gusta la navidad?—preguntó Charlie.
—¿Que clase de pregunta es esa?—. Charlie se encogió de hombros—. Me... gustaba.
—¿Y por qué ya no?
Jeni rodó los ojos.
—Bueno, cuando éramos mi padre y yo colocabamos el árbol dos semanas antes, cenábamos juntos 24 y a la mañana siguiente intercambiabamos regalos—dijo, y su voz sonó un poco seca—. No es tan divertido sola aunque sigo haciendo dos de esas tres cosas.
Charlie la miró como si se hubiera tragado un limón.
—Relaja tu frente—pidió ella—. Dijiste que querías que nos conocieramos mejor, te he dicho todo lo que me has preguntado.
—¿Sabes que puedes negarte a responder?
—Por supuesto—contestó ella—. Pero nunca he sentido la necesidad de guardarme las cosas, y no me molesta hablar de mi pasado ni de mi presente.
Charlie pareció relajarse ante sus palabras. Terminó lo que quedaba de su postre y la miró a los ojos.
—¿Estaría abusando si preguntara porque tu boggart es un hombre lobo?
—Mi mamá era una mujer lobo—relató ella con sinceridad—. La mordieron cuando yo era una niña, y en ese entonces no existía la poción matalobos. Se escondía en los bosques, muy lejos, cada luna llena, y yo la veía llegar herida y a veces incluso moribunda. La curabamos entre papá y yo, pero poco a poco fue llenándose de cicatrices. Un día no regresó, así que papá y yo salimos a buscarla. Estaba muerta.
Charlie tenía el entrecejo fruncido y las manos sosteniendo su barbilla.
—¿Cómo fue que murió?
—Otro hombre lobo, probablemente. No hay mucho que hubiera podido hacer un mago normal. Pero esa mordida la condenó, y pasó sus últimos años sufriendo y escondiéndose para no hacer nada a las personas—contestó—. No tengo problemas con los hombres lobo cuando no hay luna llena. Sé que no todos son malos, y que la tienen difícil. Pero cuando están transformados... Bueno, yo solo sé que herir a mi madre no pudo ser fácil, mucho menos matarla.
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DINAMITA || Charlie Weasley
Fiksi PenggemarEn la vida perfectamente estructurada de Jeni, Charlie es dinamita.