Cap4: Raptando un Princeso

832 108 58
                                    


Un grito de dolor desgarrador y desolador brotó desde el castillo a las afueras de la ciudad de Fuyuki. Un grito que contenía tanto dolor que quienes lo escucharon pese a la distancia sólo pudieron preguntarse quién había cometido un acto tan malvado como para ser maldito con el eterno sufrimiento al que pensaron que fue condenado.

Dicho grito fue cortesía de Issei. El joven demonio se encontraba encadenado a una silla de madera, con cintas manteniendo sus ojos abiertos e impidiendo que los cerrase, haciéndolo llorar y gritar de dolor al ver cómo los pechos grandes perdían lentamente popularidad en diversas votaciones de fetiches en internet, siendo forzado a ver cómo las patas, los muslos y los traseros la ganaban en su lugar.

Sus desoladores gritos de dolor mientras que sacudía la cabeza rebotaban y hacían eco por todo el castillo, mientras el joven espíritu heróico intentaba en vano liberarse de las cadenas, contemplando como, voto a voto, porcentaje a porcentaje, sus amadas oppais perdían terreno.

Su Master, la pequeña homunculo de cabello blanquecino, sonreía con satisfacción mientras contemplaba la escena de brazos cruzados. Una sonrisa satisfecha estaba plasmada en su rostro mientras que sentía los gritos como si fuesen música para ella.

"Disfruta Issei, la votación aún durará otras dos horas! Después de eso, puedes recorrer la ciudad si quieres. No haremos nada hoy, pero, si encuentras un servant, puedes eliminarlo."
Las palabras de Illyasviel fueron recibidas con un adolorido grito enloquecido, y ella sonrió con satisfacción nuevamente.

"Cuídate O-nii-chan~!"
Illyasviel exclamó alegremente, dejando que su sonrisa se mantuviese plasmada en su rostro, antes de salir de la habitación, cerrando la puerta detrás suya mientras otro grito adolorido resonaba, saliendo desde los interiores de la celda de roca pura.

Una suave risa escapó de entre sus labios mientras que caminaba tranquilamente, alejándose de la celda donde su servant permanecería encerrado.

El dolor psicológico. La tortura mental. El sufrimiento más puro. Issei nunca había sufrido tanto. Ni siquiera Akeno era capaz de tales actos barbaricos de pura crueldad! Cómo era posible que su pequeña e inocente Master contuviese tanta crueldad adentro suya?! Cómo se atrevía a hacerle esto?! Que había hecho el para merecerlo?!
Otro grito de puro dolor escapó de entre sus labios ante la pronta y cercana derrota que parecía que sus queridas oppais sufrirían.

Y, finalmente, tras dos horas, las cadenas desaparecieron y la votación terminó. Issei cayó al suelo, con su cuerpo entero temblando con el terror y las cicatrices del puro dolor adentro suya. Se arrastró lentamente por el suelo, buscando salir de la celda. Aún escapaban pequeños sollozos y gritos aterrados de entre sus labios mientras se arrastraba por el duro suelo rocoso.

Debía escapar. Debía irse del castillo. Irse y no volver. Su Master era un demonio peor incluso que los propios demonios. Nadie debería ser capaz de tanta crueldad. No podía estar junto a alguien tan cruel. Debía irse para poder encontrar paz interior. Necesitaba ver un par de oppais para sanar su alma.

Una vez fuera del castillo, Issei logro recuperarse lo suficiente para poder caminar. Se tambaleó dubitativamente durante la mitad del bosque antes de poder caminar adecuadamente, logrando estar lo suficientemente recuperado como para poder moverse adecuadamente por fin.

En la ciudad, Issei recorrió las calles de Fuyuki mientras miraba a su alrededor con tranquilidad, hasta que, pasando cerca de una escuela, se detuvo en seco. Olfateo el aire, y no pudo evitar que una pequeña sonrisa se extendiese en su rostro.

"Volví a encontrar al chico. Probablemente Master no me volverá a torturar de esa forma si le llevo al chico de quién quiere vengarse. Aunque... Uh... No puedo oler a su servant cerca... Bueno! Significa que será más fácil entonces!"
Issei hablo solo, considerando que debería hacer y llegando a una conclusión con una amplia sonrisa, sin embargo, en el momento en que dió un paso, se detuvo en seco. Y se golpeó la cara.

El Emperador Dragón Carmesí y la Homúnculo de Cabello BlancoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora