Hubo momentos en que realmente sentí que pude avanzar, pensé que podría ocurrir un milagro y librarme de este tormento, sin embargo, solo fueron momentos pequeños, no es que avanzaba, es que por un corto tiempo se me permitía soñar con avanzar a un mejor futuro.
Creo que me quejé tanto de tener depresión, que esta enfermedad se vengó de mí, a los 20 años me diagnosticaron el trastorno límite de la personalidad, conocido también como borderline, ya ni siquiera podía soñar, simplemente dejé de vivir.
Esta vez entraba a la habitación oscura no solo a llorar sino también a juzgarme a mí misma por no ser valiente y enfrentar la realidad, siempre encontraba mis defectos y debilidades, pero nunca podía encontrar mis fortalezas. Mis tiempos en esa habitación se hicieron más prolongados, tanto así, que empecé a acostumbrarme a vivir allí, ya no salía, simplemente me quedaba, eso significa que me empecé a aislar de todos los demás.
El asesino me convirtió en una persona muerta en vida...