Capítulo 12

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No fue Natasha quien me despertó la mañana del día doce, sino Yelena, quien comenzaba a depositar besos en mi cuello y jugaba tentadoramente con el elástico de mi ropa interior.

— ¿Yelena? —Creo haber murmurado en cuanto fui plenamente consciente de lo que estaba sucediendo. Suspiré con cierta suavidad, deleitándome con sus caricias de esta manera, y la risita que impactó en mi cuello me dio escalofríos.

— ¿Esperabas a alguien más?

— A Ryan Gosling, pero tengo que conformarme contigo —Me burlé.

— Katie, él murió —Me recordó con crueldad mientras se separaba lo suficiente como para mirarme fijamente a los ojos. Había un brillo travieso en ellos, y me encantaba.

— Shhh, no te detengas —La alenté mientras llevaba una de mis manos a la parte posterior de su cuello y la obligaba a continuar con sus besos en mi cuello—. Sí... A eso me refería —Suspiré.

— ¿Te gusta?

No le respondí, pero lo cierto es que me encantaba.

— Extrañaba hacer esto —Susurró mientras sus labios subían cada vez, buscando mi boca con desesperación.

Aunque lo deseaba, no permití que me besara.

— El aliento matutino —Le recordé mientras me cubría la boca e intentaba levantarme, pero ella colocó su cuerpo sobre el mío y me inmovilizó.

— Vamos a morir, Katie —Ya no lo decía con dolor en los ojos. En realidad, era como si no existiera nada en el mundo que le importara menos— ¿Realmente crees que me importa algo de aliento matutino?

— ¿Si? —Reí mientras ella intentaba apartar mi mano. Quise resistirme, pero Yelena era mucho más fuerte, así que pudo conmigo.

Antes de que pudiera darme cuenta, ella me estaba besando, y no tenía intención alguna de detenerla.

— Deberíamos ducharnos juntas —Sugirió en cuanto sus labios se apartaron de los míos y volvieron a atacar mi cuello mientras sus traviesas manos ascendían cada vez más hasta mis pechos.

Me removí incomoda y salí de la cama antes de que mi novia pudiera alcanzar su objetivo. Por supuesto, había olvidado el hecho de que yo estaba solamente en ropa interior.

— Lindo trasero, Katie —Halagó al sentarse y sujetar mis caderas, acercándome a ella con brusquedad y comenzando a depositar pequeños besos en mi estómago—... Todo en ti es lindo.

— Yelena, nosotras no... no... nosotras —Tartamudeé, pero sus labios acercándose cada vez más a mi punto más sensible no me permitían formular oraciones coherentes—... Amor, no podemos... Mierda, Yelena... Laura —Sus besos se detuvieron en cuanto pronuncié su nombre, y me miró con un dolor indescriptible en los ojos—. Ella murió hace dos días, Yelena. Debemos guardar luto y... Está mal que hagamos esto ahora.

Pensé que se detendría con un triste asentimiento, pero me equivoqué. Ella continuó acariciando la piel en mis caderas y mirándome fijamente a los ojos.

Estaba organizando sus ideas. Lo supe con solo verla.

La conocía tan bien que, al recordarlo, me da algo de miedo.

— Estamos muriendo, Katie —Me recordó antes de sujetar mis manos y llevárselas a los labios. Las besó con dulzura, como si fueran delicados pétalos de rosa, y luego me miró a los ojos como si en ellos se hubiera alojado el mismísimo sol—. Mañana podríamos no estar aquí, e incluso podríamos morir después de la ducha, o en medio de ella. Creo que Laura entendería esto.

Virus Letal | KatelenaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora