Capítulo 31: "Quédate junto a mi"

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Calliope
Una molestia en mi nariz, hizo que mis ojos se abrieran. Eran apenas las nueve de la mañana cuando mi cerebro decidió despertarse. Noté que la molestia en mi nariz, eran unos cuantos cabellos rubios...

Los quité y observé a la mujer que se encontraba durmiendo a mi lado plácidamente. Sonreí como tonta al recordar lo que habíamos hecho anoche.
Ella estaba desnuda, boca abajo, las sábanas apenas tapaban su espalda.

Deslicé las yemas de mis dedos por su brazo izquierdo y parte de su columna, recibiendo un sonido indescifrable de su parte.

Arizona se movió en la cama, hasta dejar su rostro en mi cuello, mientras sus manos me abrazaban y acariciaban mi nuca. Acaricié su cabello, con cariño.

— Buenos días.— susurró la rubia en mi oído seguido de una pequeña risita.

— Buenos días...

Giré mi cuerpo hacía su lado, dejando que me abrazase aún más, mientras mis manos iban a su cintura.

— Aún me duele la espalda por lo que me hiciste anoche.— susurré.

Arizona dejó escapar una risita burlesca contra mi cuello. Apartó su rostro del sector y me observó directamente a los ojos.

— Lo siento, prometo no ser tan salvaje la próxima vez.— sonrió y depositó un pequeño beso en mis labios.

— Próximo vez...— sonreí maliciosamente.

— ¿Acaso estás proponiéndome algo?

Arizona se subió sobre mi, dejando sus piernas a los lados de mis caderas. Sus manos se encontraron con mis costillas, poco antes de mis pechos. La rubia mordió su labio inferior, haciéndome estremecer. Lentamente fui sentándome en la cama, dejando mis manos en su columna. Sonreí apenas, al principio parecía algo inocente, pero tenía algo en mente.

[Dangerous Woman - Ariana Grande.]

Besé su clavícula, eran pequeños y los deposité también por su cuello. Poco a poco, fui bajando hasta el valle de sus senos.

— Calliope... ¿Qué estás haciendo?— susurró.

Mis besos siguieron hasta su pecho izquierdo, el cual chupé y mordí con ganas. Arizona gimió al instante en que mi lengua pasó por sobre su pezón con rapidez. La rubia posó sus manos en mi nuca y acercó mi rostro a sus pechos, tomé su pezón entre mis dientes y lo tiré apenas, haciendo que la mujer sobre mi se estremeciese.

— Callie...— jadeó.

Seguí torturándola por varios minutos, haciendo que sus pechos se volvieran rojos y fueran sensibles al contacto. Tuve que parar en cuanto sentí una de las manos de Arizona escaparse de mi nuca y comenzar a bajar por su abdomen hasta su centro.

Ella no iría a...

— Joder.— jadee en cuanto sentí como su mano comenzaba a hacer círculos en su centro.

Arizona estaba literalmente masturbándose sobre mi, mientras mi boca seguía sobre sus pechos. Ella acercó su rostro hasta mi oído y comenzó a gemir por lo bajo allí. No estaba segura de lo que estaba pasando exactamente, solo sabía que mi entrepierna estaba totalmente mojada.

Quité con rapidez la mano de la rubia de allí, la intercambié por la mía, haciendo que mis dedos se hundieran en ella bruscamente y con fuerza. Arizona gimió un poco más fuerte que la última vez, sus manos se sostuvieron con fuerza de mis hombros, mientras sus caderas se movían sincronizadamente con mis penetraciones.

Su liquido se dejó correr por mis dedos, haciendo que la mujer cayera rendida sobre mi, mientras su pecho subía y bajaba.

— No puede ser que folles tan bien...— susurró de forma sucia en mi oído.

Acaricié nuevamente su espalda, pero entonces Arizona dijo algo que me sacó de mis pensamiento.

Siéntate en mi cara.

— ¿Qué?— quería comprobar que lo que había escuchado, era realmente lo que había dicho.

— Ven aquí.

Arizona se recostó sobre la cama, acarició mis caderas con una sonrisa sucia. Hizo pequeños toquecitos en su pecho, al instante mis mejillas se tornaron de un color rojizo. Cerré mis ojos apenas y dejé que las manos de la rubia guiaran mis piernas hasta quedar sobre ella, pero mi vergüenza se fue en el instante en el que pude sentir su lengua tocar mi clítoris.

— Joder Arizona.— gemí.

Mis manos fueron a parar en la pared que estaba frente a mi, mientras mi cabeza se iba hacía atrás, debido al placer que sentía.

Nunca había hecho esto con nadie.

Su lengua seguía haciendo un desastre allí abajo, entonces sentí una de sus manos subir a mi pecho derecho, mientras que la otra tomaba mi cintura con fuerza. Comencé a mover mis caderas apenas.

Me sentía literalmente en el cielo de los orgasmos, Arizona sabía usar su boca. Su lengua comenzó hacer círculos en mi entrada, hasta que sin aviso previo, me penetró con ella. Entonces perdí todo el control y simplemente me dejé ir...

Caí rendida sobre el pecho de la rubia, que acariciaba mi cabello y me abrazaba con fuerza.

— Callie...

— ¿Si?— respondí en cuanto mi respiración se regularizó.

— Lo que dijiste anoche en la estancia...

— ¿Qué cosa?— subí mi mirada hasta llegar a sus ojos.

— Cuando dijiste que me amabas... ¿Realmente lo haces o solo fue por el momento?— susurró tímidamente.

Sonreí apenas y dejé unos de sus mechones detrás de su oreja,

— Arizona, te he amado desde el día en el que volví a verte en tu florería. Jamás dudes de eso, no lo dije porque estuviéramos teniendo sexo, realmente te amo.

Acerqué mi rostro hasta el suyo y deposité un tierno beso allí, nuestras lenguas jugaban entre ellas. Tomé un de sus manos y entrelacé nuestros dedos.

Necesitaba que ella sintiera todo lo que la amaba, todo lo que sentía cada vez que la besaba o la observaba, Arizona era todo lo que necesitaba para seguir en pie.

— Yo también te amo. Solo tengo una pregunta más.

— Dime.

— ¿Yo... yo soy tu novia? Es decir, si para ti es muy rápido, lo entenderé, pero necesito saberlo.

Reí apenas.

Esta mujer podía ser tan sexy y tan tímida a la vez, hasta recién me estaba diciendo que me sentase en su cara y ahora le da vergüenza preguntarme si somos novias.

— Claro que si, tú eres mi linda novia.

La abracé con fuerza con uno de mis brazos y con mi mano libre comencé a hacerle cosquillas en su abdomen. Arizona rápidamente rompió en lindas carcajadas.

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