Pygmalion [Lumity] [Amillow]

Drogas y tú

Tiene la vista justo en el frente, observa con fingido interés la pintura colgada en la pared de la habitación. A su izquierda, acostada en la cama sin preocupación alguna, Amity observa el techo tapizado con un fondo falso de estrellas.

-Abrázame. -dice ella, con la vista fija en las falsas estrellas. El humo del cigarrillo escapa de sus labios y su mirada gira hacia Willow a su lado.

Willow sigue con la vista en la pintura, sus labios se tuercen por un momento antes de regresar a su expresión impasible. Se toma un minuto antes de mirar por fin a Amity-. ¿Por qué?

-Porque estoy aburrida. -Amity da una última calada al cigarrillo y lo tira por la ventana abierta sin pensarlo demasiado.

-Esa no me parece una razón suficiente.

El silencio entonces se apodera entre ellas, pero no es incómodo. Nunca lo es.

Pasa casi un minuto completo, Amity decide levantarse y sentarse al lado de su amiga. Apoya su cabeza en el hombro de Willow, y esta última lo nota. Su cabello huele a flores. Willow entonces suspira, cuenta hasta tres, y recién entonces decide hablar una vez más. -¿Es en serio?

Amity sólo sonríe y ella entonces sabe que ha perdido. Se entrega al abrazo que su amiga desea y deja de aparentar que no lo había deseado sólo por un segundo. Cuando se separan, no deja de pensar como una chica que había nacido con una cuchara de oro en la boca y al mismo tiempo se crió de forma tan protegida por sus padres, no es otra que la chica a su lado que se niega a comer, que prueba todas las drogas que le ofrecen y no puede conservar a la misma novia por más de dos semanas cada mes.

Pero Amity suelta risas de falsa felicidad, le ofrece una sonrisa a la chica más pequeña que ella y su mano acaricia su rostro mientras sus miradas se cruzan.

-Me siento sola. -murmura, y su frente se pega a la de su amiga. -Y en serio, quiero drogarme ahora.

Willow parpadea con pesadez, su máscara una vez más se ha apoderado de ella. Su rostro es serio, pero ahora también quiere drogarse un poco. Quiere olvidar, quiere convencerse a sí misma de que estar enamorada de Amity está mal. Todo en ellas dos lo estaba.

-Es por eso. -su voz suena cansada, triste. -No me dejes, Willow.

Ella no dice que es porque Boscha y ella han terminado -por tercera vez-, tampoco dice que es porque Luz le ha dicho que quizá está enamorada de ella. Mucho menos menciona que siente ganas de besarle justo ahora. Amity simplemente aferra sus manos en la camiseta de Willow, aprieta un poco, su sonrisa no vacila, pero nunca se había visto tan falsa antes.

-Y, si tan sola te sientes, ¿por qué sigues acostándote con todo lo que se te cruza en el camino? -Willow le sonríe con falsa simpatía.

Pero Amity ni siquiera se ofende, en cambio, su sonrisa se ensancha. Y Willow presiente que se va a lamentar.

-Y, si tanto me amas, ¿por qué sigues dejando que me acueste con cualquiera menos contigo?

Y eso duele. Willow se aparta de Amity, quiere irse, patear la puerta y joder, quiere besar a su mejor amiga ahora. Pero, en cambio, simplemente saca otro cigarrillo del paquete abandonado en la mesita de noche, lo enciende y deja que sus pulmones se inunden con el tóxico placer y calma que le provoca.

-Te odio. -miente.

El humo sale de sus labios, Amity se ha acercado a ella. Es más alta que ella. Amity entonces agacha su rostro, sus labios se rosan y Willow se relame los suyos propios en un acto de reflejo.

-Si eso es así. -dice Amity-. Entonces, ¿también odias a Luz?

-Cállate.

No quiere recordar a esa chica. No ahora.

-Entonces, bésame.

Y la besa. Los labios de Amity la envuelven, le quitan el aliento. La asfixia.

La besa urgentemente, para calmar la amargura que le sube por la garganta y amenaza con salir por cada poro de su cuerpo.

El beso termina siendo como la seda, como si ninguna de ellas dos quisiera que acabara, como si no quisieran que todo siguiera igual que siempre, y al mismo tiempo, les enferma que todo siguiera siendo como siempre. Se besan, sobre todo, para gritarse mutuamente lo mucho que se necesitan en sus vidas.