Capítulo tres: Nathan volvió

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Nathan volvió

Nathan llevaba unos cinco minutos mirandome, sin quitarme el ojo de encima ni para pestañear.

Me estaba poniendo nerviosa y a la vez furiosa... él era mi hermanastro, sí, era el hijo de una relación que tuvo mi padre, pues tiene dos años más que yo. Mi padre engañó a mi madre y dejó un regalito. Mi madre por aquel entonces ya estaba con los trámites del divorcio.

Nathan tiene 20 años y yo casi 18, él siempre ha sido maduro, siempre. Tuviera la edad que tuviera. Pero me hizo daño, pues él me abandonó. Me dejó tirada como a un pañuelo, como a un cachorrillo en la calle. Yo, si, yo. Me enamoré de él y se marchó con otra. Megan, esa que era más guapa que yo, más divertida y que llegaba ha hacerme la vida imposible.

-Abril... -Dijo, acercandose a mi.

-¿Por qué? -Dije, alejandome dos pasos de él.

-¿Por qué? -Repitió la pregunta que formulé.

-¿Por qué te fuistes? -No quería llorar, no delante de él.

-Ya sabes... -Cerró sus parpados y quito de mi visión sus preciosos ojos marrones.

-No, no lo sé. -Hice una pausa para aclarar mi garganta. -No sé porqué te fuistes y me dejastes. -Respiré fuerte. -¿No era lo suficientemente buena para ti? -Me acerqué a él. -¿Tenías miedo de estar conmigo? -Apreté mis puños. -¿Tenías miedo de estar con una depresiva? -Las lágrimas se fueron formando, junto al nudo en mi garganta, al recordar todo lo que sufrí por perder a una de las personas más importantes de mi vida. -Eres un cobarde. -Solté, aunque lo que recibí de su parte no fue un insulto, su puño impactó en mi ojo derecho, caí al suelo voluntariamente y fue entonces cuándo otro golpe impactó contra mi, una patada fue a mi estomago, mis lágrimas caían por mis mejillas e intenté defenderme, pero fue imposible, él era mucho más fuerte.

-No soy un cobarde. -Su voz sonó agitada.

Lo miré, estaba con una postura realmente temible, sus puños estaban apretados a cada lado de sus caderas y sus ojos marrones se veían negros.

-Sí, sí lo eres... -Mi mano fue de proteger mi estomago a señalarle con el dedo. -Tú no eres un hombre, eres un cobarde y me las pagarás, no sé que te sucede, pero créeme que la que te tendría que golpear soy yo. Me has pillado con la guardia baja, pero ten mucho cuidado, Nathan... iré a por ti, con ayuda o sin ella, juro que me las pagarás. -mis lágrimas aumentaban cada vez que él sonreía irónico.

-No puedes demostrarlo, Abril... -Sonrió irónicamente. -Es tu palabra contra la mía.

-No eres el mismo, el de antes no hubiera echo esto. -Sentí como el ojo me palpitaba debido al tremendo golpe. -Tú no eres el chico del que me enamoré, esa zorra te cambió. -Grite en un llanto.

-Callate, no quiero escucharte más, vine aquí a arreglarlo, pero no me has dejado opción, has levantado el hacha de guerra antes de escucharme y con la misma moneda te he pagado, no llames zorra a una persona que te superó en todo y créeme, no quería hacer esto. -Se rasco nerviosamente la nuca.

-Las apariencias engañan y tú no veas cómo me engañastes. -Aprete la mandíbula al ver que de nuevo se colocaba la mochila que trajo con sigo.

-Me voy, tranquila, no me volverás a ver nunca más. -Pasó por delante de mi y abrió la puerta.

-Te veré el día del juicio. -Dije, con toda la furia que tenía.

Gruño y su cuarenta y cinco de pie impactó contra mi frente, dejandome con la vista borrosa y respirando con dificultad.

_ _ _

-¿Qué tal? -Preguntó Anne.

-Bien. -Dije, no quería seguir la conversación.

Ayer mi padre, cuándo me vio así, que por mala suerte no pude ocultarselo, quiso matar al responsable, al responsable que yo oculté y no sé porqué lo hice. Quiso llevarme al médico, pero no quería, estaba perfectamente.

Ibamos de camino al instituto y cómo de costumbre, Anne pregunta que tal estoy y que tal el finde semana y bla, bla, bla. Pues pasé un finde semana en casa, dándome una crema en el ojo para curarmelo, pues fue un signo de violencia que dejó, junto con los moratones del abdomen.

-Oye, ¿y esas gafas? -Vi cómo sonreía atraves de los cristales.

-Mm, tengo ojeras. -Dije, crucé los dedos para que no intentara quitarmelas.

-Va, quitatelas y deja ver esos preciosos ojos azules con las ojeras más bonitas ignoradas de la historia. -Acercó sus manos a las gafas y sin que yo pudiera evitarlo, fue más rápida y me las quitó, el sol me dio de lleno en los ojos y cuándo miré a Anne, observé que estaba con una mirada muy fría y confundida.

Comencé a caminar de nuevo, más rápido y ligera, mi amiga caminaba por detrás de mi, pisandome los talones y en silencio.

-¿Quién te lo hizo? -Adiós al silencio.

-Me dí contra una puerta. -Mentí y fue la mentira más estúpida que pude decir.

-¡Quien! -Me cogio de la muñeca, haciendo que parara y volteara hacía a ella.

-En serio. -Quería que se diera cuenta de que no quería hablar de ello. Cogio mis hombros y me giró. -No me mires. -Bajé la cabeza y coloqué mi mano en mi ojo derecho para quitarlo de su campo de visión.

-Abril, confía en mí. -Me miró con los ojos llenos de lágrimas que pedían a gritos salir y resbalar por sus mejillas.

-Nathan. -Solté.

Abrió los ojos y cuándo pestañeo las lágrimas que guardaba en sus ojos salieron.

No dijo nada, permaneció callada hasta que algo me punzó el corazón.

-Nathan ahora es mi novio, Abril.

Holii, siento haber tardado pero es que tengo exámenes y estoy super agobiada, pido disculpas:(

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GRACIAS POR LEER ESTA NOVELA♡♡♡♡♡♡

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