Capítulo cinco: El autobús y el Jardín.

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El autobús y el Jardín.

Y ahí estaba yo, en el autobus, con la dirección de Aidan en mi mano y con los cascos en mis oídos, la música a todo volumen, la canción "LUNA NEGRA" de Beltran inundaba mi cerebro.

En el bus no había mucha gente, algún que otro anciano, un jóven al fondo...

Un jóven al fondo, un jóven al que le sentía su mirada en mi nuca.

Me giré ligeramente y disimuladamente, me clavó sus ojos verdes de una manera bastante espeluznante.

Aparté mi mirada y mis ojos se pusieron a mirar por la ventana, evadiéndome de lo que ocurria a mi al rededor, hasta que noté que alguien se sentó a mi lado.

Volteé y descubrí que el jóven del fondo se había sentado a mi lado.

Tragué saliva e intenté parecer tranquila.

Me miraba y me miraba hasta que oí su voz, una voz muy ronca y sexy.

-Cómo puede ser que una chica tan bella como tú tenga ese moratón, ¿quién a sido el animal que te lo ha hecho? -Dijo, frunciendo el ceño.

-Oh... me dí con una puerta -Dije, porque no sabía que contestarle a eso, estúpida Abril, estuuuuupida.

-Vaya excusa tan barata me acabas de colar, cambia de mentira... -Sonrió.

Me quedé parada mirandolo, esa mandíbula marcada, esos tatuajes que le asomaban por el cuello, esas manos tan cuidadas... ¿quién eres querido extraño?

De repente noté que se levantó y clicó el botón para bajarse en la próxima parada. Volteó, me miró y miró su asiento, bajó y seguidamente pude divisar un papel, en él se encontraba un número de teléfono, también se encontraba su nombre, Alex.

Mis dedos acariciaron el papel y lo refugié en mi bolso.

Alex... ¿por qué te has bajado tan pronto? Me dije a mi misma, creo que me estoy volviendo loca.

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Llegué.

Estoy en frente.

Oh dios.

Respira.

Respira, Abril.

Me encontraba justo en frente de la casa de Aidan, una bonita casa, además grande.

A mis piernas les costaba avanzar, la verdad que me temblaban a menudo que me iba acercando a más a su vivienda...

Para cuando me dí cuenta ya estaba llamando al timbre.

"Din don"

Me quedé parada, mirando la puerta, parecía que llevaba esperando seis horas frente a ella.

Empecé a sudar, a marearme y ha temblar como un flan.

Pestañeé fuerte y cuando abrí los ojos vi otros unos centímetros más arriba.

-Hola. -Dijo Aidan con una sonrisa.

-Hola, Aidan. -Dije, nerviosa.

Silencio.

Más silencio.

-¿Quieres pasar? -Soltó después de dos minutos mirandome fijamente.

-Eh, claro, sí. -Dije, avanzando un pasó, aunque noté como una mano tocaba mi hombro y me paraba, Aidan sonreía mucho, me estaba poniendo nerviosa.

-Si quieres pasar, tendrás que buscar la manera de entrar. -Después de esto, cerró al puerta al instante.

Abrí mis ojos como platos y mis dientes comenzaron a aprentarse demasiado.

-¡AIDAN! -Grité con todas mis fuerzas.

¿No será capaz?

¿Qué pregunta es esa, Abril?, me canso de llamarte estúpida.

Creo que algún día desconectaré a mi cerebro, lo único que hace es insultarme, estúpida yo... bueno sí, un poco.

Giré sobre mis planas zapatillas y avancé, mire a izquierda y a derecha, en la derecha había una pequeña valla de madera.

Comencé a caminar hacia ella, abrí suspirando, a saber que me encontraba aquí.

Tiré de la puerta y pude divisar que al otro lado había un jardín enorme, con una piscina enorme también, sonreí y me adentré en él, había también muchas rosas, rosas rojas, blancas y... negras.

Avancé por el caminito que había de tierra y piedras, para cuando me dí cuenta, ya que estaba muy distraída, sentí como uno de mis pies resbaló y después sentí mi trasero, mi espalda y mi pelo llenos de barro.

Tenía ganas de llorar, me quedé tumbada unos minutos, poco después me puse en pie maldiciendo a Aidan.

Pero tenía que seguir intentando entrar en su maldita y preciosa casa.

Caminé y caminé y paré.

Un perro.

Un pitbull.

Un pitbull dormido.

Empecé a sudar, tenía sudores fríos... aunque luego después de unos segundos vi que estaba atado.

Tranquila.

Tranquila, Abril.

Entonces seguí buscando la manera de entrar y es cuando vi la puerta trasera medio abierta.

Vía encontrada señor cerebro bocazas.

Me acerqué y tiré de la puerta, cuando pude ver que había al otro lado, me encontre a un Aidan, un Aidan riendo, un Aidan con una mano en la nariz.

-¿Ese olor procede de ti, señorita? -Hizo un gesto de asco con la cara y otro con la mano.

-Em, me caí en... en el barro de tu jardín. -Estaba nerviosa pero también enfadada. -¿Te crees que esto es supervivientes o algo? -Dije, mirandole enfadada.

-No, pero deberías ducharte. -Sonrió. -Arriba a la derecha la primera puerta. -Me señaló las escaleras. -Ahora te llevaré toallas y ropa limpia, ¿te importa que sea mía?, no suelo vestir de tía la verdad. -Dijo, mirandome divertido.

-No, no me importa. -Le sonreí de medio lado, seguía enfadada.

Claro que no, no estás enfadada, estás encantada y te encanta querida.

Lo que digo, algún día lo desconectaré, yo odio a Aidan.

Bueno o eso creo...

Holaaaa chicas y chicos, lo siento por estar sin escribir tanto tiempo, la verdad que he estado ocupada y además tenia poca inspiración, pero ahora intentaré subir más amenudo, muchos besos baes💋💋💋

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⏰ Última actualización: Jan 03, 2018 ⏰

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