¿Se puede tener una relación estable con un mafioso adicto a las píldoras y la vida bohemia?
Estaba por averiguarlo... estaba por cometer el mejor error de mi vida...
-¿Qué haces?- me preguntó el hombre junto a mi.
Lo miré de reojo -Nada que sea de...
Al momento de abrir la puerta, me llevé el susto de mi vida, ver a Sanzu parado justo al momento de abrir, cerré y me apoye en la puerta.
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Me miró con el ceño fruncido –¿Te divertiste? – se cruzo de brazos.
Me separe de la puerta y dejé mi bolso en el sillón –¿Acaso no me viste? –
–¿¡Por qué te acostaste con él!? –
Volteé a mirarlo y su cara psicópata me miraba fijamente –Tú andabas con otra, ¿no me puedo divertir yo también? – me acerqué a él y puse mis manos en su pecho –Si tu puedes, ¿por qué yo no? – desabroche un par de botones de su ropa.
Me sujeto por la cintura –Porque eres mías, son mis reglas–
Solté una carcajada sarcástica –No Sanzu... no soy tuya...–
Me sujeto de la nuca con firmeza y se acercó a mi cara –Me perteneces–
Lo mire seria –Si soy tuya, ¿por qué no eres mío? –
Junto nuestras frentes y su sonrisa cínica se presentó –Mis reglas–
–Entonces... métete tus reglas por el culo– me separe de él y salí corriendo a la habitación.
Sentí sus pasos justo detrás –¡Ven aquí! –
Entre en la habitación y cerré con seguro –No–
Golpeó la puerta –¡Abre la maldita puerta! –
–¡No! – hablé entre risas, cuando esta drogado se irrita con más facilidad.
–¡Abre la puerta! – sentí que pateo esta.
–¡No la patees! ¡La vas a ensuciar! –
–¡Me importa un carajo! ¡Yo pagué esta mierda! –
Reí en silencio y me acerque a la cama –Voy a dormir–
Otra patada llegó a la puerta –¡Abre! –
–¡Oblígame perro!– me saque la ropa y fui al armario.
Otra patada –¡VOY A TIRAR LA PUTA PUERTA Y TE VOY A MATAR! –
Tomé una camiseta y me la puse –¿Matarás a tú pertenencia? – pregunté burlona y me metí bajo las sábanas.
Con la siguiente pata la puerta cedió, tras otra esta cayó al suelo y lo mire –Si– dijo serio caminando a mi.
Me cubrí con las sábanas y comencé a reír –¡Eres un loco hijo de puta! –
Saco las sábanas dejándome al descubierto, me tomo de los tobillos y me jalo al borde de la cama –¡Deja de provocarme! –
En el arrastre se subió la camiseta, dejando mi torso al descubierto, mis senos a su vista, las marcas de Rindo en mi pecho y senos –Jamás...– lo mire provocativa.
