Desperté y mis ojos solo vieron la oscuridad de mi cuarto, una oscuridad tan densa que no podrías ver ni tus manos, mi cama como siempre suave, me envuelve con las sabanas como si fueran brazos cálidos abrazándome, suplicándome que no vaya.
Tenía un sueño hermoso ¿Por qué tuve que despertar? Soñaba que... no recuerdo que soñaba, pero era mejor que estar despierto...creo que estaba volando en mi sueño... mi mente divaga como de costumbre, pienso en todo y a la vez en nada, nada en lo que pienso me da una razón para levantarme.
La pereza me consume, mi cuerpo no se mueve, no porque no pueda sino porque no quiere, si me moviera solo seria para acomodarme creo que la cama ya tiene mi forma marcada y siento que cada vez se hunde más a medida que pasan las noches.
¿Por qué no me quiero levantar? Seguro es un día hermoso y habría algo interesante que hacer, pero mi mente está cansada de tanto soñar... y de tanto pensar, solo quiero estar echado un rato más, unos minutos o unas horas o una vida entera si se pudiera, solo quiero estar soñando y dejar de ser. Abrazo mi almohada, solo me muevo para acurrucarme y soñar una vez más.
Alguien toca la puerta, tres golpes da, que en medio del silencio total de mi cuarto hizo que sonaran como truenos golpeando al cielo, los golpes fueron acompañados de una voz firme pero femenina ¿y que otra voz seria así más que la de mi madre? Me pidió que me levantara preguntándome hasta cuando voy a dormir, quisiera darle una respuesta, su reclamo bastó para que, por lo menos hoy, pudiera dejar mi cama y pudiera estar despierto un poco más.