A las tres de la mañana del 26 de abril, Antonio Gabriel López Andrade se estaba alistando para irse del país, otro de los tantos que abandonan sus tierras para vida mejor, su novia lo esperaba en Portugal, país que de apenas sabia su existencia y mucho menos sabia su lengua, pero para él era una oportunidad para empezar la nueva vida que tanto deseaba y una chance para poder volver a ver a quien quería.
El nerviosismo y la emoción hacia que le temblaran las manos al terminar de empacar lo que le faltaba, su vuelo salía a las 6 am y no vive muy lejos del aeropuerto pero sus ansias no lo dejaron dormir un rato más. Terminó de empacar, revisa si no le falta nada más, ve claramente que todo está en su sitio, vuelve a revisar que no le falte nada, cierra la maleta, para luego volver abrirla y revisar bien que nada falte.
Anhelo irse desde que su mujer se fue, incluso antes de que ella se fuera ya tenía deseos de abandonar a su tierra, ya se había despedido de sus amigos y familiares, no le dolió tanto despedirse ya que siempre tenía claro que si era el quien se iba serian ellos los que se fueran. Pero cuando faltaba tan poco para dejar todo, a pocas horas de abordar un avión e irse a un país sin tener la certeza de que volverá, a tan poco de cumplir su meta tan esperada, Antonio miró por última vez su apartamento, observó por un momento ese pequeño lugar que lo vio crecer, y sintió nostalgia.
Una muy leve amargura tocó su corazón cuando le vinieron recuerdos de todo lo que vivió en esas cuatro paredes, miró esa mesa marrón de la sala, en la que nadie se sentaba a menos que alguien cumpliera años, recordó como su familia y amigos se reunían con él a celebrar, vio ese sofá verde en el que se pasaba las tardes a ver televisión cuando era niño y su madre lo regañaba por perder el tiempo, recordó que ahí fue su primer beso con su primera novia y la primera vez que dijo un "te amo".
Vio la cocina y recordó como su madre hacia las arepas para él antes de que se fuera al liceo, como le gritaba su nombre "¡Antonio Gabriel!" sin importar que eran las cinco de la mañana y los demás vecinos dormían, recordando eso y dándose cuenta que todavía tenía tiempo, quiso hacerse una última arepa antes de irse.
La hizo exactamente como lo haría su madre; primero el agua con un poco de sal, luego la harina y después amasar, vio por un segundo a su madre a en la cocina como si todavía siguiera con él, acompañándolo mientras friega como cualquier otra mañana. Comió, era una arepa de queso como las millones que ha comido, pero para Antonio era la mejor arepa de queso que se comió en su vida, porque sabía igual a las que hacia su mamá, comió feliz pero con lágrimas en sus ojos.
Después de comer, fregó y en la cocina vio la escoba que estaba abandonada en la cocina, tenía más polvo que el mismo piso ya que a él no le gustaba barrer, pero ya que era su ultimo día en su hogar lo vio necesario, barrio todo el apartamento, cuando terminó, quiso pasar coleto, cuando acabó, quiso limpiar las mesas... y así, sin darse cuenta, terminó limpiando todo el lugar.
Sin darse cuenta el tiempo pasó volando, ya estaba quien lo llevaría al aeropuerto esperándolo abajo en la entrada del edificio, cuando sonó su teléfono para avisarle él contestó con preocupación, pidiendo que lo espere que ya iba a bajar. Buscó sus llaves, su pasaporte y sus maletas (revisando fugazmente si no le faltaba nada) y corrió directo a la puerta principal, metió la llave en la cerradura, quitó el seguro y... se detuvo.
Por unos segundos se detuvo, Antonio pegó su cabeza contra la puerta, invadido por el pensamiento de que cuando la cruce la puerta ya no volverá, también por la incertidumbre de no saber cómo le ira por allá, su corazón se aceleraba y la duda lo invadía, pero, en medio del pánico escuchó una voz, una voz familiar que con mucho amor le dijo
-ve y cuídate
El miedo se convirtió en paz con solo escuchar esas palabras y con una sonrisa en el rostro giró la perilla de la puerta, salió de su apartamento, vio por una última vez lo que fue su primer hogar, trancó la puerta y se fue a buscar uno nuevo.