—Hola cielo.
—Hola mi princesa. —Le contestó Darien desde la cocina mientras terminaba de preparar la cena—¿Qué tal tu día?
—Estuvo muy tranquilo.
Le respondió Serena mientras dejaba su finísima bolsa sobre el sofá, se descalzaba los zapatos e iba con él a la cocina para ayudarle, pero más que eso, para saludarle.
—¿Necesitas ayuda?
—No, —le respondió con una gran sonrisa y acercándose para darle un beso—tengo todo bajo control.
Serena recibió su beso con gusto, pero, y al percatarse de aquella cerveza corona sobre el mesón de la cocina, se preocupó de nuevo. Era lindo que él estuviera dispuesto a intoxicarse con ginebra cada noche para poder hacer el amor con ella, y que mantuviera, a como diera lugar, un pack de frías cervezas en la nevera para poder hablarle sin la necesidad de tener que usar su tableta, pero estaba angustiada por él, creía que si seguía así tarde o temprano se iba a enfermar.
Después de besarlo y entrelazando sus manos en su cuello, le dijo...
—No puedes seguir haciendo esto, cielo.
—¿Hacer qué cosa? ¿La cena?
Le preguntó sonriente.
—No, amor, bebiendo. No puede ser que para que me hables tengas que tomarte una cerveza y para que me hagas el amor intoxicarte con una fuerte cantidad de alcohol. Esto no puede seguir así, Darien. Me hace sentir muy mal que tengas que hacer todo eso para poder estar conmigo.
—No, no, por favor no me hagas esa cara, mi reina de las flores. —Le tomó el rostro en ambas manos y después de darle un tierno beso, volvió mirarla para decirle...—No te pongas así, por favor.
—¿Cómo no? Dime, ¿cómo no hacerlo? Llevamos un mes así y, aunque ha sido maravilloso, me encanta estar contigo, tú simplemente no puedes...
—Eso es lo único que importa. —Sonrió y posó ambas enormes manos sobre su ajustada cintura—Tú lo acabas de decir, todos estos días han sido maravillosos y, Serena, escúchame muy bien lo que te voy a decir. Sin importar lo que tenga que hacer, quiero estar contigo.
—Darien...
Suspiró con ternura y lo miró del mismo modo.
—Ya no puedo imaginarme una sola noche sin hablarte, sin dormir a tu lado. Si tengo que beberme una licorería completa para poder estar así, feliz y junto a ti, pues que así sea.
—Darien, —lo abrazó con ternura y todas sus fuerzas—eres increíble, cielo.
Darien y Serena se llevaban muy bien, de maravilla, era como si se conocieran desde siempre, de toda la vida... compartiendo la vida juntos y cada día más, y más, y más enamorados, había ciertas cosas que les quitaba la paz, como los problemas que los rodeaban, por ejemplo. Serena había empezado a tener problemas en su trabajo a causa de Rei y, ocasionalmente, no todo el tiempo, discutía con Darien por sus celos, él, era increíblemente celoso con ella.
Esa noche y mientras él se cambiaba, mientras se cepillaba los dientes y se ponía el pijama, Serena había ido a la cocina a buscar la botella de ginebra. Encontrándola y cambiándola de lugar, escondiéndola, regresó a su habitación para no levantar sospechas.
Entre las sabanas, en una suave, pequeña y seductora pijama negra, escuchó cuando él le preguntó por la botella; al parecer venia de la cocina y no la había encontrado.
—La escondí.
—¿Por qué hiciste eso?
—Porque lo que te dije es cierto. No puedes seguir bebiendo cada noche para poder hacerme el amor, eso no es para nada saludable.
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Mi querido padrino mágico
Fiksi Penggemar- ¡¿Por qué no puedo moverme?! ¡¿Qué me hiciste, hijo de tu chingadisima madre?! - "Antes que nada, tienes que tranquilizarte" - ¡¿Qué me calme?! -Le gritaba Serena furiosa, asustada, temblorosa y sin poder mover un solo musculo- ¡¿Cómo quieres que...