Capítulo 3: Castigo

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"La gente no nace buena o mala.

Quizá con tendencias hacia un lado u otro,

Pero es el modo en que vives tú vida lo que importa."

-Cassandra Clare, Cazadores de sombras (Ciudad de fuego celestial)

-Oh Dios -digo mientras me agacho para mirar más de cerca a Marcos, Tiene el brazo roto, es evidente, esta doblado de una forma en la que un brazo común no debería estar doblado, me recuerda a un contorsionista de circo solo que desmayado y con sangre. El profesor tiene una cortada en la mejilla derecha y moretones por todo el rostro. Su maletín ha aterrizado media calle delante y la gente ya se está amontonando a contemplar lo sucedido. Acerco mi cabeza a su pecho con la esperanza de oír el latido de su corazón y quedo helada.


-¡ESTA MUERTO! -grita alguien desde el carro negro, al parecer el conductor no ha quedado con vida, al igual que Marcos...


No me lo creo, lagrimas ruedan por mis mejillas, vuelvo a pegar mi oído a su pecho, nada, no se escucha nada; tomo una gran bocanada de aire y agarro su muñeca (la de la mano buena) e intento sentir pulso, nada. Dios está muerto, Marcos está muerto.


De repente estridentes sirenas suenan a lo lejos, al parecer alguien llamo a emergencias. Pero ya no hay nada que hacer, además de llevarse los cadáveres. El auto se estaciona rápidamente y socorristas bajan velozmente de él, dos se dirigen hacia nosotros una mujer y un hombre; en el último instante lo pienso; palpo los bolsillos del pantalón de Marcos para encontrar su teléfono móvil si es que aun funciona, alguien debe avisar a un familiar. Cojo algo duro y cuadrado y lo deslizo al fondo de mi bolsillo justo cuando llegan los paramédicos.


-Está muerto -le digo al hombre que se agacha a mi lado -No tiene pulso -lo miro a los ojos.


-¡RAPIDO EL DESFIBRILADOR! -grita el hombre


Baja rápidamente un tercer paramédico de la ambulancia y con él un aparato, lo he visto antes en la televisión es ese equipo con el que intentan revivir a las personas que sufren ataques de paro cardiaco


-RAPIDO CARGA A 200 J -Indica el medico que parece llevar el control de la situación -¡VAMOS HENRY, REACCIONA! -le grita al paramédico que sostiene el aparato.


Mientras la mujer trabaja rápidamente desabotonando la camisa de Marcos


-¡LAS PALAS! ¡AHORA! -Henry le pasa dos cuadrados con superficie metálica que se conectan al aparato por un largo cable -DENME ESPACIO -ordena


Yo ya me había retirado a una distancia prudente, el paramédico frota las palas con ambas manos y las deposita furiosamente en el pecho del profesor este rebota unos centímetros. La mujer acerca su oído al corazón de Marcos, justo como hice yo al principio.


-Nada -dice mientras se incorpora


-¡DE NUEVO! MISMA CARGA ¡RÁPIDO! -EL paramédico vuelve a frotar las palas y las vuelve a depositar en el cuerpo de Marcos este vuele a saltar y choca estrepitosamente contra el suelo. La mujer vuele a verificar él puso. Se levanta con una cara de profundo alivio

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