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Tony llevó a Steph a su casa. Sabía que Peter estaba con sus vecinos, así que no estaba preocupado.

Steph no sabía que pensar. Tony no había dicho una sola palabra, ni siquiera cuando se encontraron en la estación de policías. Él solo tomó su mano y la sacó de entre el montón de paparazzis sin ningún problema. Ahora que estaban en su casa, no tenía idea de qué hacer. Si bien había estado enojada anteriormente, en ningún momento se le pasó por la cabeza hacerle un número al mecánico. Aunque obviamente esa había sido la intención de ese idiota que se hacía llamar el heredero de un imperio que, por lo poco que sabía, era probable que perteneciera a Tony.

Recordar a Gregori Stark hizo que Steph sintiera su sangre bullir de nuevo en su interior. Apretó sus manos sin poder evitarlo.

Tony detuvo su caminata que se había mantenido desde el momento que entraron en su hogar. Miró los puños de Stephanie y luego su rostro. Ella estaba mirando un punto fijo en el suelo, seguramente pensando en el idiota de su hermano.

Tony murmuró una maldición antes de sentarse junto a ella y tomar su mano para que aflojara sus puños.

—Habla—dijo Tony en tono suave pero exigente. Debía saber qué fue aquello tanto la hizo enojar.

Steph suspiró incapaz de negarle nada a Tony.

—Gregori compró acciones en la WWE—dijo ella, frunciendo el ceño—. Dijo que... Que si no me alejaba de ti, iba a echarnos a la calle a mí y a Bucky y que iba a impedir que volviéramos a tocar un cuadrilátero.

—Ese idiota—masculló el genio.

—No puedo negar eso... Pero... Eso no fue lo que me molestó.

Tony la miró con atención, lamentándose cuando vio los rasguños en su piel y la sangre seca en su cabello y en su oreja.

—Él... Él habló de tu pasado...

Tony sintió el suelo volverse blando bajo sus pies. A pesar de estar sentado, tuvo la sensación de caerse a un precipicio.

—Tu hermano dijo que... Qué Stark Industries casi se iba a la quiebra por tu culpa y... Habló de un contrato y...

Tony suspiró, soltó la mano de la rubia y se talló el rostro con ambas manos.

—Era un ebrio sin límites—dijo Tony—. La bebida me hizo hacer muchas estupideces pero... Lo que más jodió a mi padre, fue el hecho de casi vender mis acciones a un idiota de un imperio armamentista que mantiene a su gente aislada y completamente bajo su control. Yo... No me importaba... No era consciente del alcance que podía tener el que un hombre como él tuviera acceso a nuestra tecnología.

Stephanie escuchó atentamente, aunque la historia ya la sabia gracias a Gregori.

—Rhodey estaba conmigo y él fue el que evitó que firmara ese estúpido contrato... Sin embargo, ya había hecho otros tratos con él a escondidas de todos y... Bueno... Creo que cuando Peter llegó, fue el pretexto perfecto para echarme.

Tony comenzó a ponerse nervioso al ver que Steph no pronunciaba ni una palabra. No podía culparla si pensaba que era un imbécil y que no valía la pena salir con un tipo como él. Tony aún tenía ligeros problemas con la bebida, pero había conseguido volverse un experto en ocultar aquellos tics nerviosos que le provocaba el no tomar al menos una copa. Pensaba en que, fue bueno mientras duró.

—No me importa lo que haya pasado—dijo ella finalmente, conectando sus ojos con los cafés del otro—. Él me amenazó, a mí y Bucky, mi familia—ella hizo una pausa como si estuviera ordenando sus pensamientos para tratar de decir de la manera que quería lo que pensaba de todo aquello—. Es extraño que tu hermano insista tanto en que tú no aparezcas de nuevo en su radar... Y ahora... Lo único que deseo es verlo hundido en la mierda por haber hecho lo que hizo.

Los ojos de Tony brillaron en reconocimiento. Era terriblemente excitante ver a Stephanie así de segura y firme con sus palabras.

—Sé que no me harás caso en mantenerte alejada del asunto... Así que... Tendremos que trabajar juntos en esto—dijo Tony frunciendo el ceño y mirando a la rubia con determinación.

Steph sonrió tranquila al saberse parte de aquello. No era nada bueno lo que estaba ocurriendo, pero justificaba su increíble irá al hecho de que Gregori la había atacado justo en el orgullo, y ella nunca se dejaría dominar.

—Cuenta conmigo—dijo ella, antes de robar un suave beso al castaño.

Sin duda, las cosas iban a empeorar, pero de nuevo, mientras siguieran juntos, estarían bien.

Fanáticos De Las Luchas (TERMINADA)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora