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Stephanie estaba saliendo de un supermercado cuando en la periferia de su visión vio a un hombre salir casi al mismo tiempo que ella, deteniéndose a pocos pasos a su costado derecho. Por inercia, giró su cabeza, y grande fue su sorpresa al ver de quién se trataba. Al instante una sonrisa se formó en sus labios.

Tony maldijo y estuvo a punto de volver al interior del supermercado, cuando su mirada se encontró inevitable con la rubia de sus sueños. Abrió ligeramente su boca, sorprendido de tenerla al frente.

—Hola—saludó Steph, pero no recibió respuesta, el hombre solo seguía mirándola fijamente, de manera boba. Inevitablemente sus pálidas mejillas se sintieron calientes y soltó una baja risita nerviosa. Nunca nadie la había mirado así.—¿Se te perdió algo?

Tony parpadeó confuso, saliendo de su aturdimiento y golpeándose mentalmente la cabeza por quedar como un idiota frente a la rubia luchadora. Carraspeó antes de poder decir algo, esperando que su voz no saliera baja.

—Ah, hola... Si, yo... Creo que... Creo que dejé las llaves de mi auto en la caja—explicó torpemente. Bueno, eso salió peor de lo que pensó.

Steph sonrió en comprensión. Tony se dio cuenta que ella lucía muy distinta de como la había visto en la entrevista. Ella parecía relajada, menos agresiva, y podía decir que hasta se veía más bonita.

—Solo... Dame un segundo.

Tony se perdió dentro del establecimiento y Steph solo se quedó ahí esperando. No sabía porqué se quedaba ahí. Quizás si fuera cualquier otra persona o fan, ella simplemente se habría largado sin importarle nada. Pero se trataba de Tony, el padre de aquel niño adorable y... Bueno, ella no sabía exactamente lo que la llevaba a permanecer ahí de pie. No negaba que era un hombre sumamente atractivo, pero la verdad, era que no creía que eso fuera lo único que le llamara la atención de él.

—Volví—dijo Tony, está vez dedicando una preciosa sonrisa de dientes blancos a la luchadora.

Steph se estremeció ligeramente pero hizo todo un esfuerzo para que Tony no lo notara.

—¿Vas a algún lado?—dijo ella, señalando la pequeña bolsa que cargaba el hombre.

Tony asintió.

—Es viernes. Voy a casa temprano para estar con mi familia.

Entonces, Tony se dio cuenta que había echado las cosas a perder cuando vio el brillo de decepción en los ojos de Stephanie.

—Quiero decir... Con mi hijo y nuestros vecinos... Yo... Ellos cuidan de él cuando trabajo y... Bueno yo... Para mí ellos son...

Steph soltó una nueva risita boba, casi suspirando de alivio. Eso quería decir que... ¿Peter no tenía mamá? Debería sentirse mal por eso pero, también le daba una ligera chispa de... ¿Esperanza? Steph ya había perdido la cabeza.

—Tranquilo, no tienes que explicar—dijo ella, sonriendo al mayor.

—Lo siento... Yo...—Tony miró hacia su camioneta y luego nuevamente a la rubia—. Debo... Debo irme... Mi hijo...

—Entiendo—Steph asintió.

—Sí, yo...

Stephanie no podía dejar de soltar risas ante el adorable balbuceo del otro. Era un hombre grande pero, era terriblemente adorable verlo tropezar con sus propias palabras.

—Anda ve. No querrás hacer esperar a  tu familia.

—Sí, sí—Tony sonrió levemente, clavando sus ojos en esos bellos ojos azules de la chica. Si era sincero, no quería irse. ¿Cuándo volvería a tener una oportunidad como esa? Se estaba retorciendo por dentro para buscar cualquier pretexto e impedir que ella se fuera—¿Te gustaría venir?

Lo ojos de Steph se hicieron enormes ante la sorpresa de aquellas palabras soltadas de manera tempestiva. Aunque moría por decir inmediatamente que sí, su boca no se movió ni un milímetro.

—O no... Solo... Bueno, creí que... Bueno es que... Peter... Los viernes son de luchas y... Discúlpame, no debí ser tan imperti...

—¡No!—Steph se sonrojo ante el aumento en su voz—. Quiero decir... No te disculpes, está bien. Yo... Me encantaría pero, tengo cosas que hacer aún.

—¡Oh! Sí, sí entiendo.

—Quizás para la próxima pueda unirme a ustedes—dijo ella con ilusión.

—De acuerdo—dijo Tony.

Ambos se quedaron nuevamente observando fijamente, hasta que el genio recordó algo. Buscó rápidamente en los bolsillos de su chaqueta y su pantalón hasta encontrar lo que buscaba. Sacó la pequeña tarjetita negra y se lo entregó a la rubia.

—Es mi número. Así puedes avisarme si tú... Bueno...

Steph aceptó la tarjeta y asintió.

—Bien, entonces... Nos vemos después—dijo ella.

—Bien. Hasta luego.

—Hasta luego.

Ninguno se dio cuenta de lo idiotas que se miraban, pero Bucky no se había perdido ni un segundo y vaya que podía decir que sí se veían idiotas y bobos como un par de adolescentes enamorados. Desde su carro en el estacionamiento, miró toda la interacción entre esos dos. Tendría material para molestar a su amiga por lo que restaba de su vida.

Fanáticos De Las Luchas (TERMINADA)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora