Cicatriz

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Una vez más. Jungkook le había golpeado una vez más. No, no le importó que estuviera esperando a su bebé, él solo lo arrastró y lo humilló de esa forma tan despiadada en la que se había acostumbrado. Jungkook lo golpeó, pateó su vientre y Jin hizo todo para proteger su delicada pancita de los molestos golpes de su esposo..

Y cuando terminó se fue. Jin se habría ido a la cama a dormir, pero cuando se levantó, sus pantalones y sus piernas se mojaron en su propia sangre. El pánico y el terror de mirarse a sí mismo de esa forma le hizo saber que su bebé corría peligro.

Lloró y caminó a duras penas afuera de su casa. Con la ropa desgarrada y las piernas ensangrentadas, con los cabellos despeinados y con la sangre escurriéndose también por su rostro. Una de sus manos tomaba su barriga y su otra mano, temblorosa, sujetaba las llaves de su auto.

-No~ no~.- Jin lloriqueó, y negó subiendo al auto para encenderlo.- No bebé~ no~ no me dejes~ no~

Y pisó el acelerador para ir directo al hospital.

Jin saltó sobre la cama, su respiración se hizo agitada y tembló. El recuerdo convertido en sueño le aterrorizaba cada noche, no le dejaba dormir y se hacía sentir culpable de que su marido ahora estuviera metido en la cárcel.

-Mgh~.- Jin se levantó de prisa, y gateó sobre la cama buscando con desesperación a su bebé.- Kyung~

Entonces la vio, recostada aún en la pequeña cuna que Jin mantenía pegada a su propia cama. Suspiró aliviado cuando la miró jugar a atrapar sus propios piecitos bajo la oscuridad y le tomó con sus manos temblorosas.

-Mi niña~.- Jin se llevó a su bebé al rostro, besándole las mejillas y dejando que las manos regordetas de su hija le tomaran por la barbilla.- Estabas despierta~

Su pequeña se carcajeó. Oh, su pobre padre. Era tan pequeño y tan delicado, que tal vez ella debía permanecer despierta durante la noche para cuidarlo.

-Mi princesa, princesa~.- Jin la besó con amor y la apegó a su pecho para recostarse con ella en la cama.- Lo siento, ¿Durmamos juntos, si?

[...]

Jungkook se removió sobre su pequeña y dura cama, su cuello ligeramente húmedo en su propio sudor. Se pasó uno de sus puños contra su frente sudorosa y jadeó por el inquietante calor que le atacó aun por la noche. Se removió nuevamente sobre la cama buscando un lugar cálido en el cuál recortar su mejilla, estaba a punto de abrazarse a los barrotes de metal de su celda, estaba seguro de que al menor esos estarían fríos y lograrían calmar el intenso calor que no podía soportar.

Pero se quedó inmóvil, con su vista pegada a la cama arriba de él, los ronquidos de Chanyeol le hicieron suspirar y se levantó de la cama para sentarse justo en la orilla.

Peinó su cabello y se quedó en silencio, el silencio en la cárcel era impresionante. Había pensado alguna vez que ese lugar sería un caos incluso durante la noche, pero sus compañeros prisioneros parecían dormir, o por lo menos, callados y atentos a cualquier jugarreta que hiciera algún demente ahí metido.

Pero pronto escuchó algo, algo tan inaudible, pero constante como un mosquito zumbando en su oído. Entrecerró los ojos tratando de agudizar su propio oído, e incluso pudo oír la forma tan molesta en la que los resortes de su cama se movían viejas y oxidadas. Se levantó suavemente, sintiendo un mareo terrible por la forma en la que la sangre acumulada de su cabeza corrió por sus manos y sus piernas dándole un desagradable hormigueo. Respiró tan hondo como sus pulmones le permitieron y se acercó a la reja abierta para mirar curioso afuera de su celda.

Todo estaba oscuro, salvo que en el techo colgaba una lampara que lograba iluminar lo suficiente. Se sintió incómodo cuando su vejiga le pidió ir al baño. Miró por unos cuantos minutos la comodidad de su celda, Chanyeol dormía boca abajo, con los puños cerrados y las piernas tensas. Entonces caminó con cuidado, no quería toparse con algún guardia y molestarse en explicarle que tendría que llegar a las duchas.

Fuck You [Editando]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora