Cuando el Dr. Thomas dijo la palabra "meses" sentí que todo dentro de mi se derrumbaba, era poco tiempo, tan poco tiempo.
Cuando me diagnosticaron leucemia linfática aguda, tenia 11 años, estaba pequeña y conocía mucho acerca el término cáncer. Sabía que iba a morir y eso no me preocupaba. Al contrario, me animaba a despertarme cada día como un valiente soldado, una sobreviviente.
Ahora me importa mucho, he pasado seis años de mi vida sobreviviendo, y quiero más años. No quiero morir, no quiero decir adiós todavía. Quiero ver el mundo, quiero envejecer y seguir viendo el mundo. No quiero siete meses, no permitiré eso, no permitiré que un doctor selle con un punto final mi vida.
Mientras tanto me asegurare de vivir bien. No haré un lista, eso es estar ligado por obligación a algo. No, no quiero eso. Quiero que lo que tenga que pasar pase, por que así tiene que ser, por causa del destino y del futuro.
Vivir como el último día, ¿no? .
-Cariño, ¿puedo entrar? -la voz de mamá habla detrás de la puerta.
-Claro, adelante -dije. Cuando abrió, lo vi en ella, está hecha pedazos, con los ojos rojos y la cara inflamada.
-¿Mamá, que ocurre? -mi voz temblaba, no soportaba verla así.
-Te lo dijo, ¿verdad? -lágrimas empezaron a caer en su rostro.
-Mamá, por favor no llores. Escucha, escucha lo que voy a decir, por favor -dije esperando que toda su atención estuviera en mi.
-Te escucho, cariño -dice.
-Mamá, no voy a morir, escúchame. No voy a morir. Grabalo en tu cabeza, ¿si? . No moriré. No antes de tener una vida perfecta, contigo, con mis amigos, con papá -solté, no me di cuenta que una lágrima bajaba hasta mis labios.
Abracé a mamá, en ocasiones lo único que se necesita es a una persona que crea en ti, y yo seré esa persona para mamá. Yo creeré en ella.
