Capítulo 4. Fiesta.

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Al día siguiente, por la mañana desperté sin saber en donde estaba. Hasta que recordé. Me refugiaba en esta gran casa para olvidar al idiota de Jack.
Me levante de la cama y fui directo al baño, que por cierto también era enorme.
Me desvestí, llené la tina y me metí.
Delicioso. -pensé.

Después de unos largos minutos salí, me puse una bata y fui a mi armario.
Me vestí con lo primero que vi, que no tenía nada que ver con Jack. La mayoría tenían recuerdos de momentos que había pasado con el y no quería conservar ninguno. Después iría a comprar ropa.

Toc toc. Alguien tocó la puerta.

-¿Se puede? -preguntó Alice, pasando a mi habitación.

-Adelante. -contesté irritada.
Alice, al notar mi actitud, cambió su expresión. De una alegre a una que pones cuando te dicen que tu perro murió.

-Perdón, estar aquí me afecta. Ya me acostumbraré. -me disculpé.

-No se preocupe Srta. Miranda. -volvió su alegre expresión-. Venía a decirle que el desayuno esta listo y que los señores la esperan abajo. -dijo refiriéndose a Charlotte y su esposo.

-Gracias. En un momento bajo. -le sonreí.

Alice estaba a punto de salir, cuando recordé que no sabía donde se encontraba la cocina. O incluso si es que comían ahí.

-¡Alice! -grité rápidamente.

-¿Paso algo? -preguntó exaltada.

-Oh perdón... No se donde esta la cocina.

-Venga conmigo. -me sonrió y la seguí.

-No suelen comer en la cocina. -me comentó mientras bajábamos las escaleras-. Normalmente lo hacen en el comedor.

-¡Arantza! Ven siéntate. -me dijo Charlotte, al verme entrar junto con Alice.

-Srta. Charlotte, la joven no se llama Arantza...Es Miranda. -corrigió Alice. Charlotte tenía una cara de confundida. Cierto, aquí para unos todavía era Arantza.

-¿Miranda? -preguntó extrañada-. Tu mamá no me mencionó que te habías cambiado el nombre.

-Si, bueno, ella prefiere llamarme Arantza. -me excusé-. Pero me gustaría que ustedes me llamaran Miranda.

-Perfecto. Toma asiento. -pidió Charlotte.

-Perdona que ayer no estuvimos en tu llegada. -se disculpó Trevor, esposo de Charlotte-. Tuvimos que salir por una emergencia de trabajo.

-No se preocupen. Alice me atendió bien. -sonreí.

(***)

-¿Qué tal este? -preguntó Alice, mostrando un vestido negro corto.

-Me encanta. Me lo probaré.

Alice y yo habíamos salido a comprar ropa, a petición de Charlotte. Hoy tendrían una fiesta "muy elegante" que ella y Trevor hacen desde hace muchos años. Así que tenía que estar presentable. En realidad yo no quería asistir. Podría irme a un antro o algo por el estilo. Conocer la cuidad, no he salido desde que llegué.

Me probé el vestido, era hermoso. El único problema era que me veía como una zorra. Una zorra elegante.
Era demasiado corto, pero tenía algo que lo hacía lucir bien y que no me viera como prostituta.

Lo compré con la tarjeta que mamá me había dado y nos fuimos.

(***)

Ya era de noche, por lo que la fiesta no tardaría en empezar.

Tomé una ducha rápida, me puse el vestido que hace unas horas había comprado y unos tacones negros. Me maquillé un poco, cepillé mi cabello y le hice unos caireles en la puntas.
Lista.

Bajé y la casa empezaba a llenarse.
Como no conocía a nadie decidí ir con Alice, quien se encontraba en la cocina haciendo algunos aperitivos.

-Déjame ayudarte. -le ofrecí.

-Ya casi termino, no te molestes.

-No es ninguna molestia. En realidad me parece que será lo más divertido que haré esta noche. -dije con un tono amargado.

-¡Ey niña! Te ves bellísima. -dijo a penas me miró, desde que había llegado con ella, no me había visto-. Así como estas, no dudes que algún galán se te acercará esta noche.

-No, por favor. Es lo último que quiero. Estoy harta, estúpidos hombres. -bufé.

Aunque en realidad no sería mala idea conocer a unos cuantos. No había razón de estar amargada toda la noche. Podía divertirme. Las mujeres también sabemos jugar, si saben a lo que me refiero.
Ya tenía el atuendo de zorra, ¿porque no actuar como una?

-No deberías amargarte por un chico, mi niña -sugirió Alice.

-Tienes razón, me divertiré esta noche.

-¡Suerte! -gritó Alice y salí de la cocina.

-Linda, te estaba buscando. -anunció Charlotte a penas llegue a la sala principal-. Ven, te presentare unos amigos.

-Miranda, ellos son Steve, Edwin y Troy.

-Mucho gusto. -dije.

-Hola. -respondieron al unísono.

Eran realmente guapos, como unos muñecos Ken en persona. Los tres eran güeros. Tenían el cabello un poco castaño y ojos miel, a excepción de Steve, el los tenía verdes.

-Bueno, los dejo para que se conozcan. -dijo Charlotte y se marchó.

-¿Y eres de aquí? -preguntó Troy.

-No, California.

-Ahora se de donde viene ese lindo bronceado. -dijo Steve, sonriendo seductivamente.

Me reí.

-¿Y tú? ¿De donde eres Steve? ¿Acaso eres algún dios griego o algo por el estilo? -bromeé.

-Solo si tu deseas que sea uno. -sonrío pícaro.

Troy y Edwin nos observaban divertidos.

-Te avisaré. -contesté divertida-¿Y ustedes?

-Detroit.

-Si hay más como ustedes, me iré a vivir allá.

Todos rieron.

-¿Sexys, guapos e irresistibles? -continuó Edwin.

-Nadie como nosotros. -dijo Troy, seguido de guiñarme un ojo.

-Afortunada yo, de tenerlos aquí conmigo. -reí.

-Bendecida eres. -Steve siguió divertido.

-Deberíamos salir de aquí. Es fiesta de ancianos. -bufó Troy.

-Conozco un lugar al que podemos ir. -anunció Steve y miró a Edwin.
-La fiesta de Charlotte Donovan.

(***)

Llegamos a la fiesta y los chicos me presentaron a sus amigos.
"Lady Miranda" decía Steve.

Bebimos y bailamos toda la noche.
Labios desconocidos recorrían mi cuello o exploraban mi boca.
Bailes de choques contra otros cuerpos.
Shots.
Lágrimas bajando por mis mejillas.
Recuerdos cortados en mi mente de Jack.
Y ese sentimiento de libertad.

R.I.P. Arantza Scandar.

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⏰ Última actualización: Jul 15, 2015 ⏰

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