CAPITULO II

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LOUIS

Ese día se estaban cumpliendo cinco años desde que fue aceptado en el Club de Doncaster y se estaba disputando el ultimo partido de la temporada contra Newcastle.
Un joven Louis -de ya cumplidos los quince años- era el que corría a través de la cancha con el balón entre los pies, moviéndose de un lado a otro y esquivando a aquellos que pretendían hacerse con el dominio de la esfera. Faltaban escasos tres minutos antes de que sonara aquel silbato que marcaba el fin del juego, y el castaño sentía la presión en las sienes por anotar el ultimo gol. Era el mejor delantero que el equipo había tenido en años, hecho que lo obligo a autoimponerse la responsabilidad, de no permitir que el marcador terminara en un empate.
Con la camisa pegándosele al cuerpo gracias al sudor, sus ajustados -pero muy cómodos- shorts y esa banda de color negro sobre su melena la cual impedía que sus rebeldes mechones le cayeran sobre los ojos, se detuvo en seco a insignificantes metros de la portería. Todo paso demasiado lento -al menos para Louis- Un conocido pitido invadió sus oídos, de repente no escuchaba nada más allá del propio latino de su desenfrenado corazón, su vista se tornó más aguda, enfoco al chico de cabellos negros y piel lechosa quien le bloqueaba cualquier zona de entrada al balón. Los ojos añiles del mas joven conectaron por microsegundos con los grises del contrario -quien esbozo una sonrisa burlona ante lo nervioso que se notaba el otro
Haciendo aplomo de toda la valentía que fue capaz de reunir, tomo una profunda bocanada de aire llenando sus pulmones con el denso aire del ambiente, apreto los puños a ambos costados de su cuerpo en un vago intento por detener el temblor en sus extremidades. Miro fijamente el punto hacia donde dirigiría la pelota y retrocedió un par de paso para tomar impulso. Capto a través del rabillo del ojo que uno de los defensas se acercaba, ya no tenía tiempo era ahora o nunca. Corrió en ángulo hacia la derecha, pero en el último segundo decidió cambiar el rumbo dejando perplejo al portero -quien ya se había lanzado hacia la esquina inferior derecha de la red al caer en la trampa que le había tendido el ojiazul- llevo su pierna hacia atrás e impregno toda su fuerza en el golpe. El balón salió volando en una trayectoria opuesta, trazando una perfecta diagonal en el aire. Todo el mundo contuvo la respiración observando el hecho como si estuviera en cámara lenta, las finas hebras que constituían la red ondearon al recibir el impacto, dejando a los presentes sorprendidos.
Transcurrieron exactamente cuatro segundos, los espectadores que hasta ese momento se habían mantenido mortalmente callados, saltaron en las tribunas al tiempo que gritos eufóricos exclamaban un “GOOOOOL”, e irrumpían en el pacifico ambiente de la tarde. Louis no pudo evitar que las comisuras de sus labios se curvaran y al mismo tiempo sus perlados dientes quedaran expuestos en una deslumbrante sonrisa.
El timbrazo anunciante del fin, se hizo presente en el momento que el castaño era rodeado de su equipo. Recibiendo felicitaciones y uno que otro puño amistoso tambien le fue entregada la copa de color plata con el nombre de su club grabada en la base. Alcanzo a ver en las gradas a su madre y hermana, ambas sosteniendo una pancarta con su nombre gritando emocionadas, también vio a su novia, Bryony que agitaba ambas manos para captar su atención, lanzo varios besos al aire hacia las tres mujeres que no dudaron en bajar al césped y correr hacia Louis.
La primera en llegar fue su madre, luciendo hermosa con un vestido color ciruela y estampados florales. Lo tomo de ambas mejillas antes de dejar un rastro de besos por toda su cara.
-¡Lo hiciste cielo! -exclamo emocionada, tanto que no le importo el espectáculo que estaba montando- ¡Estoy muy orgullosa de ti!
-Gracias mamá, creí que…no pensé que lo lograría -dijo aun sin creerse por completo lo que había pasado.
-¡Felicidades Lou! -hablo Lizzy lanzándose a los brazos de su hermano- ¡aplastaste a esos imbéciles!
-¡Elizabeth! -reprendió su madre.
-Lo siento -se disculpo la niña para después volver su atención al chico- Aposté con Bryony, ella dijo que no ibas a poder y yo le dije que tu eres el mejor de todos los jugadores del mundo. Ahora me debe cinco libras.
-Claro que no -Hablo por primera vez la novia de Lou- Dije que no había posibilidad de que le alcanzara el tiempo.
-Mentirosa.
La rubia estaba a punto de decir algo, sin embargo, no alcanzo a expresar nada pues fue Giovanna la que hablo ignorando a las otras dos.
-Hay que celebrar esto, ¿No crees Lou?
El aludido asintió dirigiéndose a la mujer e ignorando a su novia y hermana quienes habían empezado una pequeña discusión.
-Si, me parece bien -sonrió el castaño
-¿A dónde quieres ir? ¿A comer pizza? -sugirió Giovanna- O al parque de diversiones, tal vez te apetezca dar una vuelta al centro comercial. ¿Quieres que te compre algo? Unos tenis nuevos, otro…
-En realidad -Hablo Bryony aclarándose la garganta y dejando a Lizzy tirada en el césped donde hace unos momentos tuvieron su mini altercado, ganándose una mueca de desagrado por parte de la mujer- Mi mejor amiga es novia del capitán y harán una fiesta en su casa. Lou y yo planeábamos ir, espero que no te moleste.
Giovanna miro a su hijo, enarcando una ceja de manera inquisitiva.
-No me habías dicha nada -Hablo seria.
-Es que…no estaba muy seguro -trago saliva con nerviosismo- Lo hablamos, pero no habíamos acordado nada.
-¿Cómo que no? -se escandalizo Bryony dando con el zapato en el pasto- ¡Lo prometiste!
Fingió estar dolida, limpiándose lagrimas inexistentes de los ojos y soltando pequeños y poco creíbles sollozos. Era común que chantajeara a Louis de esa forma, ella sabia que el castaño no podría con la culpa al verla “llorar”.
-¿Puedo ir? -pregunto, odiando a su corazón de pollo que lo hacía ceder ante los caprichos de Bry.
La mujer lo pensó un rato, no le gustaba lo manipuladora que era esa chica, pero su hijo parecía feliz con ella -o eso creía- así que no tuvo más opción que aceptar.
-De acuerdo, pero quiero que regreses temprano. Antes de las diez.
-Por supuesto -dijo Louis desde los brazos de Bryony quien mágicamente había dejado de llorar- iré a casa a darme una ducha y cambiarme.
-Bien, supongo que quieren ir caminando. Lizzy y yo nos adelantaremos en el auto.
Dicho esto, Giovanna dio media vuelta, llamando a la pequeña niña y caminando apresuradamente a la salida. Louis las vio alejarse durante un rato hasta que un sonoro beso en su mejilla lo hizo dar un respingo en su lugar.
-¡Bry! -hablo irritado- No hagas eso, no me gusta.
-Pero a mi si -Hizo un puchero- Soy tu novia Lou, puedo besarte cuando quiera.
-¿No ves que ahora estoy sudado?, es incómodo -se aparto de la rubia y camino a paso lento hasta la banca donde lo esperaba su vieja mochila con todas sus cosas- Vámonos.
La chica entrelazo su mano con la del joven y empezó a parlotear sobre lo maravillosa que seria la fiesta, así como  mencionarle muy casualmente a Louis algo sobre “las habitaciones del segundo piso”.

EL trayecto hasta la casa de Candace fue el más largo que Louis pudo imaginar y no porque el lugar quedara lejos, sino porque la molesta compañía de Landon, el hermano de Bryony, era como un grano en el trasero. Los gemelos Wilson podían ser muy irritantes aun mas estando juntos en un espacio cerrado como lo es un auto.
Entraron al sitio, y de inmediato el castaño noto la molestia en los oídos por la música tan alta, demasiada gente en la estancia hacia casi imposible moverse sin ser pisado o empujado por accidente. Los jugadores estaban allí, algunos alumnos de la escuela a la que Lou asistía, personas que conocía de la ciudad y unos cuantos colados que no había visto en su vida. Bryony se aferraba a su brazo a cada instante, no dejándolo separarse o ir solo a ningún lado y mirando con mala cara a quienes lo invitaba a un trago o a bailar. Tuvo que soportar aburridas y vacías platicas de chicas superficiales y engreídas durante horas, con una que otra cerveza en la mano que lo ayudara a soportar esas mierdas.
Sintiéndose asfixiado, logro convencer a su novia para que lo soltara con la excusa de que tenia que ir al baño. Salió al jardín, donde más personas se aglomeraban alrededor de la piscina. Se sentó en un camastro, observado con una sonrisa a un grupo de varones que trataban de tirar a uno de ellos en el agua. No se fijo que alguien se había sentado a su lado hasta que una voz lo saco de su trance.
-Hey -hablo Kendall, un chico de piel oscura y cabello largo
Se giro hacia el y de inmediato recibió el vaso con lo que supuso era whiskey.
-Hola -dijo distraído dando un trago al vaso y esbozando una mueca cuando el liquido quemo su garganta.
-Te tengo buenas noticias -menciono Kendall, captando la completa atención del menor- El entrenador Evans quería decírtelo hace rato, pero te fuiste.
-Tenia que ir a casa…
-Escucha -se acerco a Louis para que pudiera escucharlo mejor- Los reclutadores de la selección estuvieron en el partido.
-¡¿Qué?! -pregunto Louis sorprendido- P…pero, ¿Cómo..?, ¿Por qué?
-Shh -Kendall inspecciono los alrededores asegurándose de que nadie los escuchaba- Estaban infiltrados.
Louis seguía sin entender, Kendall pareció notarlo porque siguió hablando.
-Te han marcado Louis, de entre todos fuiste tu al que eligieron.
-¿Para que? -parecía que el alcohol empezaba a hacer efecto pues no era capaz de comprender.
-Una beca deportiva. Te enviaran una carta en estos días.
-¿Evans, como lo supo? -consiguió  decir.
-Se lo han dicho fuera del estadio. Yo estaba cerca, alcance a escucharlo sin ser visto.
-Creo que te estas confundiendo -negó con la cabeza repetidas veces- puede que sea otro chico y yo…
-Eres el único Louis Tomlinson en todo Doncaster, ¡por supuesto que estoy seguro! -fingió estar indignado.
-No lo puedo creer.
Aquella revelación le había encendido una pequeña chispa en su interior, pero también la incertidumbre de que todo fuera un sueño.
-Te lo juro por lo que más amo en este mundo. Pero si lo dudas, solo tienes que esperar y en menos de una semana confirmaras lo que te estoy diciendo.
El ojiazul sonrió.
-Bryony viene para acá -el moreno abrió los ojos como platos- mejor me voy antes de que me convierta en sapo.
Se levanto dispuesto a alejarse, Louis tomo su mano deteniéndole.
-Gracias.
-No hay de que enano, solo no te olvides de nosotros cuando seas famoso -le desordeno el pelo y seguido de esto, desapareció entre la multitud al tiempo  que la rubia llegaba junto al castaño.
-¡Aquí estas! -vocifero- ¡llevo horas buscándote! ¿Dónde te habías metido?
-Por ahí -dijo el ojiazul encogiéndose de hombros y empezando a exasperarse por la actitud de su novia.
-Como sea, ven conmigo -engancho sus dedos alrededor de la muñeca del chico, lo guio hasta el interior de la casa y después por las escaleras.
Se detuvo frente a una puerta de roble, era la última del pasillo en el segundo piso.
-Bry, es tarde deberíamos marcharnos -intento persuadir a la chica al notar sus intenciones.
-Son las siete, cariño, tenemos tres horas antes del límite que estableció tu madre- le guiño un ojo, abrió la puerta y empujo al castaño dentro.
Se petrifico cuando vio la enorme cama en medio de la estancia. Trago saliva y se giró hacia Bryony al escuchar el pestillo siendo puesto. La rubia se abalanzo sobre él, besándolo apasionadamente, dejando un rastro de labial en los labios y el cuello de este.
Al principio se resistió a hacerlo, pero perdió la razón cuando su novia lo tumbo sobre la cama y empezó a desabotonarle la camisa al tiempo que se sentaba a horcajadas encima del ojiazul, meneando las caderas sobre su pelvis, rozando el bulto en el pantalón que mandaba ligeras chispas de excitación a través del torrente sanguíneo de Louis…
Esa noche no pudo conciliar el sueño.

Si de algo estaba seguro, era de una cosa…
El sexo estaba sobrevalorado.
Había pasado una semana desde su primer encuentro con Bryony en ese sentido. Si bien al principio y gracias al alcohol pudo sentir placer, pasados unos minutos este se esfumo tan rápido como vino. Escucho tantas veces hablar a sus compañeros de lo fantástico que este era y no podía esperar para comprobarlo, sin embargo, después de haberlo experimentado en carne propia no podría estar más en desacuerdo con ellos.
No sabia si fue por el ambiente o la persona, pero no lo disfruto y mucho menos lo repitió en esos siete días, a pesar de la insistencia de la chica.

La esperada carta llego dos semanas después del ultimo partido, su madre había gritado hasta quedarse sin voz y su hermanita le había dicho que era su nuevo héroe después de eso.
Estaba alistando sus maletas ya que la siguiente semana tendría que viajar a Londres para una entrevista con el director de la universidad. Su móvil empezó a vibrar, frunció el ceño cuando la pantalla se ilumino con el nombre de Bryony, espero hasta que el timbre dejara de sonar y bloqueo el numero para que no entraran mas llamadas de ese número.
Decidió termiar su relación con la chica hace tres días, al parecer eso no la puso muy contenta, luego de gritarle múltiples insultos y jurar que se arrepentiría por ello, comenzó a acosarlo con mensajes y llamadas repletas de disculpas y apodos cariñosos.
Suspiro con cansancio, sintiéndose harto de toda aquella situación. Miro el reloj de pared que colgaba sobre el espejo de la habitación, había quedado con Stan para dar una vuelta a eso de las cinco, todavía tenía dos horas antes de eso. Se preparó para tomar una larga ducha, esperando que el agua fría  despabilara su saturado cerebro. Salió con una toalla alrededor de la cintura y el torso desnudo, busco sin ganas unos jeans de entre el montón apilado sobre una silla en la esquina del cuarto, una camiseta negra -la olfateo para asegurarse de que no oliera rancia – y se calzo sus viejas Vans negras.
Bajo las escaleras, topandose con Lizzy.
–¿Lou, quieres tomar el té conmigo y el señor muffin?
–Me encantaría  pero tengo que salir  –la expresión de la niña decayó notablemente- Tal vez otro día –añadió rápidamente.
Con una sonrisa de labios apretados recorrió el último tramo que quedaba hasta la cocina, dónde su madre estaba cocinando lo que parecía ser una sopa.
–Hola cariño -salido la mujer, agregando algunos condimentos a una cacerola- ¿Ya te vas?
-Todavía no –jalo un banquillo de la barra y se sentó con los codos sobre la marmolada superficie. Tomo una manzana del frutero y le dio un mordisco cuando su estómago empezó a hacer ruiditos.
-Bryony llamo -soltó la mujer, haciendo que Louis se atragantara con la fruta.
–¿Qué? -pregunto todavía tosiendo– ¿Y eso cuando fue?
-Hace como media hora, hijo estto es demasiado -quito sopa del fuego apagando la estufa y paso un paño limpio sobre la barra en la que Louis se recargaba– ¿Me vas a decir que pasó?
-¿Qué quieres que te diga? -hablo el de orbes añiles con indiferencia.
-Todo.
Bueno, termine con ella porque después de la primera vez, se volvió una ninfómana que de la pasaba acosándome. Pensó Louis, claro que no lo dijo en voz alta.
-No quiero hablar de ello -zanjo el asunto no dispuesto a dejar ir el poco buen humor que aún conservaba.
-Bien -la frustración era palpable en la voz de Giovanna- Solo asegúrate que deje de molestar. Esta vez fui yo quien contestó y lidio con los lloriqueos y quejas de esa chica pero pudo ser Lizzy, no quiero que tu hermana salga afectada por ello de ninguna forma, ¿Entendido?
-Si mamá.

–Pero hombre, pareces un puto zombie -habia dicho Stan esa tarde mientras ambos comían hamburguesas en el centro comercial.
Louis se llevó una patata frita a la boca, masco lentamente el alimento el cual se sentía como caucho duro y corrioso en su paladar.
-Estoy apunto del colapso Stan -confeso- hace unos días que no he dormido bien.
-¿Y eso?,¿Acaso eres un gigolo y trabajas en las noches?
Louis soltó una carcajada, la primera en no sabía cuánto.
-No es eso
-¿Entonces lo eres?, Vaya amigo, pudiste decirme necesito trabajo y por lo que sé en ese se gana bien.
-Idiota.
-Entonces…-lo incitó a seguir Stan.
-Estuve pensando
-Pero que novedad -replico con ironía el chico de cabello negro.
-Déjame terminar -se enfurruño Lou- como te decía, estuve pensando en…lo que pasó esa noche en aquella fiesta.
Al ser su mejor amigo, era obvio que Stan estaría al tanto de la noche en que Louis perdió la virginidad.
-Ajá
-¿Crees que es raro que no me haya excitado? -pregunto angustiado.
-Dijiste que si lo habías hecho –Stan enarco una ceja.
-¡Al principio! -se exasperó el castaño jalando algunos mechones de cabello de su cabeza- Después…yo…no se que pasó, al verla ahí, simplemente no pude conseguir nada, se me bajo la calentura.
-Ajá -volvio a decir Stan
-¡Es enserio!
-Amigo, ¿Si ya no estabas caliente, como es que seguiste hasta el final?
-Supongo que…quería ver si…pensé que después me gustaría.
-Creíste que con la práctica llegaría el placer.
-Si -admitió derrotado- y me equivoqué, me sentí asqueado de mi mismo al volver a casa, ni siquiera fui capaz de mirar a mi madre a los ojos, sentía vergüenza. – escondió su rostro entre las manos- Algo se apagó, ya no consigo que las chicas me pongan.
-Hey, tranquilo es normal. Era tu primera vez.
-¿Tu sentiste lo mismo con Katie?.
-Bueno…no, pero cada quien es diferente Lou. Te hace falta experiencia.
-¿Eso crees?
-Es como la comida, tienes que probar para saber que te gusta y que disfrutas.
Louis lo pensó un momento.
-Probar con más chicas -sugirio al final.
-O chicos -mencionó Stan subiendo y bajando las cejas con picardía.
-¿Cómo dices? -lo miro Lou como si le hubiera salido una tercera cabeza.
-Lo que oiste.
-No soy gay, Stan -que tontería, estaba seguro de ser 99% heterosexual.
-No hace falta serlo para follar con un chico.
-¿Tan seguro estás?
-Tanto como que mi apellido es Davies. Venga Lou, inténtalo, si no te gusta nadie lo sabrá simplemente lo dejas y listo.
-¿Tu ya lo has hecho?
Una sonrisa ladina se apoderó de las facciones del pelinegro.

Esa noche, como tantas otras pasadas, tampoco pudo dormir. Las palabras de Stan seguían en su mente como un cartucho que se repetía una y otra vez. Quizá tenía razón, después de todo, era joven…
Probar con un chico…

 Quizá tenía razón, después de todo, era joven…
Probar con un chico…

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SOBRE HIELO || Larry StylinsonDonde viven las historias. Descúbrelo ahora