HARRY
Tenía un secreto…
Algo que ni siquiera sus padres tenían idea, guardaba su hijo. Un nombre, y no era el de Dmitry, uno mucho más viejo que permaneció oculto en la memoria del rizado y, en cierto punto, olvidado. Hasta ese día.
Fue lo acontecido con Vasiliev, aquello que había sacado a flote, al demonio que por un par de años, atormentó a Harry al colarse en sus más placidos sueños, transformándolos en terribles pesadillas por las que se despertaba temblando del terror.
Lamentablemente, no era la primera vez que el ojiverde vivía esa situación. Dmitry no fue el primero en tener deseos lujuriosos por aquel niño, tampoco el primero en toquetearlo…
Tenía seis años, era inocente y muy frágil, con una personalidad brillante, sonriendo a cada nada. Era una pequeña estrella que residía en la tierra bajo una forma humana. Un auténtico lucero, capaz de iluminar el día con solo mostrar los adorables hoyuelos que adornaban sus mejillas apenas sus músculos dejaban ver esos perlados dientes.
Un día, esa luz solamente se apagó.
Se fue sin más, ya no había alegría, solo miedo en esos ojos verdes. Tampoco melodía, solo tartamudeos en esa tierna voz. Mucho menos ganas de jugar, solo deseos de quedarse en cama echo un ovillo bajo las sábanas, llorando hasta quedarse dormido.
Sus padres estaban desesperados, cada día veían como su pequeño hijo decaía un poco más, dejaba de comer y en las noches despertaba llorando y en algunos casos gritando.No tenían idea de que pasaba pues el pequeño se rehusaba a hablar ya que no sabía con exactitud que le había pasado o cómo se llamaba eso que ese joven le hizo, solo sabía que su corazón se aceleraba y sus ojos se llenaban de lágrimas cuando las imágenes llegaban a su mente.
Eran ignorantes del hecho de que un malvado y podrido muchacho, fue quien se encargó de borrar todos rastro de seguridad en Harry. Un chico que no tuvo reparos en ultrajar el pequeño cuerpo de ese chiquillo, de destrozar su inocente espíritu y romper su joven alma. Haciendo de él, un niño tímido y retraído que con pocas personas se sentía a salvo.
Mantuvo el silencio por años, creyendo que si fingía que nada de eso había pasado, todo quedaría en el olvido. Se enfoco en dejar lo mejor de si en cada prueba, ensayo y rutina que hacía, para con eso olvidar el dolor que ese recuerdo le infringida a su corazón, como cuchillas que desgarraban la carne.
Funcionó.
La herida cerró, después de un año aprendió a disfrazar su pesar con una maltrecha sonrisa. Encerró en una caja con candado ese día y lo escondió en lo más recóndito de su memoria, dónde permaneció durante un largo tiempo.
Nadie más que Harry tenía la llave de ese cofre, llave que el mismo se encargó de arrojar a la negra laguna de amnesia en su cabeza. O eso creía.
Con lo sucedido, Vasiliev la había abierto de manera abrupta. Dejando escapar los demonios que nuevamente perseguían al rizado, cortando y desgarrando su corazón, abriendo una herida aún más grande que la inicial, que sangraba a borbotones y parecía nunca detenerse. Haciendo daño a su paso, derrumbando las murallas que tanto le había costado construir.
Pisoteando el progreso conseguido.
Aunque, esta ver era diferente. Ya no era un niño fácil de callar con amenazas, tampoco se escondería de nuevo. Lo único igual a ese tiempo, es que no hablaría.
No creía en las palabras, pero si en las acciones.
•••
Se escabullo en la oficina del director, dónde sabía era el único lugar en el que tenían una grabadora de bolsillo. Resultó más sencillo de lo que pensó, la vigilancia era escasa en ese lugar y nadie sospechaba de un estudiante que iba a la dirección.
Con su pequeño tesoro en las manos, corrió cuan rápido se lo permitieron las piernas. Llegó hasta la sala de maestros, escondiéndose de no ser visto por nadie.
Lo vió.
Sentado en un mullido sillón, con las piernas cruzadas, una taza humeante de café sobre la mesa ratona a su lado y un periódico amarillento entre las manos.
Inició la grabación y guardo el artilugio en una bolsa de su chaqueta.
Llenó sus pulmones de aire y camino hacia Dmitry, la sala estaba vacía. No lo negaba, estaba nervioso pero no quería que alguien más pasará por lo mismo él, pensaba en Ohxana, la pequeña de cinco años y el solo imaginar que ese jodido monstruo frente a el la dañará, lo llenaba de ira. Si podía evitar que una historia como la suya lo repitiera, lo haría sin duda.
Se aclaró la garganta al llegar a su altura. El hombre bajo el papel y sonrió malévolamente al ver a Harry, ladeó el rostro y sin pudor, miro de arriba abajo al delgado chico.
-Pero a quien tenemos aquí -hablo- Creí que no vendrías.
-No tenía un motivo para buscarlo señor.
-¿De verdad? -enarco una de sus perfectas y depiladas cejas- Entonces no quieres ir a Italia.
-Claro que si señor -respiro profundo, la loción del rubio le daba náuseas- Pero pienso que hay maneras diferentes de hacerlo, no necesariamente cediendo a sus demandas.
Vasiliev se echó a reír.
-¿A sí? -pregunto burlón- ¿Y cuáles son? Si no te molesta ilustrarme con tus conocimientos, joven Styles.
-Bueno, usted no es el único miembro del comité olímpico -se encogió de hombros- y yo tengo talento. No voy a aceptar que me trate como se le da la gana, así que le pido que deje de hacer propuestas indecorosas.
Tenía que hacerlo hablar.
-¿Qué propuestas?
-Usted dígame, eso de “acelerar el proceso” -hizo las comillas con los dedos.
-Ah, ya se de qué hablas -volvio a sonreír, Harry quería borrarle esa sonrisa pretenciosa de un puñetazo. Se contuvo- Eres el primero en venir a declinar la oferta, Melanka acepto ayer.
Parecía que la mandíbula del rizado llegaría al piso.
- ¿Melanka? -sabia que era ambiciosa, pero no tenía idea de cuánto.
-Por supuesto, esa chica a diferencia de ti si sabe lo que quiere -se levantó del asiento y paso a un lado de Harry para ir a la cafetera a rellenar la taza- No le costó sacrificar unas dos horas de su preciado tiempo para estar en mi lista. Abrió esas lindas piernas a la primera.
El pecho del ojiverde subía y bajaba con rapidez. Su pecho retumbaba como loco.
-Eres un maldito cerdo -hablo entre dientes, con los puños apretados, a la mierda el respeto.
-Llámalo como quieras, ahora vete que no tengo tiempo de tus lloriqueos. Si no quieres sobresalir, allá tú.
Bebió de un trago el café y se dispuso a marcharse cuando, sin pensarlo, Harry lo tomo del brazo y lo volteo de manera brusca para quedar de frente.
-Enfermo de mierda -susurró, se estaba cargando por la rabia.
-Puede que lo sea ¿Qué harás al respecto? -la pregunta salió con veneno de su boca- Es tu palabra contra la mía ¿A quien le van a creer?, ¿A un niño tonto o a un profesor serio como yo?
Guiño un ojo y abrió la puerta.
-Oh -se detuvo antes de cerrar- No te preocupes, no soy rencoroso, todavía puede estar tu nombre. Piénsalo, si cambias de opinión, búscame en mi habitación a media noche.
Se fue.
-En realidad -hablo el rizado para si mismo- es tu propia palabra contra ti.
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SOBRE HIELO || Larry Stylinson
Fanfiction-Eso es ridículo -respondio Harry con su marcado acento ruso que le hacía rodar de más la letra "r" -¿quieres apostar? -Jamás me enamoraría de ti -Yo no estaría muy seguro de eso sí fuera tú. Nada pierdes con darme una oportunidad -Vete ya, tengo qu...