Capítulo VIII | Especial

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―¿Le gusto la película señora Weber? ―Guardo el disco en su carátula para escoger otro de la pequeña torre de DVD's

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―¿Le gusto la película señora Weber? ―Guardo el disco en su carátula para escoger otro de la pequeña torre de DVD's.

La señora Weber esta terminando de comer la cena, su favorito: Pollo al horno con papas fritas.

Se le ve de mejor animo, cada chiste que le contaba le hacia soltar carcajadas contagiosas. Con Hugo revisamos la lengua y los dedos, la información que consiguió en internet sobre la descomposición de cuerpos dicen que las partes fueron cortados dos días después de haber matado a la persona; la advertencia que estaba envuelta en el dedo se hizo con sangre del mismo cuerpo. Todavía no estamos claros con las letras que están en las coordenadas, Hugo dice que lo resolveremos en el viaje. Lo importante es que estamos encaminados con la llave y lo que haremos.

Hace horas atrás cene un poco liviano, una ensalada sencilla―No podemos darnos grandes lujos a ambas, así que solo se lo hice a ella, a mi me da igual, todo lo que sea para la señora Weber lo vale.― A raíz de eso ella me regaño porque me ve mucho más delgada.

Creo que la preocupación latente de que esas cosas puedan atacar en cualquier momento no ayuda mucho a que engorde.

Y hablando de ellas, no han aparecido desde lo de la caja. ¿Debería de preocuparme?

―Sí, mas bien no comprendí mucho. ―Muerde sus papas.― Sé que son unos huevos pero, ¿Por qué están salvando a un pollo? ¿Tienen poderes?

―Eso es lo gracioso. ―Rio con sutileza.― Ellos tiene que salvar al pollito, ya que el huevo malo lo quiere matar. Y sí, algo por el estilo.

―Estas películas de ahora. En mis tiempos era El Capitán Cavernícola o Los Picapiedras. No digo que no me guste, pero. ―bebe un poco del té de durazno.― prefiero los programas de mis tiempos.

―Pensamos en lo mismo, señora Weber. ―La apunto moviendo mi dedo, me hinco en mis piernas para empujarme hacia arriba e incorporarme.

Ella se ve tan linda. Piel en finuras de tonos canelas; ha perdido mucha masa muscular, por eso sus brazos son muy flácidos lo contrario de sus piernas que mantiene su contextura. Su cuerpo es el de una mujer de apenas cincuenta años, y realmente tiene ochenta y nueve años. Es una roca dura de romper.

Ojos grandes color cacao, pero por las cataratas, crea una ilusión azulada en su mirada tranquila; pestañas largas, dibujadas con delgados pinceles en su rostro; tabique recto que va abriéndose de apoco hasta las fosas nasales; tiernos hoyuelos en sus mejillas; cejas rayadas por algunas manchas blancas por la vejez; cabello castaño canoso esponjoso y atrevido con ondas, rebeldes como ella, lo aplaca con el cintillo de tela que le había hecho en su cumpleaños nro 70.

Fue un regalo de cumpleaños, a los diez años pensaba que era asombroso. Actualmente pienso en qué rayos pensaba mi cabeza para dárselo, a pesar de eso, ella lo ama y usa.

𝐃𝐄𝐌𝐎𝐍𝐒 (EN PROCESO)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora