Capitulo IX

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05 de Octubre del 2012

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05 de Octubre del 2012

Sábado, 3:34pm. 
Iglesia La Sagrada Virgen María

Cada una de las personas en la pequeña casilla de madera salen por la puerta comentando sobre la misa y la platica reflexiva del Padre, la gran mayoría de las  señoras, señores y una que otra pareja son las que vienen por gusto, como yo.

Soy la única que va de los chicos de mi edad; una que otras veces viene Alton con Elina y Hugo, los dos últimos no son muy religiosos, en cambio Alton si. Hugo va por el respeto de Alton ante lo que cree, igualmente su madre.

Al menos aquí es una zona donde no me repiten constantemente que soy una demente, no me tratan mal sin embargo hay otros que en verdad es preferible que te lancen una roca a escucharlos hablar. Y si ellos me hablan o me tratan con demasiado respeto es por pura imagen social. 

Unos hipócritas.

Asistieron pocas personas debido a que Halloween no esta muy lejos y están haciendo los preparativos para la festividad. Vengo acompañada de la mano con la señora Weber.

―Las palabras del Padre Drent fueron muy bonitas, ¿no crees? ―Asiento, avanzamos a paso lento para salir de la iglesia sin tosquedad.

―Sí, me fueron muy interesantes aunque no entendí mucho lo que decía ―Confieso apenada. Ella ríe y sigue.

―No sientas pena. Recuerda, debido... ―La corto algo cansada de la misma frase. Ella sabe que lo hago sin mal sentimiento.

―Debido a la muerte de mis padres, todos mis documentos desaparecieron de extraña manera y por ende, no pude seguir estudiando.

―Exactamente, cariño. Si yo hubiera podido sacarte los papeles de nuevo , créeme que estarías estudiando o tendrías un tutor que podría pagarle, pero el dinero no nos alcanza para eso, amor. 

―Para eso tengo a Hugo, señora Weber. ―Confieso con una sonrisa, sorprendiéndome un poco.― Es un buen tutor, aunque me saque de quicio con algunas cosas.

Ella me mira traviesa, en sus comisuras hay  una mueca de curiosidad a punto de articular. Para mí suerte en la puerta se encuentra un monaguillo que esta despidiendo a las personas. 

―¡Hasta el próximo sábado, espero hayan disfrutado de la misa!― Es un chico mono, de unos once años; piel morena, con facciones un poco mas refinadas, cabellos de tonos carbón, en un corte Honguito, tapándole casi los ojos, dos esferas Agua Marina relucientes, que nos observan con esa sonrisa tan inocente. 

―Hasta la próxima, Edwin. ―Lo toma por la mejilla apretándola.― Dile a tu mamá, que las galletas que ella pidió están cocidas y empaquetadas, que mas tarde las pase buscando ¿oíste?

―¡De acuerdo! ―Su voz esta en ese cambio que todo niño pasa por la adolescencia, y por eso tiene algunos gallos que se le salen al hablar. ―Le avisaré a mi mami, ¡muchas gracias señora Dortha! ―Un gallo se le ha escapado, a lo que sus mejillas se han ruborizado.―  Adoro sus galletas y bizcochos de vainilla, son riquísimos

𝐃𝐄𝐌𝐎𝐍𝐒 (EN PROCESO)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora