capítulo ocho.

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Cuando salió de su auto, se roció un poco de perfume y fue caminando hasta donde se encontraba el maestro que solicitaba su ayuda. Mientras pasaba por el campo, pudo escuchar la conversación que tenían los jugadores.

—Ese chico, Felix de la facultad de Ingeniería; debe ser genial en la cama, creo que sólo se hace pasar por un santo, ¿Ya lo vieron en las duchas?, ¡Dios! Está buenísimo. - decía uno de ellos con emoción.

La forma en la que se expresaba de Felix era tan asquerosa, tan vulgar que no pudo evitar enojarse.

—¿Qué acabas de decir? - preguntó con tono molesto mientras se acercaba a él —. ¿Cómo te atreves a hablar de Felix con tu sucia boca?

—¿Por qué?, ¿Lo defiendes porque eres novio de su hermana?, ¿O será que te lo coges? - soltó una risa escandalosa —. ¡Por dios! Oye, dime algo, ¿Cómo es él en el sexo?, ¿Grita mucho? Tiene cara de grita mucho, ¿Te molestaría compartirlo conmigo?

No le gustaba compartir, odiaba compartir lo que era suyo.

—En tus mejores sueños, imbécil. - fue lo último que dijo antes de lanzarse contra él logrando tirarlo al césped del campo.

Comenzó a golpearlo con fuerza, no podía contener su ira, sentía como su sangre hervía. Enojado no era la palabra que lo describía, furioso aún le quedaba muy corto. Quería que se arrepintiera de haber hablado así de Felix, él era la persona más tierna y amable que pudo haber conocido, no iba a permitir que su imagen se viera corrompida por alguien como él.

No supo en qué momento se formó la gran bola de alumnos alrededor de ellos, no hasta que escuchó la voz de Felix llamar a Sana.

Recibió algunos golpes por parte del jugador ya que se distrajo, y el que Felix lo haya ayudado a quitárselo de encima lo hizo sentir tan apenado. Sabía que no era la primera vez que lo veía de esa manera, golpeando a alguien sin piedad, pero ahora que todo era diferente solamente quería ser su mejor versión para Felix.

No quería que lo viera como alguien malo, se estaba comprometiendo a ser una mejor persona para Felix; incluso ya no molestaba a nadie más desde hace algunos meses.

Es por eso que decidió programar su viaje a la playa al día siguiente. Desde hace tiempo que le había pedido las llaves de la casa a su tío, quería demostrarle que podía ser un mejor chico para él, que podía cambiar y que lo estaba haciendo, sólo por él.

—Ve a casa, calma a Sana y dile que hablaste conmigo, dile que me iré con mis padres unos días y que no contestaré el teléfono. - le dice acariciando sus mejillas.

—No me siento bien haciendo esto. - confiesa derramando algunas lágrimas.

No soportaba verlo llorar, y más si era por su culpa, le partía el alma ver sus ojos apagados sin el brillo tan bonito que estos poseían.

—Sólo esta vez, sólo está vez y no lo tendremos que volver a hacer, lo prometo. - susurró en sus labios limpiando sus lágrimas.

Nuevamente volvía a prometer algo, que no sabía si era capaz de cumplir, pero que haría todo lo posible por hacerlo.

Lo haría todo por Felix.

—¿Se fue?, ¿Por qué? - pregunta Sana viendo cómo su hermano guarda sus cosas apurado.

Debía encontrarse con Chan en menos de diez minutos.

—No lo sé, creo que para despejarse o algo así, no le pregunté.

—¿Y tú?, ¿Por qué esa maleta?

—Hyunjin y Jeongin me invitaron de campamento, no sé cuando volveré. Papá y mamá ya saben.

stupid boy › chanlixDonde viven las historias. Descúbrelo ahora