capítulo nueve.

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Los rayos del sol se colaban por las cortinas blancas iluminando de forma hermosa aquella habitación, sus brazos apretando el cuerpo contrario y sus piernas enredadas, ambos cubiertos con las sábanas color pastel. Abrió sus ojos lentamente esperando que nada de eso fuera un sueño.

Lo encontró con sus ojos abiertos mirándolo y una amplia sonrisa.

—Buenos días. – la voz ronca mañanera de Chan inundó sus oídos.

No, afortunadamente, no era un sueño.

—Buenos días. – le respondió.

—¿Cómo dormiste?

—Me apretaste toda la noche, pensé que iba a explotar.

—Lo siento, temía que nada fuera real, que tú no fueras real.

—Aquí estoy, soy real. – dice acariciando su mejilla.

—Lo sé, y estoy tan feliz de que sea así.

Besó fugazmente sus labios, deseando que aquel momento nunca acabara.

Ambos se levantaron y bajaron a preparar el desayuno, Chan le susurraba cosas lindas – y algunas pervertidas – a su oído creando así su propio ambiente.

—Eres demasiado lindo, tu cuerpo es tan sexy. – mordió ligeramente el lóbulo de su oreja después de susurrarle.

—Basta, no me dejas hacer nada. – le responde sonrojado.

—No estoy haciendo nada malo. – dice con inocencia.

—Claro que sí.

—Estoy haciendo algo divertido, no malo.

—¿Es divertido burlarte de mí? – lo miró amenazante.

Tan sólo alzó sus manos en señal de rendición y se alejó lentamente hacia atrás. Cuando volvió a lo que hacía, fue sorprendido por los brazos de Chan rodeándolo con fuerza y logrando elevarlo un poco del suelo; Felix no era alguien ligero.

Mientras hacía lo posible para soltarse, lo llevó al sillón de la sala y se posicionó encima de él.

—Es divertido burlarme de ti. – dijo con una sonrisa, cerca de su cara.

—Idiota. – por más que quiso sonar molesto, su risa lo delató.

Unieron sus labios en un beso lento, lleno de sensualidad que poco a poco fue tomando velocidad, convirtiéndose en uno salvaje y apasionado, había mordidas de por medio aumentando más la excitación de ambos, ligeros gemidos eran amortiguados por los labios contrarios; lo demás a su alrededor simplemente dejó de existir; sólo ellos dos existan.

Ahora ninguno se sentía culpable de nada. Y eso era lo mejor que les pudo haber pasado.

El aire las hacía falta, sin embargo no querían dejar de sentir sus labios, pero aun así se separaron para recuperar el aire perdido.

—¿Podemos? – pregunta meneando un poco sus caderas.

¿Cómo podía ponerse tan duro sólo con un beso? Era lo que se preguntaba Felix en ese momento.

—Tengo hambre. – le responde con sensualidad.

—Genial, yo también tengo hambre, mucha hambre. – se acerca a su cuello y comienza a lamerlo y dejar besos sobre él.

—Hambre de comida. – dice en medio de risas.

—¿Qué? – pregunta incrédulo separándose de su cuello.

En un movimiento ágil lo empuja quedando a horcadas de él, justo antes de que pudiera poner sus manos en su cadera, se levanta y acomoda su ropa para después ir de nuevo a la cocina, dejándolo sentado en el lugar completamente confundido y con una erección que dolía.

stupid boy › chanlixDonde viven las historias. Descúbrelo ahora