Este libro es para ti, mujer de mil pezones, de millones de cabellos, fecundada a la velocidad de cientos de miles de óvulos, con un montón de sueños, a meses y meses de espera, de lucha, de resistencia, de gritos. Este libro es tuyo, tómalo, guárdalo, ráyalo, has avioncitos de papel, pero se libre, ¡promete que serás libre!, como nunca, como siempre, como bailas, como cuando naciste y de tantísimos sexos te rebelaste mujer.
Aunque solo te ofrecieran una vida.
Introducción.
Así es como empiezan mis canciones, con un poco de rumba y llanto, con el ritmo acelerado del corazón en cada bataca, con la voz entrecortada, porque me identifico, porque sé que a ti también te pasa, y que las canciones y las letras se funden hasta el fondo de cada trago amargo de ron, y sé también que no es el invento de nadie, es el día a día de muchas que como tú y yo, han tratado de proteger su rostro con el brazo derecho, mientras el izquierdo es fracturado.
Ya no quedan donadoras de sangre, soy O positiva, pero mi positividad fue arrancada, desde mucho antes, mucho antes y mucho antes de que me naciera mi madre, así que me abrí, me rasgue la piel yo misma, para dejar de huir de la muerte, yo misma me abrí, porque me habían contado que era completamente débil, que mi sangre era sucia y asquerosa, que mi piel si no era blanca y tersa así como la de las flores, no servía, ni para mí, ni para los mártires, ni los embriones, ni los hijos de mis ex hijos.
Por eso un día me pintaron casi muerta, con diagnóstico de anemia destructiva, y es que me bañe en sangre para traer a mis hijos a la vida, puje fuerte, grite, mordí las sábanas, las empape todas de sudor, de rabia, de sed, de contracciones, de dolor, de sangre, de sangre.
Y así nacieron los varones de mi familia, de entre mugre y pobreza, de arrepentimiento y secreciones, y les di, les di de comer mi carne, les metí mis senos enteros a la boca para que de grandes no tuvieran hambre, ni ganas, ni odio, ni poder, porque me di cuenta que el poder los cegaba, los maleducaba, los trastornaba, los convertía en hombres sin corazón. Y es que mira que mi corazón es tierno, pero duro como un tronco de bambú, por eso son ellos mis hijos, los que aman, lo que me cuidan, los que me dan agua, cuando estoy muriéndome como un cactácea que no hace más que crecer del polvo.
Los hombres que traerás al mundo, verán el amanecer con otros ojos, y sus pestañas tocarán sus mejillas y sus mejillas sonreirán al compás de tus pasos, y tus pasos serán germen, luz, camino, y ellos caminaran contigo y compartirán la gracia, la empatía, la fuerza, y entonces ya no tendrás que abortar cada veintiocho días, y entonces tu sangre dejara de ser rio para convertirse en humanidad.
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¿Habías oido esta canción con tanta tristeza?
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De mi útero ✔️ (En físico)
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