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No podía negar que estaba sudando de los nervios mientras veía a Navier sentada frente a él al otro lado de su escritorio, debía contarle su plan para ayudar a Rashta, pero no deseaba hacerla enojar.

—Emperatriz yo... verás... bueno – Llegaba a tener la voz temblorosa de los nervios.

—¿Usted...?

Tuvo que tomar un poco de aire para disipar un poco los nervios – Yo voy a convertir en Rashta en mi amante.

Sabía que, ese rostro neutral que estaba poniendo su esposa en ese momento ocultaba su disgusto, lo reconoció por tanto tiempo de conocerla.

》Te lo digo porque no será realmente mi amante《

—¿A no? ¿y qué será entonces? – pudo sentir veneno y burla en su tono de voz, haciéndolo sentir miedo.

—Solo será una fachada, creo que Rashta es una esclava fugitiva así que la convertiré en mi amante mientras busco a su propietario – comenzó a explicar la situación – Luego la dejaré libre o trabajando, no lo sé, pero te prometo que nunca estaré con ella.

》Porque no sería capaz de hacerte lo mismo que mi padre le hizo a mi madre y bueno... porque te quiero

Susurró lo último cubriendo su rostro para que la rubia frente a él no notara su sonrojo, pero fue gracias a esa misma acción que no podía notar el leve sonrojo que ella también tenía.

—Lo comprendo y no te preocupes, confío en ti.

—Intentaré apresurarme en encontrar a su propietario y no te involucraré este asunto, así que no te preocupes por eso.

Al fin sintió que podía respirar nuevamente sin ningún nerviosismo.

Ambos se quedaron conversando unos minutos más antes de despedirse para continuar con sus deberes como emperadores.

Al ya estar enterada del plan del azabache se abstuvo de comentar algo cuando sus damas de compañía le hablaban del rumor de que el emperador tomaría a Rashta como amante y, aun así, como Sovieshu le dijo, no se relacionaría con aquella chica.

—Disculpe la interrupción, su majestad – Un sirviente entró a la habitación cuando se desponía a beber su té – Pero Lady Rashta desea verla.

Eso la descolocó un poco, pues no tenía razones para venir a visitarla, aun así, aceptó que la joven entrara para saber el motivo de su visita.

Por suerte ahora tenía un poco más conocimiento sobre los modales haciendo un poco más tolerable el verla.

—A diferencia de la última vez que nos vimos, el emperador te ha hecho su amante – dijo lo más calmada posible – Felicitaciones.

》¿Y a qué se debe tu visita? 《

—¿A qué vengo? ¡A ver a mi hermana, su majestad!

La condesa Elisa no pudo evitar escupir un poco de su té al escuchar las palabras de la peli plata e inmediatamente miró a la emperatriz esperando para defenderla si era necesario.

—¿Qué...? ¿Hermana?

—¡Ahora somos hermanas porque tenemos el mismo esposo! Así que, ¿puedo decir que es mi hermana mayor?

Al parecer, Sovieshu no le explicó la situación a Rashta, esperaba que fuera por estar ocupado con todos los asuntos del Imperio, pues en verdad le desagradaron las palabras de aquella muchacha.

—Lo lamento, pero el que pases a ser la amante no quiere decir que nosotras seamos hermanas – dijo con la mayor cortesía posible – Yo soy la emperatriz, esposa de Sovieshu, tú solo pasaste a ser una amante nada más.

𝕰𝖒𝖕𝖊𝖗𝖆𝖙𝖗𝖎𝖟Donde viven las historias. Descúbrelo ahora