—💭—
Los días pasaban y su mente cada vez estaba más calmada.
Su herida parecía sanar rápido, aunque visitaba constantemente al médico para evitar cualquier problema futuro.
Ahora podía mover sus brazos sin sentir dolor, todo iba realmente bien.
Sunghoon se notaba muy atento con él, y cada vez lo necesitaba más a su lado, pues el pelinegro había llenado un vacío en su interior con eficaz rapidez y eso lo hacía sentir tan bien.
—¿De qué trabajas? —se animó a preguntar mientras desayunaban.
Sunghoon lo observó mientras masticaba.
—Soy dueño de dos empresas de electrodomésticos.
—¿Y yo de qué trabajaba? —apoyó su mano en su mentón, prestando suma atención a los movimientos del contrario.
Tardó unos momentos en contestar, mientras su inquieta mirada iba para todos los lugares de la cocina evitando la del menor.
—Eres abogado. Trabajabas en una firma, pero te retiraste hace un año para tener más tiempo para nuestro matrimonio —dijo con voz seca.
—¿Y tú? —volvió a preguntar—¿Tú también dejaste tu trabajo para tener más tiempo para nuestro matrimonio?
—No —respondió—Mi trabajo no necesita mi presencia muy seguido, nunca fue un impedimento para lo nuestro.
No preguntó más, y Sunghoon tampoco insistió en el asunto.
Sabía que había algo raro detrás de todo, pero no podía descifrar qué era.
Terminó su desayuno y se trasladó a la sala de estar a leer algún libro.
Le causaba curiosidad el leer, quería saber todo al respecto.
Comenzó a leer frente a la ventana, cómodamente sentado en aquella silla de ruedas que a veces lograba fastidiarlo.
Las palabras quedaban memorizadas en su cabeza y eso era algo tan gratificante y hermoso.
Dejó el libro y comenzó a mirar los autos que pasaban.
Rojos, azules, negros, blancos, dorados. Tantos colores y modelos que eran imposibles de contar si se lo proponía. El sol hacía una leve aparición en el cielo, pues las nubes abundaban y el color celeste apenas era visible.
Se veía agradable afuera. Las plantas tan verdes y frescas, los niños tan felices con sus mejillas rojas y sus alergias.
Ojalá pudiese salir y disfrutarlo.
—Quiero salir, el día está muy lindo —habló mientras se giraba para observar al mayor leyendo el diario en el sofá.
Este levantó la vista por un segundo.
—No.
Sunoo quedó algo desconcertado.
—¿Por qué no? Está muy lindo el día. Eso ayudará a recuperarme —insistió, con esperanza.
Sunghoon suspiró y tiró el diario al piso mientras lo observaba de mala manera.
—Te dije que no, porque así yo lo decido —vociferó—Mientras estés bajo mi cuidado harás lo que yo diga y crea, y si no estás de acuerdo, puedes ir a vivir en la calle.
Luego de decir aquellas palabras, un brillo se hizo presente en sus ojos y un suspiro tranquilo salió de su boca mientras regresaba a agarrar el diario.
Sunoo no dijo más, solo calló y pensó que era cierto, no debía salir.
Su esposo solo quería cuidarlo y él simplemente era un mal agradecido.
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Love me, mon amour¹ - Sungsun
Roman d'amourTriste y confundido, así se sentía. Decepcionado y asustado, se sintió cuando descubrió la verdad. ¿Qué le había hecho Park Sunghoon? ...