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Sábado por la noche.

Día para pecar.

Cuando a los ángeles caídos por fin se quitan sus máscaras y los demonios escapan del abismo listos para llevarse unas cuantas almas acendradas a su infierno.

Benditos sean aquellos que rezan por los malvados el sábado en la noche.

Cuando la noche conoce al sol, cuando el sol se enamoró. Cuando un chiquillo estúpido espera como idiota sentado en una banca mientras ve el sol caer.

Cuando su preciosa babu espera a su lado, limpia y perfecta para salir a correr.

No llega.

Mikey sigue esperando, uno, dos, tres, han pasado los minutos, segundos, ¿cuanto ya? Cuarenta y seis minutos y Mikey sigue esperando.

Los pensamientos racionales de marcharse y mandar al diablo a quien mierda lo ha hecho esperar son palpables.

Pero... ¿y sí solo lo espera cinco minutos más?

Nadie merece que espere tanto, nadie ha sido capaz de humillar al invencible, al demonio, y una mierda, no duele, no duele, puede destrozar a quien intente lastimarlo pero ¿Takemicchi le haría eso?

No.

¿Verdad?

Él lo invitó a salir.

Jodido dolor, jodido ardor, contesta pedazo de mierda.

¿Y QUÉ?

¿Por qué debería doler? Ni siquiera lo conoce pero Takemicchi no le haría eso. Él no sería capaz, siente conocerlo y la seguridad se pelea con ese rincón de su mente que le dice que lo mande a la mierda.

¿Y qué?

Puede tener más citas con otros, puede presentarle a sus amigos a otros, puede levantarse sin mandar mensajes, puede emocionarse con otros, puede comprar ropa para impresionar a otros, puede volver a pedirle a Ken que lo vuelva a arreglar para otro.

Al demonio.

¿Y por qué no te vas?

Decide levantarse, pero ¿por qué no? Iría al baño, porque la cafeteria de enfrente era su lugar favorito, lo dejarían pasar al sanitario, después de todo quería que Takemichi pruebe sus capuchinos.

Excusas, sólo quieres esperar un poco más.

No le importó demasiado a que baño había entrado, apenas y podía mirar con todo lo que se había desatado en su ser.

Lo único que identificó ya tras unos segundos fue a su propio reflejo devolviendo la mirada ¿En que momento había comenzado a derramar lágrimas?

No lo sabía, tampoco le importaba, lo único que podía sentir por el momento era ese horrible nudo en la garganta, no había esperanza, jamás la hubo, ese estúpido plan, la estúpida cita jamás habían creado algún tipo de luz, tan estúpido había sido por no querer extinguir ese pequeño capullo que había crecido tanto en tan poco tiempo.

Su esperanza se había convertido en una flácida y horripilante masa de mierda que le estaba carcomiendo los intestinos, ¿qué mas esperaba si desde el inicio estuvo dicho?, era tan jólidamente estúpido en creer que algo cambiaría, sintiéndose ridículo porque Mikey, el pendejo de Mikey jamás debió armarse ilusiones ansiando lo que jamás podría pertenecerle, ahora todo se había convertido en un putrefacto dolor tan grande que apenas podía respirar y no alejarse para esconderse como un animalito lastimado y después lamerse las heridas. No, ahora entendía que todo desde un principio precipitó para llegar a la cumbre en la que se encontraba ahora, el plan no sólo habría de fallar, no se limitó en lastimar no sólo a él que sentía su marchito corazón bombeando con desesperación sino que también iba a afectar a su estabilidad.

This is gospelDonde viven las historias. Descúbrelo ahora