Cap. 4

61 9 4
                                    

—Es curioso verte tan seria, ¿sucede algo? 

¡Ay! Esta imagen no sigue nuestras pautas de contenido. Para continuar la publicación, intente quitarla o subir otra.

—Es curioso verte tan seria, ¿sucede algo? 

 —No... —susurre y lo mire de lado—. No es nada importante. 

 Y bueno, solo estaba pensando en su extraña actitud. Noto la mía y no quería que él sospechara de mí. Le sonreí cuando llegamos a mi edificio. 

 —Pues gracias por acompañarme —dije girándome para quedar cara a cara—. Fue un retorno divertido. 

 —¿Divertido? —pregunto— ¿por qué divertido? 

 —¿Se te hizo aburrido? Hizo una mueca de disgusto, cambiando hacia una pensativa bastante exagerada. 

 —Para serte sincero, si, lo fue.

 Bufe por su anormal poco interés este día. Siempre solía ser más interesado en mí —que no suene arrogante—, haciéndome preguntas sobre mi día o alguna cualquiera sobre algún tema variado. 

 Solté un largo "Mmm" y me mostró una casi diminuta sonrisa. 

 —Hekima, ¿estás saliendo con alguien? —pregunto de repente. 

 Lo miré incrédula.  —¿Qué? No. —Lo miré fijo—.¿Por qué dices eso? 

 —Había venido de casualidad a comprar a esa pastelería. —Apunto la que estaba al otro lado de la calle—. Y te vi llegar con un chico de cabello morado. 

 —Pero... llegue casi a las una de la mañana, a esa hora no estaba abierto. 

 Su boca se abrió por cortos segundos, queriendo articular alguna palabra; sin embargo, nada salió.
Se rascó la nuca desviando su vista hacia otro lado menos mi rostro, de un momento a otro me miro fijamente, logre notar ese tono verdoso en sus ojos. 

 —¿Así? —cuestionó posando su mano en su cadera y dijo con seguridad—: Ya había hablado con el dueño sobre eso, había venido a buscar una orden de donas y pequeños pasteles para llevarle a mi clase. Puedes preguntarle a cualquiera y te dirán que fue así si es que dudas. 

 —No lo hago, no tendría porque, ¿no? 

 Me dio la razón a lo que dije. 

 —Pero, no nos desviemos de la pregunta... 

 Suspire pesadamente y acomode mi bolso sobre mi hombro.
Sus dudas eran de verdad molestas, al igual que su insistencia con el tema. Tan solo por ser como un hermano para mí no dejaba de hablarle. Sonó muy egocéntrico de mi parte, puede que solo este interesado en mi bienestar o le gusta fastidiar como un grano en el culo. 

 Me resigné a contestar cortésmente. 

 —Un amigo me invitó a comer y me trajo a casa, solo eso no salgo con él en una relación ni nada. 

 —Comprendo. Si yo te invito a salir, ¿aceptarías? 

 —Claro, salir con mi amigo no es ningún problema —exclamé abrazando su cuello con mi brazo y a su vez con mi mano desocupada, agitaba su cabello. Lo escuché rezongar en voz baja y posar sobre mi cabeza.

Filofobia (Rindō Haitani). Donde viven las historias. Descúbrelo ahora