꧁Tengo miedo꧂

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Josh

En algún punto de la película me dormí, lo acepto, pero no estuve roncando las dos horas, solo la primera, el resto de tiempo pretendí estar soñando para poder escuchar a Maya hacer comentarios sobre lo que sucedía sin que se incomodara por mi presencia, soy un imbécil pero no tanto como para no notar lo tensa que estaba al verme entrar al apartamento de la nada.

Me resistí también a contestar las llamadas insistentes de Amélie porque sabía que si atendía a su urgencia de igual manera tendría que salir corriendo del apartamento, era horrible saber que atender una llamada suya implicaba que algo terrible acababa de pasarle y que cada vez lo que sucedía era más grave.

—¿Todo bien, Amy?

—No, no, no —repitió con la boca pegada al micrófono de su teléfono, sonaba exasperada, asustada—. Otra vez él, como siempre él Josh, tengo miedo.

—Voy para allá.

Tampoco podía ser injusto, Amélie me había abierto su corazón y me había dejado ver ese lado de su vida, por eso no me sentía capaz de dejarle, porque a pesar de no sentir ciertas cosas yo era el único soporte que ella tenía y abandonarla no podía estar tampoco entre mis planes.

Maya salió de la habitación y tuve la tentación de excusarme, de decirle que vendría en otro momento pero no era lo indicado, nada de explicaciones.

Corrí por las calles hasta llegar a una avenida principal donde el taxi que me recogió pisó el acelerador sin piedad alguna, en lo que el taxímetro corría no podía no pensar en que una bomba de tiempo empezaba a andar y era limitado.

—Por aquí está bien.

Los edificios más ostentosos de la ciudad estaban frente a mis ojos, pensar que todo eso era una fachada frente a lo que realmente hacen muchas de esas familias con sus propios hijos, el dinero, el poder, mentiras y más mentiras.

El portero de la residencia a la que entro no me mira dos veces, ya ha intentado detenerme en el pasado y no ha terminado para nada bien para él, oprimo el número diecinueve en el panel del ascensor.

En el instante en que las puertas se abren ella saltó encima mío, incluso a través de la tela de mi chaqueta llego a sentir sus uñas aferrándose a mi piel, no dijo nada, yo tampoco dije nada, sabía que las lágrimas debían estar corriendo por su rostro y no planeaba intervenir en eso, Amélie necesitaba desahogarse y deshacerse de su ese demonio.

Nunca soltó ni un solo sollozo.

Entramos a su apartamento y aunque no estaba colgada en mi torso podía aún sentir la presión de su cuerpo contra el mío, lo tensionada que estaba, el miedo que sentía.

—¿Quieres que hablemos de lo que te dijo? —pregunté con precaución, mantenía nuestras manos entrelazadas pero no me miraba a los ojos.

—No me lo dijo explícitamente porque no es un idiota, pero lo que me dijo implica que me están espiando, aquí, en la universidad, tiene fotos mías incluso de la noche en que celebramos el cumpleaños de tu sobrina, mencionó a Maya...

—¿A Maya? ¿Qué tiene que ver ella?

—Me dijo que tu amiguita parecía bastante interesante, que debería pensar en presentársela.

Bastardo.

—Carajo, Amy, debemos buscar un lugar en el que esconderte, es un puto acosador, podría ser tu padre.

Y de cierto modo lo era.

—Pero no puedo permitir que me siga acorralando —titubeó—. No sé qué hacer Joshua.

Yo tampoco sabía qué decir.

Duncan era el mejor amigo del padre de Amélie, otro empresario imbécil que pensaba que tener dinero en su bolsillo lo hacía dueño de todo lo que pudiera comprar y hasta de lo que no y Amy era una de sus pretensiones, desde que ella cumplió los quince años el acoso se masificó y ha ido tornándose incluso peor con el paso de los años.

—Creo que en unas de las fotos que tomó estoy desnuda —murmuró insegura.

—¿Qué?

—Dijo —aclaró su voz—, que tenía algunas fotos interesantes, que se... que las usaría para divertirse.

—No me importa lo que digas Amy, ven esta noche conmigo al campus, mañana veremos qué hacer pero no te vas a quedar aquí, no más.

Empecé a empacar una maleta sencilla de lo que probablemente necesitaría, acababa entonces de darse cuenta de las implicaciones de las palabras de ese cerdo, podía no saber cómo actuar pero su rostro se contorsionó en una mueca y salió corriendo al baño a vomitar.

Corrí tras ella y le sostuve, nuevas lágrimas aparecieron pero no con la misma frecuencia de antes, tal vez se le estaban acabando de tanto llorar.

—¿Por qué a mí? ¿Por qué no hace nada? —la mera referencia de su padre en esa pregunta al azar le hizo sollozar sin contención.

Si Duncan era un cerdo asqueroso su padre era un puto demonio.

Ella sí sabía la razón pero esa misma le desconsolaba, aún recuerdo la primera noche en que se vio obligada a hablarme de la situación porque habían límites que estaban siendo sobrepasados, nada de lo que me había dicho sonaba coherente en ese momento pero con el pasar de los días las cosas cobraron sentido y entendí lo jodida que sería la vida de Amélie si no hacía nada por ella.

Pero tampoco me dejaba hacer nada, así que apoyarla era lo único que podía darle algo de confianza en sí misma.

—Vamos, no pasarás ni un minuto más aquí.

...

—¿Josh?

—¿Si?

En toda la noche no pude pegar el ojo, estoy seguro de que ella tampoco. Cuando escuché su voz me giré para encontrarme con ella mirando al techo.

—¿Vale la pena pasar todo esto por mí?

—¿Qué?

—Desde que nos conocimos siempre has sido tú quien me apoya, no he hecho lo suficiente para merecerte.

—Ey, para. Nuestra relación no se basa en merecer Amélie, se basa en querer. Estoy seguro que si fuera por tu padre ya nada de esto existiría pero aquí seguimos, aquí sigo.

Ambos nos sentamos, yo desde el suelo y ella desde la cama, sé que ha estado pensando toda la noche qué decir y cómo decirlo pero algo la detiene.

—Solo he sido un obstáculo en tu vida desde que empezamos a salir —dijo con lentitud, advirtiéndome que no debía interrumpir lo que seguía—. Quiero dejar de serlo.

—¿Con eso te refieres...?

—Terminemos.

—Amél...

—No voy a poder deshacerme de mi padre, ni de Duncan, jamás voy a estar tranquila y eso de una forma u otra va a pesar en tu vida, no es justo.

—No es justo tampoco que pases tú sola por eso.

—Quiero pedirte un último favor —Su brazo se extendió hasta mí, supuse que ese favor sería un abrazo así que rodeé su cuerpo.

—Sé que en algún momento te volveré a llamar, no quiero hacerlo pero va a suceder, así que si te llamo por favor no contestes.

—No lo voy a hacer, voy a contestar, lo sabes.

—Valía la pena intentarlo.

Intenté resistirme al hecho de que cuando regresara a la habitación ella ya no estaría ahí, me daba miedo pensar en ella otra vez expuesta pero también sabía que no me iba a permitir hacer nada más para apoyarla directamente porque cuando se obstinaba con algo era terca y mandona, incluso siendo que se dejaba a sí misma en peligro.

Fui hasta la cafetería del campus y compré uno de esos cafés de las máquinas expendedoras, no estoy seguro de si solo fueron un par de minutos o una hora pero cuando el sol empezó a salir y regresé Amélie no estaba.


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⏰ Última actualización: Apr 15, 2022 ⏰

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Long game; a Joshaya storyDonde viven las historias. Descúbrelo ahora