꧁Reencuentros꧂

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Lucas Friar es un ser particular, algo cobarde si me lo preguntan —igual lo diría sin que me preguntaran— pero si en algo ha sido claro desde el momento en que formalizó su relación con Riley es lo mucho que la ama, ambos llegaron a huir de sus sentimientos luego de un par de años intensos sin embargo el lazo que los une no puede sino estirarse y tensarse, no romper lo que han construido juntos.

Por eso no es extraño que haya sido el peor intenso que pisó este planeta en el momento en que inició con los preparativos de su fiesta de cumpleaños y algo más, sus llamadas que antes recibía semanalmente pasaron a ser diarias la semana previa al gran día.

"¿Ya reclamaste su vestido? ¿Te confirmaron los del pastel? ¿Invitaste a su familia?"

Bueno, ese último pedido lo hice incluso con el contacto que renegué en hablarle yo, pero al texano no le pude decir que no. De todos recibí respuestas super amigables, sin embargo el mensaje que le envié a él tardó dos días en leerse y otros dos en responderse con un amargo: "Ok."

Intenté no matarme mucho la cabeza con el tío de Riley, lo que supe de él no fue mucho luego de que se graduara, solo que estaba tentado a estudiar psicología y entre sus allegados había aparecido una chica... No pude sentirme enojada ni mucho menos, siempre recuerdo la promesa que hicimos ese día en la cabaña, ambos aceptamos estar en el juego largo, lo cual incluía con claridad el poder conocer a otras personas y eso lo hice yo también, solo que en mi caso el imbécil que pensé me haría olvidar a Joshua lo que logró fue acentuar mi necesidad de terapia —que quede claro que no lo considero algo malo, solo que empecé a ir dos veces a la semana en vez de una a ver a mi doctora.

—Maya Hunter, te necesito aquí en dos horas, Riley está a punto de matarme y no tengo idea de por qué, los nervios me están consumiendo —pidió con urgencia Lucas a través de nuestra llamada.

Recogí mis maletas de la cinta del aeropuerto y murmuré un asentimiento que tranquilizara al chico.

—¿Ya estás en Nueva York?

—Estoy recogiendo mis cosas, mis padres van a pasar por mí pero me quedaré en su casa Lucas.

—¿En la mía o en la de Shawn y Katy?

—¿En qué habíamos quedado? —pregunté exasperada.

—Que te quedarías conmigo y Riley —susurró avergonzado.

—Bien, ahí tienes tu respuesta.

Me entró la llamada de Shawn por lo que despaché rápidamente a Friar y le respondí a mi padre, en pocas palabras me dijo que ya estaban esperando a por mi salida frente al gran edificio, la idea de ver al par de personajes luego de unos cuantos meses de lejanía me permitió acelerar el paso con emoción, aunque él y mamá llevaran años casados aún me sorprendía esa sensación hogareña y familiar que me transmitía el estar con ellos dos, era casi como si el sueño de la pequeña Maya se cumpliera a diario.

—¡Maya!

—¡Mamá!

A pesar de mi baja estatura logré divisar el auto y mis padres que me esperaban en el parqueadero, corrí hasta ellos y les abracé.

—¿Cómo has estado, Maya?

—Bien, han sido meses algo pesados pero siempre vale la pena.

No miento, dormía tres horas y trabajaba las otras veintiuno, sin embargo valió la pena porque para navidad mis cuadros serían expuestos en una galería neoyorquina, solo que ese es un secreto que me guardé para mí misma por un tiempo.

—Riley está ansiosa por verte —comentó Shawn, quien manejaba y me miraba por el retrovisor cada vez que podía como para confirmar que mi presencia no fuera una mera ilusión—. No sé qué tendrán de especiales estas horas de su víspera de cumpleaños pero está incluso más inquieta que la noche anterior a su graduación.

Long game; a Joshaya storyDonde viven las historias. Descúbrelo ahora