○|C1: Siempre la misma historia|○

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El rey deambulaba por los pasillos esperando poder calmar su nerviosismo, un temor, una angustia de que algo malo podía pasar lo inundaba poco a poco.

  —Las cosas no pueden empeorar -se decía a mismo; en ese mismo momento un seguidor suyo herido corre hacia el, advirtiéndole sobre los intrusos.
  —¡Señor!¡Señor! ¡Los hechiceros han logrado pasar las guardias y la barrera! -Este mira a su fiel seguidor unos segundos antes de posar la mirada en una de las puerta de las habitaciones.
  —Cuida la entrada de esa habitación, Nadie puede entrar, ¡Nadie! -se acerca hasta la puerta y apoya su frente en esta, comenzando a recitar un hechizo, cual hizo que la puerta comenzara a camuflarse con las paredes.—Da tu vida si es necesario, pero nadie puede entrar.

Su seguidor aciente cabizbajo viendo como su Rey se perdía entre los pasillos. Al llegar al gran salón de su castillo llamó la atención de aquellos invitados que irrumpieron, arruinando la paz del lugar.

En esa habitación, resguardada en la entrada se encontraba la debilidad del rey, aquella cual estaba dando a luz a su primogénito.

  —Respire como le indicamos mi señora...
  —No.. No puedo más... -Decia esta al borde del colapso, el dolor inhumano que sentía le hacía ver cualquier otra tortura como la nada misma.
  —Solo un poco más, usted puede, puje a la 1... puje a las 2... puje puje puje... -repetía la mujer que la acompaña y ayudaba en el parto. Un estruendo hizo preocupar a las dos mujer que se encontraban en la habitación como acompañantes.
  —¿Que esta ocurriendo?
  —no preste atención, solo mirame a mi. -Ambas mujeres toman sus armas y salen de la habitación.—Lo estas haciendo bien... una vez más... Puja..
  —¡Ah! -Grita el rey, separando la cabeza de uno de los hechiceros- ¡los matare a todos! -Este se contuvo el mayor tiempo que pudo para evitar que estos avancen en su palacio, los minutos pasaban y el Rey ya habia asesinado a la mayor parte de los intrusos.—¡¿Quien es el siguiente?! -Grita con fervor, pero al ver asomarse por la baranda del segundo piso a las mujeres que acompañaba en el parto a su Reina se queda helado, desprevenido los lideres lo contuvieron logrando doblegar a lo que atemorizaba a los pueblos.

  —¡Comiencen! -grita una de ellos. El rey mira a su seguidora unos segundos para gritarle.
  —¡Saquenla de aquí! -Las mujeres acienten y se van de la vista de este.
  —¿A quien intentas ocultar de nosotros? ¿acaso? ¿El rey resguarda a alguien importante, para el? -Este se rie.
  —No te diré nada, has lo que quieras pero no conseguirás nada de mi.
  —¡Busquen a esa mujer! -Varios hechiceros se dirigen al segundo piso, pero al pisar el último escalón sus cuerpos son repelidos.
  —¡Hay un velo!
  —No Irán a ningún lado.

Lo que te hace Diferente [Jujutsu kaisen]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora