Capítulo 2

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Apenas salí de la ducha me dirigí al armario para buscar algo de ropa. Me detuve frente al espejo que estaba en una de las puertas del armario. Y miré mi reflejo.

 Lo único que resaltaba en mí eran mis ojos verdes, los cuales había heredado de mi padre. Tenía una larga cabellera castaña que me llegaba hasta media espalda y mi piel tenía un tono medio bronceado. Tenía los músculos marcados de tanto entrenar y se me estaban empezando a notar unas ligeras curvas. De chica siempre había sido una de las más altas, pero ahora soy de una estatura promedio.

Me puse un pantalón deportivo gris y una remera roja de manga corta.

Salí del cuarto y me dirigí hacia el comedor.

Cuando entré al comedor pude notar a Willow y Leo conversando animadamente en la misma mesa de siempre. Desde que habían empezado a salir juntos Leo se sentaba siempre en nuestra mesa, lo cual era bastante irritante ya que me sentía como la tercera rueda.

Fui caminando lentamente hasta ellos y me senté en mi lugar habitual.

-Oye, ¿te enteraste de que harán una reunión después del almuerzo?- Por alguna razón desconocida para mi Willow siempre parecía saber todo lo que iba a pasar.

-¿Cómo lo sabes?- Le pregunté.

- Me lo dijo un pajarito. –Me respondió.

- ¿Y ese pajarito te dijo para que sería la reunión? –Preguntó mi hermano, quien hasta ahora había estado escuchando la conversación en silencio.

-Ni lo sé ni me importa, lo único importante es que probablemente nos hagan perder un par de clases.

-Probablemente nos informen sobre un cambio en las reglas o algo así.

Leo asintió no muy convencido. Lo conocía muy bien y tenía esa expresión en la cara que siempre tenía cuando algo lo preocupaba.

-Pareces preocupado por algo.- Le comenté.

-Es solo que tengo un mal presentimiento, no sé cómo explicarlo.- Suspiró intentando convencerse.-No debe de ser nada.- Dijo al fin.

El resto del almuerzo transcurrió en silencio, nadie más volvió a hablar del tema. En cuanto terminamos de comer nos levantamos y nos dirigimos hacia la sala de conferencias, donde ya había gente reunida.

Frente a la puerta, como si fuera un guarda de seguridad, se encontraba un soldado. Este era el encargado de asegurarse de que todos los que entraran a la sala pertenecieran al cuartel. Para esto nos habían hecho a todos un pequeño tatuaje el símbolo de la Seguridad Nacional detrás de la oreja derecha.

Esta era una forma de detectar infiltrados dentro del cuartel, por ahora jamás había pasado, pero bueno, nunca está demás algo de precaución.

En cuanto llegamos frente al guardia este nos miró los tatuajes, al ver que eran reales nos dejó pasar.

No importaba la cantidad de veces que hubiera estado en este lugar, nunca dejaba de asombrarme. Se trataba de una sala gigante con un techo acampanado de veinte metros de alto. El salón se podía dividir en dos partes, la parte trasera y la delantera. La parte trasera del salón estaba llena de asientos, cada hilera más alta que la anterior para que todos pudieran ver bien. Pero era la parte delantera la que me llamaba la atención. Un enorme escenario de madera cubría casi todo el espacio libre, sobre este se encontraba un podio también de madera y con detalles de oro, frente al cual se paraba quien fuera a hablar. Detrás del podio se encontraban cuatro asientos para los líderes de la sede. En ambos lados del escenario había dos estatuas de piedra de unos diez metros de alto. Cada estatua representaba a un centinela con un arma en la mano derecha y una navaja en el cinturón. Estaban hechas con tanto detalle que parecían reales.

Nos sentamos en la fila de asientos delantera, cada fila era tan larga que entre toda la sede no era necesario usar más que la primera fila. Originalmente esta sala había sido diseñada para las reuniones del presidente con todos sus senadores y ministros, pero luego de algunos años había perdido esa utilidad, por lo que ahora solamente se usaba para pequeñas reuniones de no más de doscientas personas.

Un ruido proveniente del escenario me sacó de mis pensamientos.

-Ahora que estamos todos reunidos podemos comenzar.- dijo el Sr. Bosch por el micrófono. Él era el jefe de toda la sede.

-Como todos saben la CGSI,- esta era la forma de referirnos a la sede, esta sigla correspondía a ‘Cuartel General de Seguridad Interna’.- ha estado investigando a un hacker quien en menos de dos meses ha robado información de más de doce bancos, tres agencias de investigaciones, y sí, la propia CGSI.- Un murmullo recorrió la sala. Todos sabíamos sobre este hacker, pero no nos habíamos dado cuenta de lo lejos que había llegado.

-Por suerte gracias a nuestro sistema de ‘apodos’ ninguna identidad ha sido revelada.- El sistema de ‘apodos’ era una medida de seguridad que había tomado la sede para proteger nuestras identidades en casos así. Este sistema implicaba que en cada informe, registro o cualquier papel de la agencia nuestros nombres fueran remplazados por apodos, en este caso eran los nombres en latín de distintos animales. Solamente las personas que correspondían a la sede y algunos de los gobernadores más importantes sabían nuestras verdaderas identidades.

-Recientemente descubrimos que este hacker recluta alumnos de entre quince y dieciocho años de los distintos liceos y los utiliza para robar información de estos. –Continúo hablando el Sr. Brown.- Es por eso que hemos decidido enviar a algunos de nuestros reclutas de incógnito para que investiguen  estos grupos.

Un murmullo de excitación recorrió la sala.  Hacía más de tres años que nadie había sido enviado a una misión, y todos en la sala estábamos deseando poder salir del edificio y utilizar las habilidades que habíamos desarrollado tras horas de entrenamiento.

-Colubra, Ciconia, Lupus y Aquila. Recito leyendo de un papel los apodos de los reclutados.- Eleonore Stone, Willow Sparks, Leo Eastwood y Mikayla Eastwood. Ustedes han sido reclutados para realizar esta misión.

Aquila (Pausado)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora