xv. George

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George.

Segundos. Minutos. Horas. Días. Semanas. Meses.

No sabía cuánto llevaba con Richard. ¿Dos meses? ¿Tres? Tal vez cuatro.

George simplemente sabía que le fascinaba.

Richard no era como todo lo que George conocía. Richard era diferente. Empezando por su vestimenta y terminando por su actitud. Podía ser muy grosero algunas veces, pero con él no lo era. Y eso, extrañamente hacía sentir bien a George.

De tantas historias de amor leídas, vistas y contadas, George se empezó a preguntar cómo sería la suya. En dónde conocería a la persona, cómo sería la persona, cómo sabría que aquella era la persona...

Muchas preguntas albergaban su mente. Y estaba casi seguro de que todas ya tenían respuesta. Bueno casi todas.

« ¿Por qué Richard?»

Era la pregunta más importante que tenía George. ¿Por qué Richard?

Tal vez porque sus manos encajaban, no perfectamente, pero lo hacían de una maneja que George nunca había visto antes en otras relaciones. Tal vez porque estaban atrapados en un cliché no tan cliché.

O tal vez simplemente sea porque realmente sentía que Richard era aquella persona. Podía llevar apenas meses con Richard pero para George se sentían como años. Sentía, de verdad, que ya conocía Richard. Tenía tanta confianza con él. Richard se quedaba a dormir en su casa, y viceversa.

George nunca se aburría con él. Podrían estar hablando del tema más cotidiano y no se aburriría, porque Richard sabría cómo hacerlo más interesante.

Richard lo hacía reír y él hacía reír a Richard (por lo malo de sus chistes, pero aun así lograba que riera).

George estaba consciente de que su relación no era normal. O al menos eso veían los demás. Porque donde ellos encontraban una relación extraña y sin razón, George encontraba el más bello e interesante noviazgo. No sabía el punto de vista de Richard. Pero estaba casi seguro que acertaba con el suyo.

«¿Cómo seríamos si fuéramos una "pareja normal"? ¿Seríamos mejores?»

George pensaba que no.

Y como se mencionó antes, podría apenas llevar solo meses con el castaño pero George ya tenía almacenados varios recuerdos.

Como aquella vez en la cual fueron al cine y Richard (como siempre) se había quedado dormido. Pero, al ser una película de terror, en cierta parte, la audiencia gritó, haciendo que Richard se exaltara. George disfrutó de ver eso.

O cuando fueron a una feria con John y Paul. George quería entrar a la casa de los espejos y Richard se negaba, aunque al final terminó aceptando. George recuerda que durante todo el trayecto, Richard no se despegó de él (algunas veces ni siquiera abría los ojos). George pensó que era sumamente tierno.

George tenía mil y un recuerdos. Memorias, vívidas, explicitas en su mente.

« ¿Las parejas normales harán eso? ¿Recordar hasta el mínimo detalle?»

Todo había pasado muy rápido ante los ojos chocolatosos de George.

Desde el momento cuando conoció a Richard, hasta el minuto anterior, cuando le envió un mensaje.

Realmente no pensó que un chico que escucho gritar que su pene no era femenino tuviera tanto impacto en él.

Sonaba raro inclusive en su mente.

No sabía si eso era bueno o malo. Si ambos eran felices con ello, entonces era bueno, ¿no?

Sin embargo, Richard era tan importante para George que tenía miedo algunas veces.

«Eso no es normal...pero, ¿debería preocuparme? Nada en nosotros lo es...»

Porque nada lo era. Paul se los decía. Ni si quiera sus regalos, puesto que cuando cumplió el mes con Richard, simplemente se intercambiaron papitas. George nunca pensó que debieron hacer algo más, porque, bueno, así eran ellos.

Ahora mismo caminaba a la casa de Paul y de paso poder saludar a Richard casualmente. El camino ya se lo había aprendido, al igual que las líneas del pavimento. Ya podría ganarle la próxima vez a Richard.

Iba caminando lentamente, observando todo alrededor, como si fuera una película de Disney.

Y ahí había otra cosa. A Richard nunca le llamó la atención Disney o algún derivado. Y George era lo contrario. Sin embargo, Richard aun así veía las películas con él.

Cosas como esas realmente significaban para él. También cuando Richard le leía algún cuento. Richard tenía una voz realmente suave, perfecta para un narrador.

Rió y visualizó la casa de Paul, con sus perritos jugando en el patio delantero. Siguió derecho.

Notó que el auto de la madre de Richard estaba ahí, y sus hermanitas cargaban maletas.

« ¿Por qué?»

Apresuró un poco el paso.

Cuando estuvo ya frente a la casa, observó a Richard. Estaba a un lado del auto, de espaldas.

— ¡Richard! —saludó.

El mencionado volteó—. Oh, hola, George.

George sonrió—. ¿Por qué las maletas?

—Oh—exclamó, viendo las maletas fuera y dentro del coche—. Vuelvo a Busán.

George dejó de sonreír y su mente se quedó en blanco.

«¿Qué?»

𝐁𝐢𝐭𝐭𝐞𝐫𝐬𝐰𝐞𝐞𝐭||𝐒𝐭𝐚𝐫𝐫𝐢𝐬𝐨𝐧Donde viven las historias. Descúbrelo ahora