Capítulo 1. ENCUENTRO

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Es como la sensación más desagradable que hayas sentido, te despiertas como de un mal sueño, solo para que la realidad sea mucho peor.

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Su encargo había sido fácil, apunta, dispara y listo, se retira rápidamente de aquel lugar aprovechando el alboroto, revisa su celular para ver sus encargos de mañana y los días siguientes, ahora se podía dedicar a lo otro. Regresa a su casa, deja su estuche que contenía su arma DXL-5 y a cambio toma un rotulador, unos fajos de billetes y una katana.
El siguiente sector era ahora uno más de los tantos sitios de mala muerte o como sea que les llamaban, aunque todo sitio era de mala muerte siendo este el infierno. Era la primera vez que venia por aquí y con esa arma firmemente sujeta a su cadera y su abrigo negro con capucha cubriendo su cabeza y parte de su rostro destacaba mucho por el lugar, eso era tanto bueno como malo porque mientras más te conozcan, te dejan en paz o al contrario hace que se quieran meter contigo, pero no tenia opción, no podía pasar por alto ningún lugar por más peligroso que fuese.
—¿Dónde encuentro un lugar que ofrezca bebidas y polvo? —le pregunta al primer sujeto que se le cruza, este era un diablillo pequeño y regordete con nada más que un pantaloncillo corto para cubrirlo.
—¡¿Yerba?! ¡¿tienes dinero?! —exclama eufóricamente— ¡dame dinero y te llevare a donde hay esas cosas, dame dinero! —suplica mientras se agarra del cabello impaciente y empieza a caminar en círculos— si le doy el dinero él me lo dará me lo dará, ¡dame dame dame! —salta hacia ella en un intento de ataque pero la otra simplemente se hace a un lado haciendo que caiga torpemente.
—Tranquilo —le dice con voz calmada mientras lo miraba impasible— solo guíame a ese lugar —le suelta algunos billetes.
—Sí sí sí, ven ven ven —le dice mientras alza los billetes entusiasmado.
Al principio pensó que el otro se echaría a correr, pero cuando lo vio meterse a un callejón supo que encontraría lo que estaba buscando.
—¡Mira mira, dinero dinero! —empieza a gritar el diablillo hacia una puerta al final del callejón.
De pronto de la puerta sale un demonio búfalo, e inmediatamente otros dos aparecen detrás de ella.
—¡Mira mira, dinero! —vuelve a decir mientras se lo muestra al más alto— ella me lo dio ella me lo dio —señala en su dirección.
El que parecía ser el jefe da un resoplido y toma con fuerza lo que el mas pequeño le ofrecía, para luego tirarle una pequeña bolsita de la cual sin perder tiempo empieza a aspirar mientras se retiraba hacia un rincón, después le hace una seña a los otros y estos empiezan a acercarse lentamente a ella.
—Solo busco información —le dice tranquilamente mientras los otros dos ya estaban listos para atacarla— no busco pelea, les pagare bien si me...
—¡¿Pero que mierda haces?! ¡¿por qué no entras de una vez?! —sale de la puerta una pequeña demonio liebre, con un cigarrillo en la boca y una baraja de cartas en su mano. La recién llegada haciendo a un lado al demonio búfalo posa su vista en la intrusa y los otros dos.
—Señora —el búfalo hace un ademán de querer entrar en la casa, dándole a entender así a su jefa que los otros se encargarían.
—No... —le responde ésta y toma una larga calada— ¿qué te eh enseñado idiota?, a los invitados de alto rango no hay que molestarlos.
—¿Señora? —pregunta confundido.
—Solo fíjate —la mira seriamente— la forma en la que viste, lo despreocupada que está y esa arma... hmm —niega con la cabeza— empiecen a agradecerme por haberles salvado el culo.
—Sí, señora —el demonio hace otra seña a los otros y estos se retiran inmediatamente.
—Bien bien —tira su cigarrillo al suelo y pisándolo saca otro, el cual inmediatamente enciende su subordinado— ahora, ¿en qué puedo ayudarte?
—¡Ja ja ja ja ja ja! —los tres giran la cabeza en dirección a las risas, en donde el pequeño diablillo seguía aspirando de la bolsa.
—Sígueme chica —le hace una seña para que entre a su casa— adentro hablaremos sin interrupciones —le sonríe mostrándole sus muy afilados dientes.
Una vez adentro la invitó a sentarse frente a una mesa desordenada con cartas, fichas, colillas de cigarrillos y vasos con bebidas. 
—Bueno, al grano chica ¿qué es lo quieres? —se sienta en una silla dejando las cartas en la mesa.
—Para empezar un mapa de este distrito.
Solo bastó un chasquido de sus pequeños dedos para que el otro se dirigiera al cuarto continuo por lo solicitado, se escucha un rasgar de papel seguido del demonio búfalo que traía lo solicitado.
—Todo tuyo chica —le ofrece el mapa mientras el otro lo sujetaba.
—Algo más, necesito que me señales todos los sitios en el cual se puedan conseguir drogas y alcohol, aparte de este —da un rápido vistazo a su alrededor.
La liebre, con un movimiento rápido de su brazo, barre todo lo que estaba en la mesa haciendo un gran escándalo cuando todo toco el suelo. Con un gruñido molesto, el búfalo pone el enorme mapa en la mesa cubriéndola como si fuese un mantel demasiado grande.
—Veamos —toma una larga calada de su cigarrillo y empieza a frotarse las cienes mientras observaba el mapa— hagamos esto rápido —empieza a buscar algo con que escribir cuando su invitada le ofrece un rotulador.
Ya era nuevamente de noche, el búfalo se encontraba sentado en una silla atento y sin ninguna señal de cansancio, mientras observaba como su cansada señora marcaba el último lugar que conocía con lo que pedía la extraña, para ese entonces el cuarto ya estaba cubierto por un espeso humo.
—Ahí... —señala al gran mapa que en su mayoría tenia marcas— a lo que se, chica, esos serian todos los lugares en los que ofrecen lo que estás buscando, grandes negocios, medianos, pequeños y vendedores independientes claro, sus territorios están marcados en el mapa también —le dice mientras sonreía con una expresión suave.
—Bien, muchas gracias —toma el mapa y lo envuelve cuidadosamente —una cosa más...
—¡Con una mierda! —la interrumpe abruptamente— ¡ya qué, dilo de una jodida vez! —la mira molesta.
—Es lo ultimo, estoy buscando a alguien, su nombre de vivo era Jensen Gaarder —hace aparecer tres grandes fajos de billetes— cualquier información que tengan, aunque sea la más mínima contáctenme de inmediato —los mira a ambos poniendo el dinero en la mesa junto con una tarjeta que contenía únicamente un número de teléfono.
—Hmm... no muchos utilizan su nombre de vivo, si que pides algo difícil chica, pero... —toma la tarjeta guardándola en su escote— ¡está bien! —le dice con una fingida felicidad mientras toma los fajos de dinero y se los arroja descuidadamente a su subordinado— y si requieres de mi ayuda nuevamente... —toma el rotulador y una carta del suelo escribiendo algo en ella— solo llámame y estaré encantada de poder ayudarte —se la entrega junto con su rotulador mientras la conduce con urgencia a la salida.
—Muchas gracias por tu visita, adiós adiós —se despide enérgicamente con la mano viéndola irse.
—Señora —dice el demonio detrás de ella mientras veían como se alejaba.
—Al fin se marchó, mierda estoy que me caigo del sueño —se queja frotándose los ojos —tienes que ser más atento cuando se trata de esos jodidos perros ricos, al menos pago bien, como me lo indicaron.
—¿Señora? —lo mira interrogante.
—Uno de los del viejo del oeste me dijo que esa perra no tardaría en aparecer por aquí pidiendo lo que ya sabes, se cargo a varios incluyendo a ese repugnante viejo —tira la colilla de su cigarrillo— lo demás, pues lo demás lo sabrás en internet o las noticias o donde sea que lo muestren porque yo me voy dormir, y no quiero que me despiertes a no ser que ella vuelva, no quiero mi casa echa trizas ¿me oyes? —se da la vuelta para ingresar, cuando de repente el búfalo la detiene señalándole a su invitada de hace rato dirigiéndose hacia ellos.
Le ardían los ojos y toda su ropa olía a cigarrillo pero finalmente había obtenido lo que quería, junto con la improvisada tarjeta en la cual, una vez que se había alejado, había podido leer: "Merrypit", y un número de teléfono. Al estar caminando pensó un poco en la desgracia que había vivido en el oeste, no quería matar a ninguno de esos desgraciados pero como siempre, no querían escuchar, todos se abalanzaban hacia ella sin importarles nada..., de pronto se detuvo volviendo a la realidad y empezó a ver en distintas direcciones, las luces brillantes, el olor a alcohol y tabaco la habían dejado mareada pero eso no era una escusa, no, definitivamente no había pasado por este lugar.
—Mierda... —susurra Merrypit con un ligero temblor en su voz mientras veía como la extraña se acercaba a ellos.
—Disculpen que los moleste nuevamente pero, ¿podrían decirme donde esta ese viejo teatro con las puertas polarizadas?, lo vi al ingresar a este distrito.
La demonio se jala las orejas exasperada.
—Chica —le dice ya calmada y con cansancio en su voz— tienes que ir directo hacia la derecha y al encontrarte con el gran edificio en ruinas en el cual te captó mi muchacho, tomas el camino de arriba y ya —se masajea los costados de la cabeza.
—Bien, gracias —se da media vuelta marchándose finalmente.
—Maldita perra —susurra Merrypit—¿para qué mierda tiene el mapa entonces? —se mete rápidamente en la casa— ¡no quiero más molestias, ¿me oyes?!
—Sí, señora —le responde el búfalo viéndola subir unas escaleras y luego volteando a ver el lugar por el que se fue la extraña. Era la primera vez que había visto a su jefa tan paciente y sumisa ante un desconocido, ¿esa intrusa era realmente alguien de cuidado?, entro en la casa y sin más se puso a buscar en su celular algo como: "nuevo demonio que aterroriza los distritos más bajos, o desconocida poderosa que dejó todo destruido", al principio no encontró nada referente a ella pero entonces se le ocurrió probar con: "distrito bajo 3 oeste", y fue ahí cuando lo vio, imágenes y vídeos de una gran masa negra en forma de tentáculos.
Se sentía avergonzada por haberse perdido, podría haberse teletransportado pero como era la primera vez que estaba en este distrito no quería arriesgarse, y además el infierno era tan malditamente gigantesco que cualquiera se perdería ¿verdad?, de pronto sus pensamientos se dirigieron a otro asunto, ¿podría siquiera encontrar a quien estaba buscando? ¿seguía con vida o acaso había caído presa de alguno de estos demonios o de alguna otra fuerza del infierno? ¿y que hay de la matanza anual?, todos estos pensamientos la deprimieron como solían hacerlo cuando pensaba en el asunto, tanto que no se dio cuenta cuando alguien choco levemente con ella, no quería volver a pensar en esos desagradables desenlaces, tenia que ser optimista, tenia que seguir buscando así le tome el resto de su vida, ¿cuánto más seria?, no lo sabía pero ya estaba muerta así que ¿qué más tenia que perder?, tenia que ser fuerte así como no lo había sido en vida, tenia que seguir..., se paro de repente sintiéndose más liviana, y que sorpresa la katana ya no estaba, reviso su bolsillo y la improvisada tarjeta se había ido también junto con su rotulador, por suerte había guardado bien su mapa, soltó un gran suspiro y dándose media vuelta fue en busca del ladrón.
Dinero, todo lo que importaba tanto en la tierra como en el infierno parecían ser esos malditos papeles, el dinero compraba un lugar en el que estar si no querías sufrir los muchos peligros del infierno, el dinero compraba la ropa que desafortunadamente tenia que ser echa a tu medida, ya que llegabas a este lugar con alguna extraña forma animal o como alguna otra cosa extraña, se alegraba de estar vistiendo una camisa de mangas cortas y un pantalón algo ancho pero que le llegaba a cubrir sus pies que tanto le disgustaban, y sí, y el dinero también compraba la droga de la que tanto dependía, esa necesidad que no conformándose con mandarlo hasta aquí lo había seguido para continuar torturándolo; había muchas maneras de conseguirla y por supuesto a la que más recurría era la que implicaba su cuerpo, pero la manera que parecía ser más fácil y sin casi nada de repercusiones era robándola, es por eso que cuando la vio salir del callejón de Merrypit supuso que traería al menos un poco consigo, pero cuando no alcanzo a agarrar nada mas que un papel y un tubo pequeño optó por llevarse la espada también. Cuando estuvo solo en un lugar que consideraba algo seguro empezó a revisar lo que había conseguido, desecho inmediatamente el rotulador y la carta después de darles un vistazo rápido, empezando a creer que había robado a alguien tan pobre como el, pero cuando desenfundo un poco el arma y vio el brillante metal, se alegro, definitivamente está cosa valdría un buen dinero, de pronto se sintió observado e inmediatamente invoco sus armas pero, en menos de tres segundos ya se encontraba envuelto en lo que parecían ser tentáculos negros y elevado cabeza abajo a unos centímetros del suelo.
—¡Ay! ¡eso duele joder! —se queja cuando sus armas se le incrustaban en las costillas y parte de su cuerpo, no había tenido tiempo de tirarlas o si quiera hacerlas desaparecer y ahora era aplastado junto con ellas, se alegraba de que la katana le hubiera sido arrebatada por los tentáculos.
—Claro que duele, estamos en el infierno para sufrir, ¿no es así?
Vio acercarse a una chica con la piel de un violeta amatista y enseguida noto que esos tentáculos salían de ella, bueno, más precisamente de su cabeza ¿esas cosas eran acaso su cabello?
Volvió a enfundar la katana no sin antes revisar que no tuviera ningún rasguño, no quería ninguna queja por parte del que se la había encargado, después recogió las cosas que había tirado el otro y se las volvió a poner en el bolsillo.
—¡Agh! ¡mierda! —se queja cuando esas cosas lo aprietan aún más.
—Oh, lo siento —le dice ella aflojándolos un poco— no me doy cuenta a veces.
—Como sea, ahora suéltame joder —se retuerce tratando de zafarse.
—Tienes unas manos muy ágiles, niño, la sujete bastante bien de eso estoy segura.
—Y te sorprendería que más puedo hacer con ellas nena, aunque tendrás que pagarme una gran cantidad si quieres que te de un buen servicio —le sonríe provocadoramente.
Ella lo suelta de imprevisto haciendo que caiga estrepitosamente, mientras los tentáculos volvían a su forma de cabello de ocho puntas que le llegaba hasta la cadera.
—No busco ese servicio, pero si necesitas dinero... —le ofrece unos cuantos dólares mientras lo ve ponerse de pie sobándose la cabeza— estoy buscando a alguien y cualquier información me sería muy útil.
El otro toma los billetes contándolos  rápidamente —¿Sólo esto por encontrar a alguien?
—La cantidad aumenta si tengo alguna información verídica, y la cantidad seria mucho más si...
—¿Cuánto más? —le interrumpe interesado— ¿qué tanto seria si lo encuentras? —se agacha mirándola fijamente mientras sonreía.
—Lo que pidan, siempre que no sobrepase mi presupuesto.
—¿Es en serio? ¿y que te hizo esa persona para que valga tanto? ¿es por venganza, te debe dinero o, quizás algún amante que te dejo tirada?
Ella lo mira un rato como pensando en la respuesta, después se pone nuevamente la capucha que quedo suelta cuando atrapó al otro y se aleja sin decir una palabra.
—¡Hey!, no dije que no aceptaría —se guarda el dinero en el elegante pelaje de su pecho y la sigue— y ¿algún nombre, foto u otro dato como referencia?
—Creo que no me explique bien, niño, lo que estoy buscando es un alma que fue enviada aquí, y su nombre de vivo era Jensen Gaarder.
—Bueno nena, no puedes encontrar a alguien que no quieres ser encontrado, probablemente tu chico no quiera que lo encuentres.
—Me he estado diciendo lo mismo —vuelve a ponerse pensativa.
—Oye oye, vamos que no tengo toda la noche.
—Lo siento, niño —se disculpa mientras hace aparecer otra tarjeta con su numero telefónico -cualquier información que tengas házmelo saber.
Toma la tarjeta observando el número mientras pensaba en cuanto dinero le pediría si llegaba a encontrar a esa persona, porque por lo que vio parecía tener dinero.
—¿Tienes algún número de teléfono? —le pregunta mientras saca el rotulador y la improvisada tarjeta que le dio Merrypit.
—Claro que no ¿acaso me ves cara de rico?, no puedo permitirme esos lujos todavía.
—No era mi intención ofenderte, niño ¿alguna otra manera de que pueda localizarte?
—Tranquila nena, yo me comunicare contigo si te tengo noticias.
—Me parece bien niñ...
—Tengo un nombre sabes, deja de decirme "niño niño" todo el puto tiempo —le dice irritado— solo por eso te diré anciana, ¿de acuerdo?
—Lo siento, eh...
—Ángel, Ángel Dust.
—¿Cómo el producto ese?
—¿Qué tiene de malo?, es una droga bastante buena, además prefiero eso a que tener un apodo idiota.
—Eres lo que consumes.
—Exacto.
—¿Y tú nombre real, por qué no lo usas?
—Eso es personal —la mira con los ojos entrecerrados.
—Bien, entonces muchas gracias, Ángel, yo prefiero utilizar el mío, puedes decirme Liv.
—Creo que prefiero decirte anciana.
—Hmm... —hace una pequeña mueca de disgusto— ¿recuerdas el nombre que te di, verdad? —se pone en marcha seguida de Ángel.
—Oye, ¿por quién me tomas?, no suelo olvidar lo relacionado con dinero, anciana.                                                       

¿Qué pasaría si...?[RadioDust]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora