Fantasmagórico

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No todos los días alguien puede decir que se despierta por el sonido de la banda de jazz muerta que vive en su sótano, claramente ese no es mi caso.

¡Buenos días mancebo! Gritó Rogelio, saxofonista de la banda.


A todos los que están leyendo esto, les contare… ellos eran los hermanos Zapata, la sensación del club Milenio. Pero claro, en muchas historias se presenta ese desagradable giro trágico.

En el caso de los hermanos Zapata fue un fanático a medianoche que con solo 3 balas y una buena puntería, dio fin a un maravilloso sueño.

Te dije que no me llamaras así.


No me llamo Mancebo, por si se lo preguntan. Dudo que alguien se lo pregunte, pero aclaro de todos modos. Soy John, 15 años, corpulento de cuerpo y un ratón lánguido de pensamiento. 

Me recuerdas a mi cuando tenía tu edad, tímido, pero cualquiera que mire a tus ojos se podrá percatar de que tienes un potencial grandioso.


¿Cómo llegó una banda de jazz fantasma a mi casa? Ni yo mismo lo sé. De hecho, la mayoría de las cosas que me pasan no las entiendo.

Desde los 5 años puedo ver y escuchar cosas que nadie más ve. Me percate de eso en el momento en que vi el rostro de mi madre pálido cuando le comente que estaba jugando pelota con la abuela.

Al principio pensaban que estaba loco, pero la hermana de mi papá dice que es un “vinculo místico” que tengo con el universo. No se cual será la respuesta correcta pero, veo muertos en muchos lugares y más que preocuparme por ello solo, sigo con mi vida.

Más que ser como tú Rogelio, creo que el chico se parece más a mi. ¿No ves su quijada? Una obra de arte. Intervino Paul, el baterista. 


Paul es naturalmente encantador con un carisma que atrapa a sus objetivos casi sin esfuerzo alguno o al menos, eso comentaban.

Lastima que pronto nos dejaremos de ver, porque te habría dado uno que otro consejo sobre mujeres.


Si, esta es la parte triste de la historia. Cuando me mude a esta torpe ciudad no había hecho ningún amigo, al menos no hasta que los conocí. Para mi mala suerte, mi mamá consiguió otro trabajo y los muchachos no pueden salir de la casa. Dicen que lo han intentado, pero todo ha sido sin éxito.

Esto pudo haber sido la aventura ideal para yo resolver porque sus almas están atascadas en este lugar. Ya había leído varios libros, no se porque cuando sentí que estábamos más cerca de la pista, vino esta mudanza repentina. 


No te preocupes muchacho, vendrán otros chicos o chicas, no todos serán geniales como tú, pero lo que quiero decirte es que… estaremos bien. Comentó Federico, el más calmado de la banda.


¡Cariño! ¿Dónde te encuentras? Grito mi madre desde arriba.


No se preocupen, podre despedirme de ustedes antes de irme. ¡Nos vemos!

Mi mamá no se veía muy convencida de salir de casa, sin embargo insistía en que merecíamos un buen día pues no haciamos nada malo, solo "buscar una mejor vida".

Me dejó a una calle de la escuela con mi bicicleta que estaba en el baúl, insistí en que me dejara regresar solo, por más que me repetía que tenía un mal presentimiento.

Y no estaba equivocada….

Aunque no lo crean, puedes lastimarte si no miras al cruzar la calle, por más repetitivo que suene.

La palabra que usaron fue traumatismo craneoencefálico, pero se los explicare…

El golpe fue tan fuerte que sacudió mi mundo, un sacudon y de pronto… soy un vegetal, oigo todo, los llantos de mi mamá, los gritos de mi papá atribuyendole la culpa, pero no puedo hacer nada.

Quiero irme al sótano, tocar buena música con mis nuevos amigos y poder sentir de nuevo que tengo control de mi cuerpo.

Pasaron varios días, parecía un sueño largo o una eterna pesadilla, hasta que de pronto todo se apago.

Pero no se preocupen, no todo es malo, vi la luz de nuevo, la luz del sótano para ser precisos, podía pararme, correr y sentir el viento en mi cara.

Y lo mejor de todo fue que me encontre de nuevo con mis amigos. 


Pequeñas historias para sonreírDonde viven las historias. Descúbrelo ahora