Impaciencia

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Golpeteo… golpeteo… mis dedos contra mis bermudas. Es la tercera vez en la semana que vuelvo a jugar rayuela con mi perro.  Les diré que pasará después, mi papá cerrará su portátil, se acostará en su cama y pondrá las manos sobre su cabeza mientras me pide que le traiga un analgésico. 
Ha pasado un mes desde que no veo a mis amigos y más a los que no tienen teléfonos celulares o tienen mal internet.

¡No sé como soportas vivir así!, le dije a mi papá que me miró extrañado. 

¿De que manera? 

Así… todos los días es igual, de la computadora a la cama… o de la computadora al televisor. ¿No te vuelves loco? 

Cada día hay algo que hacer hijo, es lo importante. 

Ya he hecho todo… ¡Todo! Y me es imposible pensar en algo. 

¿Ah, si? Estoy seguro que algo habrá por hacer.

Me dijo eso y se levantó de su cama, fue al garaje y busco varios potes de pintura. Me miró con emoción y preguntó: ¿Qué pintamos?

Lo llevé hasta la pared de mi cuarto, donde hicimos diferentes formas, desde truenos hasta naves espaciales. Limpiamos el piso, nos limpiamos nosotros y luego se arrojó conmigo a la alfombra de la sala.

- ¿Ves? Siempre hay algo nuevo que hacer.
-  ¿Te puedo decir una cosa? Le pregunté acostándome cerca de él.
- Por supuesto…
-  Si tengo que pasar 1 mes encerrado por la cuarentena, me alegra que sea contigo..
- ¿1 mes, dijiste 1 mes? Hijo, tan solo han pasado 10 días. Respondió mi papá, mientras se reía a carcajadas de mi.

¿Diez días? ¿DIEZ DÍAS? Supongo que es cierto lo que dicen, lo que para algunos es un instante, para otros es una eternidad. 

Pequeñas historias para sonreírDonde viven las historias. Descúbrelo ahora