Capítulo • II •

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El viento fresco chocaba contra el cuerpo de Jonathan sin limitaciones. Aún seguía esperando por algún movimiento del contrario. Los nervios estaban a flor de piel a pesar de estar completamente quieto. La soga sobre su cuello seguía apretando la garganta, quemándola e impidiendo un poco el oxígeno, circular con normalidad. Eso pudo notar al instante en que su respiración se volvió pesada y ligera.

Su poca tranquilidad que le quedaba, se esfuma cuando de repente, escucha la madera del suelo, crujir. Ahí estuvo alerta. Trataba de moverse pero la soga lo asfixiaba.

Un toque lo sobresaltó; era un dedo delineando sus labios resecos con suavidad y lentitud. Siendo de la misma que lo empuja a la cama, quedando acostado boca arriba. Sin duda, sería violado; ese fue el rápido pensamiento que puede ser archivado en la lista de desgracias personales al sentir un manoseo desenfrenado en sus piernas y cintura.

-Bdsm. -aquella voz le dió escalofríos como la primera vez que la escuchó. -¿Sabes lo que es eso, niño?

-Si, señor. -contesta sin pensarlo demasiado, aunque una parte de él le dijera que lo que le estaba insinuando era bastante importante.

-"Señor" Mmm... Eso me gusta. Y mucho. -habló en susurros trepando el cuerpo del joven. Su sonrisa reflejaba satisfacción y deseo por volver de su propiedad a aquel chico travieso que estaba a su merced bajo suyo. Bajó una mano hasta el ombligo y allí se detuvo al ver un piercing diminuto. Antes no lo había notado. ─Pero hay una palabra mejor que esa.

Recorrió con sus dedos aquella piel pálida haciendo que ésta se contraiga ante su toque. La piel se erizó; y el chico soltó un jadeo por lo fría de su mano.

Siguió delineando el ombligo con suavidad y cautela, observando atentamente las reacciones del chico. Y no estuvo conforme.

-¿Quién eres? -preguntó al hombre; y éste sonrió.

-¿Piensas que te lo diré? -contradijo a su víctima, apretando y hundiendo sus dedos en la piel del contrario, posicionando una pierna entre las del chico, casi llegando a la entrepierna. Jonathan contuvo el aliento.

-No, señor. -dijo.

-¿Entonces, por qué la pregunta? Si ya sabes la respuesta.

-No se pierde nada con preguntar. -contesta metafóricamente sin pensarlo mucho; aquella pierna rozando su intimidad, le estaba afectando un poco la cabeza. Las respiraciones se volvieron pesadas a los segundos, la tensión se sentía en el aire. Y eso lo afectaba a Jonathan. Sentía que se ahogaba; que moriría si no pasaba algo. Cualquier cosa, pero que haya algo.

-¿Y si... Me llamas Daddy?

Creyó que estaba a punto de sufrir un desmayo. Que el mundo se desvanecía ante tal desvergüenza.

La presión allí abajo tampoco ayudaba demasiado. Su cerebro hacia cortocircuito, tratando de procesar todo lo que le estaba ocurriendo. Todo lo que estaba viviendo en ese preciso momento.

-¿Que dices? -sintió cómo se le acercaba un poco más a su rostro, cuando la respiración chocó contra su mejilla. -¿Serás mi bebé?

-Y-y-yo... -tartamudea aún perplejo.

-¿Mmm? -esas suaves caricias en sus piernas, lo descolocaba. Sentía su cuerpo arder sobre carbón. Tenía demasiado calor.

-Ahh~ -su sinfonía se quiebra en el aire. Una sensación extraña le recorría por todo el cuerpo desde que los suaves dedos de aquel hombre estaban sobre su piel. -N-no... -esas caricias lo hacían desfallecer poco a poco con total sigilo posible; pero debía mantenerse cuerdo, o eso quería tratar.

Un Poco Masoquista ❛Yaoi❜Donde viven las historias. Descúbrelo ahora