Capítulo • III •

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No me contuve, William. ─dijo Dimitry antes de llevarse esa copa de whisky a la comisura de sus labios y agregar, ─Lo hice mío. ─finaliza bebiendo hasta el fondo y el líquido queme su garganta. Su amigo de la infancia estaba junto a él en la sala del living, bebiendo una trago luego del trabajo.

¿Tan pronto? ─soltó un poco impresionado. Si bien es un cómplice de los actos de su querido amigo Coffins, se vio obligado a mantener la boca cerrada por su propio bien.

Sí, amigo. ─contesta con un semblante relajante, demostrando satisfacción en su rostro. ─Y lo mejor fueron sus gemidos que trataban de salir. ─sonrió un poco. ─Se escabulleron de la soga para adentrar a mis oídos. Mmm... ─habló mientras sacaba de su bolsillo, un cigarrillo. Parecía que revivía sus acciones pasadas con tan solo recordar. El rostro de Dimitry se transformaba de una sería a una de placer. ─No sabes lo fantástico que fue eso.

Ni me lo imagino. ─responde William tratando de mirar hacia otro lado, evitando con muchas fuerzas la posible imagen de su querido amigo desnudo, metiéndole el miembro a un adolescente completamente indefenso y vulnerable. Y se puso colorado por la simple mención de aquello en su mente. ─Ahh. ─suspiró reprochando a su cerebro por jugarle una partida tan desconcierta. ─Me tengo que ir, ya se me hace tarde.

Oh, por favor, quédate. ─le dijo éste apuntando un sillón para que se sentara de nuevo.

Lo siento, otro día será. ─y así se marchó lo más pronto posible de aquella mansión; no podía contenerse más y creía que si bebía o fumaba algo más en cualquier momento, saltaría a los brazos de Coffins.

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El chico seguía inmóvil con frío y un sentimiento de desesperación. Quería irse de allí. Aquella acción de su secuestrador, lo incitaba a no rendirse y escapar. Una idea que no lo abandonaba en lo absoluto. Pero...

La soga seguía atada a su cuerpo, quemándole la piel. Pequeñas lágrimas brotaban de sus ojos por la picazón intensa que llevaba hace horas, o días. No lo sabía bien con exactitud.

¿Sigues despierto? Yo que en tu lugar, descansaría. No vaya a ser que se me den las ganas de jugar otra vez contigo y te duermas en mitad de la diversión. ─oyó hablar a aquel hombre que lo atormentaba de forma constante. ¡¿Que buscaba de él? Era solamente un simple chico adolescente!

¿Q-qué? ─trató de formular aunque sea una palabra hacia aquel hombre totalmente desconocido.

No, no, no, no. ─negó rápidamente y cruzándose de brazos, mirando al joven con mala cara. ─Estás siendo un bebé muy malo... Debería castigarte.

¡N-no, p-por fa-favor! ─tartamudea temeroso; no quería saber absolutamente nada más de él. Deseaba estar en su hogar, junto a su familia. Se maldijo por ser tan vulnerable en ese momento y no poder hacer nada para defenderse. ─¡T-te lo suplico! ¡Se lo suplico! ¡S-solo d-dejame i-i-ir! ¡No le diré a n-nadie!

No me importan tus reclamos. ─dice con voz ronca aproximándose más hacia el cuerpo del indefenso jovencito.

Sintió como una lengua le recorría todo un patrón por su clavícula, cuello, hombros y pecho. Lo llenaba de besos y caricias que le regalaban corrientes de escalofríos. Una corriente que se dirigió a su parte baja. Se maldijo por eso, a veces podía estar desconectado de la realidad y divagar en su mente, pensando en cosas irrelevantes en momentos inapropiados, como tal vez lo era en este caso. ¿Cierto?

Un Poco Masoquista ❛Yaoi❜Donde viven las historias. Descúbrelo ahora