Prefacio

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-Vamos amor, date prisa, tu padre debe estar enojadísimo, te has tardado más de 3 horas en salir, ¿Qué es lo que haces?- Escuché gritar a mi madre desde el pasillo, con un tono de voz de desesperación no muy usual en ella.

Por Dios comprendan el mensaje, no quiero mudarme, no quiero salir es acaso eso tan dificil?

-Ya esta, ya salí, ya nos vamos- dije tratando de imitar el tono más cínico que he podido escuchar, para talvez conmoverlos y que no nos mudemos.

-En serio tenías que durar tanto- dice mi madre cuando le paso por el lado, en serio no comprendieron el mensaje.

De camino al auto vi a Rafael ,mi padre, con esa cara de ahg, mujer al fin, al cual yo le sacaba la lengua, pues mi padre no podia enfadarse como lo había dicho mi madre, es una exagerada.

-Hasta que por fin sales muñeca- dijo abriendome una de las puertas traseras de su auto no muy nuevo, nada nuevo, y destartalado honda civic del talvez 1000 antes de cristo- Pense que no ivas a salir nunca.

Y así tenía que haber pasado...

Estuve arreglando la maleta y no pense que iva a tardar tanto, pero ya esta, estoy aquí- dije al momento que entre las maletas y me sente, dejandole espacio a Saúl- Va a ser un largo viaje- digo al momento en que entra mi hermano en el carro.

Saúl y yo no es que seamos los mejores hermanos, pero tratamos de aguantarnos y sé que en el fondo de su corazón me quiere al igual que yo.

-Ya lo veo- dijo al momento de expulsar todo el aire que tenía en los pulmones, para luego abrir una revista.

-¿Dónde nos mudaremos?- pregunté tratando de entablar una conversación para que no se haga tan largo el viaje.

-En Arroyo Hondo- dijo con una mezcla de felicidad y emoción,en realidad ella parece ser la única emocionada por el viaje, además de papá.

-Compramos una casa en el residencial Armonías de Arroyo Hondo, les encantara- dijo mi madre, volteandose a mirar a los asientos traseros donde nos encontrabamos Saúl y yo, para contagiarnos la energía que sinceramente no funciono para nada, Saúl y yo la fulminamos con la mirada, a lo que ella volvio a acomodarse en su asiento de copiloto, para luego acompañarnos un silencio sepulcral en todo el largo viaje que duró unas 2 horas.

¡Al Limite de la Locura!Donde viven las historias. Descúbrelo ahora