Noche del día 120:

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Dylan entendía había arruinado la situación con Esmeralda, pero la droga en su bolsillo cada vez pesaba más y le preocupaba afectar las navidades de todo, por eso, no quería que nadie lo viera drogado, aparte él siempre había tenido relaciones tóxicas que iban y venían, sabía que no era una excusa, pero no sabía como actuar ante una relación "normal" y eso era lo que él quería de Esmeralda.

El día y la noche habían pasado de manera lenta e incómoda para ambos, esa noche todos acordaron, dormir temprano, ya que el siguiente día seria navidad y las chicas querían pasar el día en los ríos del pueblo; sin embargo, Dylan no podía dormir sentía la ansiedad, quería pertenecer al reducido grupo de personas que no volvía a consumir, pero era demasiado tentador.

Dylan salió de la habitación con la esperanza de estar solo, pero allí se encontró con el padre de Esmeralda:

-Me atrapaste -bromeo el padre, se había servido algo de ensalada que habían hecho para la cena navideña del otro día.

-Lo siento, solo no podía dormir -dijo él.

-Ah en ese caso acompáñame -le hizo una señal para que se sentaran juntos -igual quería hablar contigo -Dylan se sintió incómodo, pero no encontró ninguna excusa para no hablar con el señor así que se sentó -¿Entonces mi hija y tú son novios?

-¿Qué? -Pregunto él sorprendido.

-Es lo que se dice en el grupo de vecinos -dijo el padre de Esmeralda señalando su teléfono -Pueblo chico, infierno grande... muchos vecinos escribieron alarmados diciéndome que mi hija era novia de un delincuente.

-Quiero aclarar que no somos novios y tampoco soy un delincuente.

-Sé que no eres un delincuente, Esmeralda le comento a su mamá que eras hermano del chico que la hizo modelar para esa cuestión de los vestidos de novia, y dueño de una empresa o algo así -gruño el hombre -pero, de todas maneras eso no me importa, yo también fui rebelde en mi juventud, lo que me preocupa es si no eres su novio ¿por qué la besas?

-Me gusta -admitió Dylan -aparte la besé porque algunas personas la estaban molestando y diciendo cosas como que ella era retrasada... -el hombre llevo una cucharada de ensalada a la boca y luego de un silencio incómodo hablo.

-Como odio a eso, imbéciles, siempre se han metido con ella y muy pocas veces se ha defendido -refunfuño -si te gusta ¿por qué no se lo has dicho?

-Es complicado -respondió Dylan.

-no es tan complicado, sería complicado si ella no gustara de ti... pero conozco a mi hija ¿sabes? Siempre sé lo que le hace feliz y parece feliz cuando está a tu lado.

-Señor, tal vez no lo sepa, pero yo acabo de salir de rehabilitación... no sé si recaeré o no, no puedo arrastrar a esa mierda a Esmeralda.

-Mmm -el hombre reflexiono -también sé que eres una persona en rehabilitación, y para ser sincero me preocupa, pero deberías dejar de pensar en si vas a recaer o no, eres joven y no podrás vivir si solo tienes miedo, aparte no está mal pedir ayuda de vez en cuando... oh, ¿esa es la hora? -dijo el hombre de repente mientras se levantaba -voy a dormir, feliz noche...

-Feliz noche... -respondió Dylan.

Vio desaparecer al padre de Esmeralda por las escaleras, lo que le había dicho le había dado mucho que pensar, Dylan se dio cuenta de que no podía dejar de vivir solo por temor de fallar, tomo su teléfono:

Para: Princesa.

¿Estas despierta? ¿Podemos hablar? Estoy en la cocina.

Dylan envió el mensaje, pero no tenía ningún tipo de esperanza de que Esmeralda estuviese despierta o le contestará, pero lo que él no sabía era que Esmeralda y las demás chicas estaban despiertas, ella les había contado lo que había pasado, tenía miedo de lo que Kathy pudiera pensar, pues ellos dos habían estado juntos aunque sea solo por sexo, pero ella le resto importancia y se quejó de lo contradictorio de las señales que le ofrecía él.

Armonía era la única que pudo darle una perspectiva distinta a Esmeralda:

-Dylan a penas tiene un par de semana que salió de rehabilitación, tal vez está buscando poner en orden su vida... -Dijo Nía.

Cuando el teléfono sonó y Esmeralda vio el mensaje, se lo mostró a las chicas quien la animaron a bajar, ella no estaba segura de si hacerlo, se sentía como la protagonista de un romance adolescente, aunque ella no era una adolescente, pero supuso que estaba viviendo una etapa de su vida que no había vivido años atrás, bajo descalza, con pijama y estaba algo despeinada, pero cuando Dylan la vio se quedó sin habla:

-¿ocurre algo? -pregunto ella sonrojada.

-Quería disculparme, no te bese por lástima, me gustas mucho -se apresuró a decir Dylan -y no quiero cagarla...

-Lo sé -respondió ella -tú también me gustas mucho -dijo sintiendo que su corazón le latía con fuerza ante la confesión -pero, entiendo que no estas en tu mejor momento, así que tratemos de llevar las cosas con calma...

Dylan halo a Esmeralda hacia su pecho y sintió como el calor de su cuerpo le recorrió el cuerpo en un abrazo mutuo:

-tomémoslo con calma -acepto el mientras obligaba a Esmeralda a verlo a la cara posando suavemente sus manos en su babilla y elevando su rostro.

Ella sintió cosquillas en su pecho y su rostro se volvió rojo, sin embargo, ella quería besarlo, quería ser ella la que posara sus labios en los de él, esta vez quería ser ella la que tomara la iniciativa y dejar de lado el pesar que era solo por lástima.

El beso fue dulce y tímido como el susurro del bosque en las mañanas de primavera:

-Tienes unos labios muy dulces -dijo Dylan embobado.

-Tú también -respondió ella -pero debería dormir...

-Antes de que te vayas ¿podría ayudarme con algo? -Dylan sacó la pequeña bolsa con estupefacientes de su bolsillo, Esmeralda lo miro pálida -no la he consumido, la encuentre ayer, pero te juro que no puedo botarla... y hoy alguien me dijo que no está mal pedir ayuda ¿puedes hacerlo por mí? -ella asintió y tomo la pequeña bolsa transparente, fue al baño y la boto por el inodoro todo bajo la mirada de sufrimiento de Dylan -Gracias... -dijo él.

-De nada -respondió ella -si necesitas ayuda otra vez, puedes decirme...

Día: 120.

Tiempo restante para enamorarse: 60 días.

Tiempo restante para enamorarse: 60 días

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180 días...Donde viven las historias. Descúbrelo ahora